ESCULTURA

Camille Claudel, ser mujer y artista

Francia hace las paces con la escultora que vivió a la sombra de Rodin con la apertura de un museo dedicado a su figura en Nogent-sur-Seine

Una de las salas del museo dedicado a Camille Claudel

JOSÉ JIMÉNEZ

En la localidad de unos 6.000 habitantes de Nogent-sur-Seine , situada en al norte de Francia, acaba de inaugurarse el Museo Camille Claudel (1864-1943). Su apertura coincide con el centenario de la muerte de Rodin , a quien Camille estuvo conflictivamente ligada. ¿Por qué un museo con su nombre en esa pequeña ciudad?

Claudel vivió allí de niña con su familia , entre los once y catorce años, en el mismo espacio donde hoy se sitúa el museo. Nogent-sur-Seine está además «inscrita» en la memoria literaria de Francia porque Flaubert veraneaba allí con frecuencia. Y se dice que algunos espacios y ambientes de sus obras derivan de sus paisajes.

La figura de Camille Claudel tiene un carácter emblemático , pues su trayectoria expresa hasta qué punto ha sido -y todavía sigue siendo- difícil para una mujer desarrollar una actividad como artista. Con la idea de favorecer los estudios de su único hijo varón, Paul, y que este pudiera convertirse en diplomático, su padre, registrador público, convence a su mujer en 1881 para que se instale en París con sus tres hijos. El deseo del padre se cumplió: Paul Claudel sería diplomático, y además un excelente escritor.

Vetado a mujeres

En esa época, la Escuela de Bellas Artes de París no admitía mujeres, y Camille comienza ese mismo año sus estudios de escultura en una academia privada. El paso decisivo en su trayectoria tendría lugar en 1884, cuando empezó a trabajar en el taller de Rodin. Con él mantuvo una relación tempestuosa: fuente de inspiración, modelo y amante. Sin embargo, Rodin decidió no hacer oficial su relación íntima con Camille , no aceptó casarse con ella, como sí haría pocos meses antes de su muerte, el 29 de enero de 1917, pero con Rose Beuret, con quien mantenía una relación estable desde 1863. Sobre Camille, según se recoge en una cita datada en 1898, dijo Rodin: «Yo le he mostrado dónde encontraría oro; pero el oro que ella encuentra es de ella».

Tras la ruptura con Rodin, Camille intentó afirmarse como escultora, pero las múltiples barreras sociales y prejuicios en la Francia de entonces lo hicieron inviable. Sufrió alteraciones psíquicas agudas , y en 1913 fue internada en una institución psiquiátrica, y, al año siguiente, trasladada a otra, donde discurriría el resto de su existencia hasta su fallecimiento en 1943. Esa línea tan intensamente trágica de su vida ha dado lugar a no pocos textos literarios y películas de gran interés que muestran a través de ella la extrema dificultad, en tantos contextos sociales y culturales, para ser mujer artista.

El tiempo, tan breve, en el que Claudel pudo desarrollar su actividad como escultora es la razón de la escasez de su obra. Sin embargo, las piezas que se conservan tienen gran alcance e intensidad plástica , y hacen pensar qué elevación habría alcanzado su trabajo escultórico si se hubiera podido desarrollar en plena libertad.

Tarea de rescate

Este aspecto es el que da sentido a un museo que lleva su nombre, que ejerce así una tarea de rescate, y en el que se muestran 43 esculturas suyas, casi todas de pequeño formato. Hay, sin embargo, un problema de escala en su concepción. De sus 15 salas sólo las cuatro últimas están dedicadas a Claudel, mientras que en las once anteriores (espacios mucho más amplios que hacen continuamente ir pensando dónde empieza su obra) se despliega un vasto panorama de la escultura francesa del siglo XIX que culmina con la reconstrucción del ambiente del taller de Rodin. Probablemente el problema viene del origen del centro, dedicado anteriormente, como museo municipal, a la escultura francesa de ese periodo.

En cualquier caso, poder ver las obras reunidas de Camille, dialogar hoy con sus esculturas permite apreciar el alcance individual de una voz plástica en la que destella con intensidad la vibración del movimiento. Es inevitable sentir en sus esculturas el reflejo de Rodin. Pero, a la vez, percibimos un flujo expresivo en el que las imágenes de mujeres alcanzan más protagonismo , aunque siempre desde posiciones de confrontación o dificultad.

Entre ellas, yo trazaría un itinerario personal a través de Mujer en cuclillas (h. 1884-1885), El hombre inclinado (h. 1886), El abandono (h. 1886), su busto de Rodin (1888-1889), cuatro versiones de El vals (1889-1893), La edad madura (h. 1890), Perseo y la Gorgona (1897-1902), La fortuna (h. 1900), La sirena o La tocadora de flauta (h. 1905), y, de un modo muy especial, tres versiones de La implorante o Imploración (h. 1894-1905). Esta última pieza, una figura femenina desnuda que procede del grupo de La edad madura , es para mí un grito intensamente dolorido de la propia Camille, clamando desgarradamente por su libertad vulnerada.

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