30 AÑOS DE LA CAÍDA DEL MURO

Un cine con ángeles, espías y vidas de los otros

Unas cuantas películas magistrales supieron explicar al mundo el terrible drama de la Guerra Fría

Ulrich Mühe en «La vida de los otros»

Víctor Arribas

Treinta años dividiendo la capital con mano de hierro, y no fue capaz de prohibir lo más esencial de la cultura de su tiempo: las películas. El muro de Berlín cayó hace tres décadas, pero en la pantalla quedan numerosos vestigios. Aunque sin presencia física en las imágenes ni un especial protagonismo de la barrera que el comunismo totalitario impuso para dividir Berlín, unas cuantas obras magistrales supieron en los años de la Guerra Fría explicar al mundo a través del cine lo dramático de aquella situación. Aunque sean tachadas de propaganda anti bolchevique. Películas sobre lo que había a este y el otro lado del Telón de Acero , imaginaria frontera que se convirtió en obsesión para millones de personas con ansias de libertad.

Desde antes incluso de la construcción del muro, como confirman El telón de acero (1948), en la que el «salvaje» William Wellman colocaba a un científico soviético como espía en Canadá, El premio (1963), con el trasfondo de los premios Nobel, o la mismísima Cortina Rasgada (1966), un Hitchcock menor y muy violento rompiendo ese telón ignominioso a base de someter a Paul Newman a situaciones límite.

De todas las películas que se han hecho sobre el Berlín dividido, con las consecuencias que tuvo para los alemanes y el resto del mundo, tengo preferencia por las dos de Billy Wilder, que son igualmente pre-muro. Tanto Berlín Occidente (1948) como Uno, dos, tres (1961) fueron filmadas por el genio de la comedia antes de la existencia de la barrera física e inmoral, si bien las filmaciones de la segunda coincidieron con los trabajos de construcción en agosto de ese año. Nadie tan mordaz y cínico como Wilder ha sabido extraer de la tensión del momento tanta comicidad sobre la eterna pugna entre el capitalismo y el socialismo. La multinacional número uno de los refrescos tratará de saltar al lado comunista y conquistar los bolsillos y los gaznates de los sometidos alemanes del este. Los berlineses, a los que Wilder junto a otros monstruos como Siodmak, Ulmer y Zinnemann había fotografiado en su plácida vida tres décadas antes en tono naturalista ( Gente en domingo ), podían aún cruzar al otro lado aunque con todo el miedo del mundo.

La odisea de la fuga

Hay películas sobre el muro que retratan la odisea de intentar escapar. Por el subsuelo lo intentan en Túnel 28 (1962), de Robert Siodmak, que se filmó muy poco tiempo después de construido y recoge los anhelos de libertad incipientes en la población del Este. Pocos imaginaban que aún tendrían por delante otros veintiocho años de cárcel en vida. El mismo procedimiento usan en Un túnel hacia la libertad (2001), con las familias divididas esperando la huida de sus seres queridos desde dentro del inmenso gulag en que la RDA convirtió la mitad de la ciudad. Las hay también que se fijan en la vida de los que no pueden escapar y se ven condenados por el comunismo a vagar como cuerpos sin alma. En La vida de los otros (2006), Ulrich Mühe cree que espiar a la disidencia le hará ganar favores en el Berlín oriental, y lo que descubre es algo muy distinto que marcará su vida. Pregunten por la mejor película sobre el muro, y ésta será sin duda mencionada.

Lo mismo que la madre de Good Bye, Lenin (2003), que quiere mantener en su hogar un santuario del trasnochado régimen incluso más allá de octubre de 1989. La promesa, un amor, un muro, una esperanza (1995) se cierra con la caída del muro, tras décadas de separación de una pareja que irá perdiendo la llama del amor por el aislamiento físico. Para encontrar la abstracción hay que sumergirse en el lirismo de Wim Wenders , que sobrevuela junto a dos ángeles El cielo sobre Berlín (1987) mientras el muro deja fuera a una parte de sus habitantes. Cassiel y Damiel son los protectores mágicos de quienes viven en el infierno. Una bellísima película a la que hay que volver, como El puente de los espías (2015) de Steven Spielberg , la pieza magistral que cierra por ahora el subgénero. Muchas veces ha transmitido Spielberg una gran intensidad de emociones, pero tan fuerte como el intercambio de prisioneros sobre el puente difícilmente se repite en la pantalla.

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