LIBROS
Charles Moore: «La caída de Thatcher fue un asesinato político. Los autores eran pro europeos»
El periodista británico ha dedicado dos décadas a escribir la biografía autorizada de Margaret Thatcher. Acaba de aparecer el tercer y último volumen, «Herself alone» («Ella sola»)
El gran periodista Charles Moore confiesa que lo más difícil del proyecto fue gestionar la ingente documentación. Thatcher decidió que nunca leería una línea y que el primer volumen no se publicaría hasta su muerte. «Lo hizo así porque de otra forma la gente pensaría que ella lo había controlado todo. Nunca lo hizo».
¿Cómo es posible que dos personas tan radicalmente diferentes como Margaret Thatcher y Ronald Reagan se hicieran íntimos amigos?
Se sentían atraídos por la diferencia de personalidad. Ella le veía como el actor hollywoodiense, él a ella como la clásica dama británica. Y eso les pareció en cierto modo romántico. Pero la diferencia de sus formas de ser se compensaba con los puntos de vista que compartían. Especialmente porque se conocieron en tiempos adversos, en 1975, cuando ella acababa de asumir la jefatura de su partido y él acababa de dejar de ser gobernador de California. Descubrieron que compartían su opinión sobre la libertad de mercado y sobre la Guerra Fría. Ambos puntos de vista no estaban entonces de moda. Así, años antes de que ninguno de los dos alcanzara el poder, establecieron un vínculo. Fue natural que se aliaran después.
¿Y cómo compatibilizaba su admiración por Reagan con la amistad con Gorbachov?
Dice mucho a su favor que fuese así. La gente cree que era muy intransigente y, en muchas cosas, era muy flexible. Vio que una vez que Reagan, Helmut Kohl y ella habían conseguido introducir la nueva generación de misiles Pershing en Europa, Occidente tenía fuerza y también podría ganar a Rusia en el terreno económico. Ella buscaba la manera de negociar desde una posición de fuerza y la asesoraron bien para que tomara contacto con Gorbachov, que no era entonces ni siquiera el líder. Le invitó a Chequers en diciembre de 1984. Thatcher reaccionaba de forma visceral con los hombres. O le gustaban o no. Y Gorbachov le gustó de inmediato. Le resultó atractivo, animado, hablador, discutía... le gustaban sus ojos y era diferente de sus predecesores, que eran tan estirados. Como con Reagan, hubo una química que con Kohl no se dio nunca.
¿Y con Mitterrand?
Fue otro caso de química. Le gustaba y él intentaba seducirla aunque discrepaban políticamente en todo salvo en que ambos eran radicalmente anti comunistas, en el caso de él pese a ser de izquierda o quizá por eso, y también estaban alineados en la Guerra Fría: él no apoyaba el desarme nuclear, lo que sí hacían otros dirigentes europeos. Y nos ayudó en la Guerra de las Malvinas dándonos en secreto los códigos de los misiles Exocet que Francia había vendido a Argentina. Ella dijo de él «creo que sabe cómo hay que tratar a una mujer». Había entendimiento y él era un seductor.
¿Tuvo una relación difícil con la Reina?
Fue una relación de respeto mutuo. Pero no fue fácil y la razón es la contraria de lo que la gente cree. En las películas siempre se presenta a Thatcher diciendo a la Reina lo que tiene que hacer y a la Reina enfadándose. No era así en absoluto. Su problema con la Reina era que se ponía nerviosa por razones de clase social. Ella siempre intentaba ser correcta y le preocupaba mucho equivocarse en sus elecciones. Una mujer tiene que estar pendiente de más cosas que un hombre: qué ponerse, o si hacía la genuflexión demasiado baja o demasiado alta… Fue difícil para las dos. Cuando despachaba con la Reina hablaba como la Reina Victoria decía que lo hacía William Gladstone: «Me habla como si estuviéramos en una reunión con público». Ella le comentaba sus planes de Gobierno, pero no conseguía relajarse. Después de presentarle su dimisión, regresó a su apartamento en Downing Street, rompió a llorar y dijo: «Lo peor es cuando es tan amable contigo». La Reina acababa de darle la Orden del Mérito, sólo superada por la Orden de la Jarretera, que le dio más adelante. La Reina, cosa nada habitual, fue al 70 y al 80 cumpleaños de Thatcher. Y lo que es más importante, a su funeral. Sólo había ido al de Churchill.
«Su problema con la Reina era que se ponía nerviosa por razones de clase social. Le preocupaba mucho equivocarse»
Una de las cosas más sorprendentes del libro es su afirmación de que ella «inspiró» a Tony Blair.
Se conocieron cuando él ya era primer ministro. Cuando Blair llegó al Parlamento en 1983 él se sorprendió de lo estúpida que era la actitud de la jefatura de su partido respecto a Thatcher. Porque ellos creían que bastaba con decir que era disparatada para que la gente votara a los laboristas. Él admiraba la forma en que ella los había derrotado y también algunas de las cosas que había hecho. Como la reforma de los sindicatos y las armas nucleares. Creía que ella dio lecciones al laborismo de cómo tenían que cambiar. Así es como Peter Mandelson y Blair establecieron su estrategia sobre la base de aceptar a Thatcher aunque no estaban de acuerdo en sus políticas sociales, Europa y otras cosas. Blair creía que ella había sido una gran reformadora y eso era lo que él quería ser en su partido.
Dice usted que «prácticamente nunca admitía haber cometido un error». Debía ser muy difícil trabajar con Thatcher...
No era una jefa fácil. Pero era muy generosa con la gente que trabajaba duro. No era nada vaga. Colaboraba con los demás. Era muy buena con los altos funcionarios, pero más dura con sus ministros porque les veía como rivales. Tenía una forma indirecta de admitir el error. Nunca diría que se había equivocado sobre algo, pero si creía que había tratado mal a alguien, la siguiente vez que le veía, le dedicaba un comentario afectuoso o le invitaba a un whisky.
«Tras dejar el poder llegó a la conclusión de que debíamos irnos de la UE. Lo decía mucho, pero sólo en privado»
¿Fue traicionada por su círculo más próximo? Usted habla de su «asesinato político»...
Desde luego no fue traición. Todo partido tiene el derecho de cambiar de jefe. Pero hubo un elemento de conspiración. Creo que lo que muestro en el libro es que esto empezó un año antes de que dejase el poder. Ya en 1989 la desafiaron dentro del partido. Ganó con facilidad pero muchos dirigentes empezaron a creer que debería irse. Y temían que Michael Heseltine pudiera ganar. Lo que querían era dar una oportunidad a la generación que venía detrás y había crecido con ella. Yo lo veo como un intento de hacer una transición ordenada del poder. Ellos no decían «vamos a matarla políticamente», pero querían asegurarse de que cuando llegara la siguiente oportunidad, nadie trataría de salvarla. No se esforzaron porque ganara la primera votación, que ganó, pero no con suficiente mayoría para evitar una segunda. En ese punto decidieron que hubiese dos candidatos para oponerse a Heseltine, Douglas Hurd y John Major, lo que quería decir que Thatcher no debería presentarse. Los miembros del Gabinete fueron a verla uno a uno y le dijeron que no ganaría la segunda votación. Fue una semi conspiración que no involucró a todos, pero sí a muchos. Encontré una carta que demuestra que Major había aceptado presentar la candidatura de Thatcher a la segunda votación, lo que no deseaba porque le impedía ser candidato a él. Así que hizo una manipulación por la que la carta con su nominación de Thatcher no sería presentada. Algo que ella no sabía. Así que cuando ella dimitió y Major se presentó, pudo decir «yo la nominé», lo que le dio el voto de los thatcheristas, que era mucho. Fue una conspiración que causó un daño duradero. Hay mala sangre todavía porque fue un asesinato político. Y los autores de la conspiración eran todos pro europeos, lo que todavía pesa.
«Si creía que había tratado mal a alguien la siguiente vez que le veía le dedicaba un comentario afectuoso o le invitaba a un whisky»
En comparación con los dos primeros volúmenes de su biografía, en éste hay cientos de páginas donde las palabras «Gran Bretaña», «política británica» o «política interior» no aparecen.
Con el paso del tiempo, los grandes dirigentes se interesan más en la política mundial. Thatcher había tenido tanto éxito en la escena internacional y en la doméstica que todo el mundo quería verla. Buscaban su respaldo. La aclamaban multitudes en Armenia, Rusia, Ucrania o Polonia, mientras en casa había manifestaciones contra ella.
Intentó conseguir que Inglaterra se quedase con la colección Thyssen. ¿Fue duro para ella no conseguirla? ¿Y cómo no pudo su Gobierno igualar o superar la oferta española?
Creo que la oferta británica era muy buena, pero la baronesa Thyssen había decidido que iría a Madrid en todo caso. Heini Thyssen ya estaba muy débil, aunque estudió ambas opciones. Es un buen ejemplo de Thatcher, su estilo y su Gobierno. Para bien y para mal, actuaba de forma muy independiente de su Gobierno. El Gobierno británico es muy rígido sobre las reglas. El gran gesto que quería hacerle a Thyssen es algo que el Gobierno británico no sabe ejecutar. Ellos dirán «primer ministro, eso viola tal ley» o «si hacemos esto, ¿qué pasa con aquello?» Hay mucha burocracia. Ella creía que lo que había que hacer era seducir a ese multimillonario. Era muy buena en eso, pero la maquinaria del Gobierno no. Y Tita no iba a ayudar. Hubo un momento en que Thatcher dijo a lord Gowrie: «¿No podrías encontrar al barón Thyssen una maravillosa chica inglesa…?».
Sorprenderá a muchos lectores saber su preocupación por el calentamiento global… suena muy poco conservador.
-Encaja muy bien con su carácter. Una característica suya es que siempre estaba interesada en nuevas ideas. Nunca se cansaba intelectualmente. Estaba muy orgullosa de ser el primer primer ministro de formación científica. Mucho más que de ser la primera mujer. Era miembro de la Royal Society, nuestra gran institución científica. Le pidieron que diese la gran conferencia anual. Aceptó y sus asesores le propusieron muchos temas aburridos. Era agosto de 1988. Leyó en New Scientist un artículo sobre la teoría del calentamiento global y empezó a investigar sobre ello y estableció una teoría. Era algo que estaba empezando a calar, pero ningún líder mundial lo había hecho suyo todavía con la excepción de la noruega Gro Harlem-Brutlad. Estaba a punto de celebrarse la primera conferencia de la ONU sobre cambio climático y ella aportó la teoría con un enfoque científico, pero también político. Apoyó a la ONU en esto, a diferencia de lo que normalmente hacía con todo lo que tenía que ver con la organización. Su discurso en la Royal Society es el fundamento de la teoría del calentamiento global y los remedios que pueden aplicarse. En su último libro, «Statecraft», se alejó de sus primeras tesis, pero al principio creía en ello.
Es deprimente leer que cuando dejó el Gobierno no sabía ni cómo funcionaba un mando a distancia de la tele y que estuviese tan alejada de sus hijos.
Los primeros ministros británicos no viven en el lujo. Pero sí les proporcionan todo. La centralita de Downing Street es fabulosa. Conseguían a cualquiera a cualquier hora. Ese tipo de preocupaciones desaparecía. El estado no le pagaba la cena si comía en el piso de arriba de Downing Street, en su apartamento. Pero sí si comía abajo. En el mismo edificio. Así que sí tenía que ocuparse de la cena de Denis porque no la pagaba el Gobierno. Pero poco más. Como fue despachada repentinamente, fue una conmoción absoluta. No estaba mentalmente preparada. Ni financieramente tampoco. Respecto a sus hijos, las relaciones siempre fueron un poco difíciles, básicamente porque se llevan mal entre ellos. Y eso hacía imposible que se coordinaran sobre cómo ocuparse de su madre. Mark vivía fuera aunque vino frecuentemente a ver a su madre y Carol vivía fuera a temporadas. Denis no era el tipo de persona que cuida de alguien y era once años mayor que ella. Estuvo muy bien cuidada, pero en términos de familia fue más esporádico.
«Su discurso en la Royal Society es el fundamento de la teoría del calentamiento global. Empezó a investigar sobre ello»
Cuando dejó el Gobierno no tenía nada de dinero. ¿Cómo se organizó esos últimos años?
Eso fue lo que mejor hizo su nueva oficina privada. Pudo hacerse con una casa adecuada en el centro de Londres y una oficina muy cerca y consiguió unas cifras fabulosas por sus conferencias, principalmente en Estados Unidos. Y obtuvo un contrato todavía más lucrativo por sus memorias. Amasó una pequeña fortuna no habiendo tenido nunca más que su salario de primer ministro y después su pensión que era de 25.000 libras anuales. Denis tenía dinero y había esa red de seguridad, pero él nunca gastó dinero en ella. Eso es algo muy inglés.
Dice que su cruce del Rubicón respecto a Europa fue un discurso de Jacques Delors en el Parlamento Europeo en 1988. ¿Qué fue lo que le hizo cambiar tan radicalmente?
Thatcher concluyó tres cosas: que Delors intentaba introducir el socialismo al que ella había derrotado, que promovía unos estados unidos de Europa y que la victoria en la Guerra Fría se iba a emplear para promover esos estados unidos reunificando Alemania y creando una moneda única. Y ella creía que todo eso era malo. Aceptaba que probablemente Alemania tenía que reunificarse, pero quería ir más despacio y no creía que más unificación europea pudiera servir para someter a Alemania. Creía que le daría más poder, especialmente sobre la moneda única.
«El Estado no le pagaba la cena si comía en el piso de arriba de Downing Street, así que tenía que ocuparse de la cena de Denis»
Pero si el Reino Unido se hubiera integrado en la moneda única, Alemania no habría tenido tanto poder.
Es cierto, pero hubiera sido un error en términos económicos -no digamos políticos- porque nuestros mercados indican que el tipo correcto para Alemania hubiera sido un mal tipo para nosotros.
-Dice en el libro que Thatcher hubiera apoyado el Brexit. Algunos de sus más próximos colaboradores discrepan.
Yo no digo eso. No hablo nunca de lo que hubiera hecho porque no lo sé. Lo que digo es que apoyaba que el Reino Unido se fuera, pero en esos días no se llamaba Brexit. Ella murió tres años antes del referendo. Tras dejar el poder llegó a la conclusión de que deberíamos irnos de la UE. Lo decía mucho, pero sólo en privado porque le advirtieron que decirlo públicamente sería muy controvertido. Fue una precursora del Brexit, pero quién sabe qué hubiera hecho si el referendo hubiera llegado con ella viva.
Usted ha apoyado el Brexit desde el principio. ¿Cómo se ha metido el Reino Unido en este inmenso lío?
Porque los partidarios de salirse ganaron el referendo, pero no lograron un Gobierno verdaderamente partidario del Brexit. Ahora se dice que los partidarios de irse prometieron esto y lo otro. Pero no pudieron cumplir porque no estaban en el Gobierno. Aunque algunos sí lo estaban. Cameron dimitió y May era partidaria de quedarse y no sabía qué hacer. Sabía que tenía que lograr el Brexit, pero no sabía cómo y en el fondo no quería. Su actitud era la de cómo minimizar el problema sin negar el resultado del referendo. De ahí todos estos años de perder el tiempo. Sólo tenemos un gobierno partidario del Brexit desde el pasado mes de julio, más de tres años después de la votación. Esa es la razón fundamental del lío, más el hecho de que gracias al desastre electoral de May en 2017, el Gobierno no tiene una mayoría suficiente. La combinación de ambas cosas produce el resultado al que se refiere usted.
Lo que hemos visto en la última semana en el Parlamento es un intento de evitar el Brexit o de verdad es una simple voluntad de garantizarlo.
Casi todos los que votaron la enmienda Letwin el pasado sábado querían finiquitar el Brexit. Durante todo este proceso, la mitad de la Cámara ha sido partidaria de quedarse. El progreso ha sido a favor del Brexit, pero bastantes lo han hecho sólo por el principio democrático de que hay que respetar el resultado del referendo. Pero el voto del sábado pasado demuestra que siguen intentando impedir el Brexit. Creo que no triunfarán. El hecho de que Boris Johnson, contra toda previsión, haya conseguido un acuerdo hace muy probable que de una manera u otra salgamos muy pronto.