LIBROS
En la carretera con Patti Smith
«El año de mono» es el último título de las memorias de la cantante y poeta
A Patti Smith (Chicago, 1946) nadie le puede negar que forma parte de la elite más fotogénica y fotografiada de la contracultura norteamericana , entre cuyos cromos y rostros se entremezclan los de cantantes, artistas, actores... gentes del malvivir en general. Añadir que fue la amiga del alma de Robert Mapplethorpe y los habitantes del neoyorquino Chelsea Hotel (hoy en ruina y abandono) ya son galones que dan para mucho que contar y tela que cortar. Si a eso le sumanos que lleva cosida la estrella de un cierto malditismo, entre el punk de su banda de música y la intelectualidad letraherida de la cultura europea, para qué queremos más.
Por eso, porque tiene mil y una vivencias -anécdotas, dramas y otros sinsabores- que largar, Patti Smith lleva desgranando su vida y obra desde hace unos años en una serie de libros de memorias (en concreto, tres). En sus muchas páginas, escritas como si de un ángel (y no del infierno) se tratara, destapa todas sus andanzas: las de aquellos días de amor y rosas con espinas («Éramos unos niños», con el que ganó el National Book Award en Estados Unidos) y las de ahora, de una mujer de setenta y tres años que no para de dar vueltas por el mundo en busca del todo y la nada . El absoluto.
Destapa todas sus andanzas: las de aquellos días de amor y rosas con espinas y las de ahora, de una mujer de setenta y tres años que no para de dar vueltas por l mundo
Al cabo, para sentirse en paz consigo misma y con aquellos que le rodean y que admira hasta el lecho de muerte. En ese ir y venir, España es uno de los paraísos más visitados por la cantante y escritora norteamericana. Recitales poéticos en la casa de los Lorca en Granada (Huerta de San Vicente), conciertos, exposiciones fotográficas... Patti Smith es inconmensurable y parece haber encontrado entre nosotros un público más que agradecido, que acoge y arropa su esquelética figura y desgarradora voz.
Antes de llegar a El año del mono , que aparece ahora en España y que se publicó a finales del año pasado en Estados Unidos, en mitad del camino y como segundo título de estas memorias fragmentadas se encuentra M Train . Para mi gusto, el menos redondo de todos sus libros de memorias, donde se regodea, entre otros «tics», en su adicción al café y a las series policiacas . Regresando a El año del mono que nos ocupa y que hace mención expresa al calendario chino, con sus símbolos y simbologías tan particulares, Patti Smith está más en la carretera que nunca, por la costa oeste norteamericana, de San Francisco a San Diego. Con paradas en Nueva York y viajes a Gante para recrearse delante de El cordero místico de los hermanos Van Eyck recién restaurado y «succionado» por las masas de turistas, esas que la pandemia se ha llevado por delante (como este libro también está escrito en la carretera de la vida y sus acontecimientos más recientes, cuenta con unos epílogos en los que se cuelan el coronavirus y Donald Trump ).
De concierto en concierto y de motel en motel, narra los últimos días del productor y periodista musical Sandy Pearlman, quien fue el que le sugirió en sus años mozos que creara una banda de rock. Y la enfermedad degenerativa (ELA) del dramaturgo (y actor ocasional) Sam Shepard. Con este último, repasa una y otra vez textos y apuntes. Y también se recrea una y otra vez en una de sus constantes literarias de los últimos tiempos, la obra de Roberto Bolaño . De su mano viaja a España y en su mano Patti Smith lleva siempre una cámara con la que saca fotos en blanco y negro aquí y allá. Una colección de ellas separan los distintos capítulos de El año del mono , que remite a aquel disco de Frank Zappa, Hots Rats (1969), y a los años del Chelsea Hotel con la sombra alargada de Mapplethorpe.