LIBROS

Carlos García Gual: «Los clásicos se pueden llevar en el bolsillo»

El escritor y académico es galardonado hoy en México con el Premio Internacional Alfonso Reyes 2020, premio que otorga el Gobierno e instituciones mexicanas, por su trayectoria y amplia bibliografía

Retrato del catedrático del 2019

Teresa Garza

La primera vez que Carlos García Gual (Mallorca, 1943) leyó a Homero fue en la biblioteca de su abuelo. Pero fue en Madrid donde se especializó en literatura, filología, mitología y filosofía griega, cosechando una vasta bibliografía y obtención de reconocimientos, como el Premio Internacional Alfonso Reyes 2020 que le será otorgado hoy en México.

El catedrático de 77 años, que estudió Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid , recibirá este galardón a través de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura , la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y la Sociedad Alfonsina Internacional

La Secretaría de Cultura de México lo define en un comunicado oficial como «escritor, filólogo, helenista, traductor, editor, mitógrafo y crítico literario». El jurado, conformado por los escritores mexicanos Coral Aguirre , Felipe Garrido y José Javier Villarreal , dictaminó que García Gual merece este reconocimiento «porque su pasión nos ha legado una extensa e imprescindible bibliografía ». De esta destacan títulos como La muerte de los héroes (2016), Los orígenes de la novela (1972), Diccionario de mitos (1997) o Voces de largos ecos (2020), que es su más reciente publicación.

Un premio que une a México con el mundo

La ceremonia de entrega del Premio está programada para el 18 de noviembre a las 18:00 horas de México, 1:00 horas del 19 de noviembre en España . La transmisión podrá seguirse por medio de las redes sociales de la Universidad Autónoma de Nuevo León desde la página de Facebook de Cultura UANL.

El Premio Internacional Alfonso Reyes se entrega a aquellas personalidades que cuenten con una amplia trayectoria en el campo de las humanidades. También se ha consolidado como un punto de enlace entre la literatura mexicana y la cultura universal y como uno de los galardones más prestigiosos en el plano de la literatura mundial. Dentro de la lista de galardonados se encuentran José Luis Borges, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Ignacio Bosque, Ida Vitale, Sergio Pitol y Mario Vargas Llosa.

¿Qué significa recibir este premio?, ¿cuál es el vínculo que lo une con Reyes?

Es un gran honor y una ilusión porque es un reconocimiento a una parte de mi trabajo literario, como helenista y admirador de Alfonso Reyes. He escrito un prólogo a su traducción de La Ilíada, de la edición que hizo la Universidad Autónoma de Nuevo León de Monterrey, y también he sido lector de Reyes desde hace mucho. De sus libros, tengo un ejemplar de Tertulia de Madrid de 1949. Lo encontré en la biblioteca de mi abuelo. Tengo otros de diversas editoriales y dos o tres de las Obras Completas . Hay que recordar que él escribió sobre religión griega, mitología, historia y retórica del mundo antiguo. Además, tengo una anécdota. Yo vivo en Madrid a unos metros de donde Reyes vivió cuando vino a España. Él vivía en la calle Torrijos, que ahora se llama Calle del Conde de Peñalver. Entonces leí su libro Cartones de Madrid y las cartas de esa época de cuando empieza a conocer la ciudad. Reyes mantuvo una simpatía por España toda su vida

El helenismo fue cultivado por Reyes. ¿Qué opina sobre su obra?, ¿qué reflexiones le produce leerlo?

A don Alfonso Reyes no le gustaba que lo llamaran helenista porque le sonaba profesional, y él siempre, muy modestamente, decía que conocía poco, aunque sabía bastante de los griegos. Era sobre todo un humanista y como tal ha dejado una larga huella. Trató muchos temas. Sabía de literatura y de poesía, dio muchas clases y al final emprendió la aventura de la traducción de La Ilíada , que está compuesta con notable soltura. Pienso que leer a Reyes es fácil ya que tiene un castellano espléndido, Borges lo elogió mucho, y a mí me ha gustado mucho leerlo.

«Alfonso Reyes mantuvo una simpatía por España toda su vida»

¿Cómo describiría su relación con México?

He estado en México varias veces, tengo una relación desde hace algunos años.Fui comisario de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, he participado en algunos coloquios sobre mitos e historia en Zacatecas y también he dado conferencias en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Ciudad de México, y en la Universidad Autónoma de Nuevo León, en Monterrey, donde me han acogido muy bien. También he estado como turista en zonas como Yucatán. Tengo una gran admiración y simpatía hacia México y a los mexicanos. Además tengo muchos amigos ahí, como la profesora Elizabeth Sánchez Garay, y tuve la oportunidad de conocer a la poeta Minerva Margarita Villarreal.

Ante los cambios tecnológicos, ¿hacia dónde se dirigen los estudios helenistas en la actualidad? ¿cuál es la importancia de las humanidades?

He vivido la experiencia del progresivo arrinconamiento de las humanidades en la enseñanza media. He sido catedrático de instituto en España unos seis años, y también en la universidad. En España aún existe la especialidad de estudios clásicos, de griego y latín, pero, en general, estos estudios han perdido mucho terreno y esto merece alguna orientación. Vivimos en un mundo de masas regido por la tecnología y existe un desprecio por el mundo humanista y la Historia antigua. Pienso que los clásicos y los estudios del mundo antiguo nos llevan a conocer otras personas, otros caminos y otras épocas, y que las humanidades abren horizontes de conocimiento y de sensibilidad.

«Los clásicos y los estudios del mundo antiguo nos llevan a conocer otras personas, otros caminos y otras épocas»

¿Qué diferencias encuentra entre los métodos y las formas de estudio de hoy en día?

Más que un cambio en el método, hay un choque en la manera de enseñar, porque hoy hay unos planes pedagógicos basados en la creencia de que lo principal es el empleo inmediato. También se encuentran las ideas que orientan que uno puede sustentar su cultura en la televisión y en su programación dominante y también en las canciones que están de moda. Se deja de lado todo lo demás y yo creo que la formación interior del individuo es importante.

Su nueva publicación «Voces de largos ecos», editada por Planeta, presenta una selección de clásicos. ¿Cómo se mantienen vigente los autores y las obras que aborda?

Es una selección personal. En el fondo, algunos artículos fueron prólogos y la intención es orientar hacia la lectura de algunos clásicos. Hay muchos que no están ahí, dejo de lado algunas tragedias y poetas líricos, y hablo de algunos autores que tuvieron prestigio y que hoy son poco leídos, como Plutarco, que escribió biografías de héroes y en otras épocas, como en el siglo XIX, se consideraba un gran autor. Y bueno, hablo de Homero para resaltar que sigue vivo. El libro está escrito con una cierta soltura y señalo los libros donde puede leerse a estos autores. En España hay muy buenas traducciones y ediciones. Hoy ya se puede llevar los clásicos en el bolsillo, ya es muy fácil acercarse a ellos.

«Más que cambios en los métodos de enseñanza, hay un choque en la manera de hacerlo, y yo creo que la formación interior del individuo es importante»

¿Considera que algún día existirá una composición similar en proporciones a «La Ilíada» de Homero?

La Ilíada es un poema épico de guerra, los grandes héroes guerreros se acabaron hace mucho y este tipo de temas ya no son posible más que en cómics y en ciertas películas. Hoy, hay relatos que tienen ciertos ecos épicos, como las películas de La guerra de las galaxias o los libros de Percy Jackson. Una cosa curiosa es que a los niños y a los jóvenes les gusta la mitología: es como si esos viejos relatos guardaran cierto encanto y eso los atrae.

¿Cómo se puede invitar a la gente a leer a los clásicos?

Los libros clásicos no sólo agudizan el sentido de la belleza o de una cierta emoción, también procuran el placer y la ilusión. Hay un placer hondo en realizar esas lecturas, que quizás no es un placer tan inmediato, y hay que esforzarse por adentrarse para conocer y disfrutar. En este sentido, los clásicos se deben leer por placer, no por obligación.

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