125 AÑOS DE «BLANCO Y NEGRO»
Carmen Camacho: «Despierta»
«Un poema soporífero», de Godefroy, es el hilo del que tira Carmen Camacho. Su prosa poética concentra toda la lírica del mundo
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«Hermano, el palabreo agosta tu trabajo»
Fernando Quiñones
Poeta, despierta, están pasando por la calle muchachos con guirnaldas. Es tiempo de cerezas, día de mercadillo , rebosa el aljibe y yo tengo mucha sed. Cintas rojas coronan la cucaña, el viejo a paso corto imita al mirlo. ¡Arriba, vate!, el sol y el salitre desconchan tu archivo, la sangre y la savia preguntan por ti. Anoche ardió Troya, cayó Roma. En el jardín ha brotado otro muerto. Mira, ya no anuda mi tobillo una culebra: no fue más que un mal sueño. En invierno no habrá grano para todos. Tu mujer te estará esperando. Fuera se escucha un ruido, ¿qué será? Quizá una moto, quizá la vida.
El viejo espejo
Poeta, despierta, acaba de nacer Santa Teresa . Te presento al rapaz inventor del trabalenguas, al jilguero que se posa en el silencio, al Dios que de una costilla creó la lira. Se ha subido un adjetivo al pentagrama. El morabito sabe conjuros. Mi amante abre las carnes con las cosas que me dice. ¿Oíste alguna vez una Qasida? Por fin trajeron la máquina de trovar. ‘Poesía es esto y esto y esto’. La gente se inventa las palabras. Octavio Paz «never ate here». Pasolini escribe en friulano, Clarisse Nicoïdski llora en ladino, Antu Liwen toca el cultrún. Judas jura que te adora. Bajo el diccionario pervive una «domus» romana. En la cueva, una hembra prehistórica susurra a su niña algo así como un cantar. Masculla su propio nombre esta noche el borracho. Amigo, se me ha clavado en el vientre la astillada voz de los despojados. Vela, aedo, el Verbo clama.
Poeta, despierta, el viejo espejo se ha roto en mil palabras. Los invitados han dejado olvidadas sus preguntas en el paragüero y se nos han acabado las letras de los himnos. Los sapos también cantan al claro de luna. Hemos vendido la piel del sustantivo. ¡Bajo estas lámparas no anochece! Firma aquí el albarán de los aplausos. «¿Por qué cantáis a la rosa?», ha vuelto a preguntar Huidobro . Tampoco nos quedan certezas en el minibar. Apúrate, una mimosa se ha estrellado contra el mármol, no hay rescoldo del ascua en la garganta, se ha podrido la flor de papel. Las náyades han vuelto a atascar el sumidero. La niña se está tocando la cicatriz. Va a haber que limpiar el polvo del salón en el ángulo oscuro... Maestro, la belleza ha llamado por teléfono, ¿le digo que no estás? No escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie . Está sangrando tinta la paloma en la litografía. Me gustan los poemas que se pueden bailar. Abrevia, hermano, abreva. Limpiémonos la lengua. Vamos. Aún queda mucho tiempo, abismo, aire, brecha. Verbo en vilo. Silencio.
Poeta, despierta.