LIBROS

China entre lo oriental y lo occidental (a duras penas)

El sinólogo Carles Prado-Fonts aborda la historia cultural china, con especial hincapié en sus intelectuales modernizadores

El escritor Lao She, uno de los artífices de la modernidad

GONZALO PERNAS

La colección «Pliegos de Oriente» acaba de publicar «Regresar a China»: 176 páginas por las que atravesar su historia cultural, intensamente fraguada a lo largo del siglo pasado y especialmente protagonizada por tres intelectuales modernizadores: Lu Xun, Lao She y Qian Zhongshu. Carles Prado-Fonts, que viene del mundo académico, firma el que es también una especie de retrato compartido de tres grandes constructores de puentes entre lo oriental y lo occidental. Y así escribe que «encarnan, cada uno de manera singular, la figura del intelectual holístico que se ha extinguido: comprometido con el bien común, respetado por todo el conjunto de la sociedad, armado con una visión crítica de la cultura y del país y, sobre todo, íntimamente relacionado con el mundo de las letras». En efecto, la idiosincrasia de este tipo de «intelligentsia» es muy distinta a la del disidente mediático a lo Ai Weiwei y -entre otras cosas- este título puede ayudar a comprender la razón.

A pesar de que «Regresar a China» es un texto para lectores especializados, ofrece una oportunidad divulgativa a los menos familiarizados. De ahí que Prado-Fonts arranque, en clave pretendidamente ligera, demoliendo dos o tres de los tópicos que siempre nos han presentado a los chinos como seres extraños, al menos en nuestra porción de mundo. La decadencia imperial del gigante dormido, que se solapa con los cambios socioculturales de los que este escrito se ocupa, se relaciona íntimamente con algunos eventos históricos dignos de mención: la guerra sino-japonesa de 1894, l a Rebelión de los bóxers de 1900 , el nacimiento del Movimiento 4 de mayo a partir de las protestas de Tiannamen , en 1919, o la fundación del Partido Comunista en 1921. Entre otros, los eventos citados jalonan la transformación de la China dinástica y decimonónica en el país de las Olimpiadas de Pekín en 2008, y que es -según el autor- mucho más cercana y comprensible de lo que su pretendida complejidad cultural parece mostrar.

Con sacrificio

La conocida cita de Marx, «la violencia es la partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva», opera perfectamente en el contexto de los tres protagonistas. Sus vicisitudes son las propias de la «edad de los extremos», dice Prado -parafraseando a Hobsbawm- en referencia al siglo XX. Este sinólogo no solo da cuenta de las trayectorias intelectualmente convulsas de los tres reformadores, sino que hace un admirable ejercicio de comparatismo literario que añade un tercer carácter al libro, a sumar a sus vertientes histórica y biográfica.

Leemos sobre la trascendencia que la traducción de «La dama de las camelias» (Alexandre Dumas, 1848) tuvo sobre la obra de Swift y Washington Irving en los periódicos de Shanghái, pero también sobre la mítica revista «Nueva Juventud», «nido de jóvenes e icono de la ideología revolucionaria más radical, y semilla de la renovación cultural del gigante asiático a través de la interacción con las letras europeas» . «Regresar a China» hila con agilidad las efemérides y los nombres que han propiciado la transición de un país profundamente tradicional y dinástico hacia el presente. Eso, sí, no sin sacrificio: «En las historias que hemos seguido hay rabia y abatimiento, determinación y desconcierto, pasión y fragilidad».

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