LIBROS
Caitlin Moran: «Las mujeres somos más graciosas porque nos pasan cosas terribles»
La británica explora entre carcajadas y estribillos de «britpop» la cara menos amable del Londres de los años noventa en «Cómo ser famosa»
El Londres de los noventa, con su glorificación de la cultura obrera, su «montón de tajas con insolación chillando Parklife! por los parques» y sus duelos a muerte entre Blur y Oasis, también tuvo su lado oscuro y pestilente. Lo sabe bien Caitlin Moran (Brighton, 1975), desternillante y guasona escritora que, no contenta con haber vivido aquellos años en primera persona como periodista del «Melody Maker» , regresa al lugar del crimen con «Cómo ser famosa» (Anagrama), secuela de «Cómo se hace una chica» y nueva entrega de las muy autobiográficas y alocadas andanzas de la crítica musical Johanna Morrigan.
«La idea inicial tenía que ver con lo raro y doloroso que puede llegar a ser convertirse en una celebridad, pero cuando me di cuenta de que aquello sólo le interesaría a personas como Chris Martin y Bono, la fama pasó a un segundo plano y "Cómo ser famosa" se convirtió en un libro sobre el acoso sexual y el abuso de poder», relata Moran. Un abuso con el que Johanna, recién aterrizada en el Londres de los excesos y las noches en vela, tendrá que aprender a lidiar a marchas forzadas.
«Mi vida es mi dinero», ha dicho en alguna ocasión.
Para los abogados de la editorial es importante que digas que es una obra de ficción, pero como una de los principales inspiradores del libro está muerta, puedo decir que la mayoría, el 87 por 100 más o menos, me ha pasado a mí. Y lo que no me ha pasado a mí les pasó a mis amigas. Cuando yo me mudé a Londres también lo hicieron mis tres mejores amigas, y a todas les ocurrió más o menos lo mismo. Edades parecidas, experiencias parecidas y, por supuesto, hombres parecidos.
«Si los Beatles cambiaron el mundo una y otra vez fue por el amor de sus fans»
De hecho, mientras escribía el libro estalló el movimiento #Metoo y miles de mujeres empezaron a compartir historias parecidas a la de Johanna.
Parecía como si el mundo hubiese llegado a la conclusión de que para recuperar la dignidad perdida las mujeres necesitásemos compartir nuestras historias y traspasar la vergüenza de las víctimas a los verdugos. Las mujeres no deberían tener vergüenza sexual. Se la has de devolver al agresor y decirle: «tú lo has hecho mal, no yo». Mientras llevemos esa vergüenza como un secreto escondido será una carga.
Da la sensación de que está escribiendo los libros que hubiese necesitado leer cuando era adolescente.
Se supone que cuando eres adolescente las amigas lo son todo, tienes una pandilla que durará para siempre. Pero muchas chicas están solas, no tienen amigas. Yo escribo estos libros porque así es como me sentía; por eso mis libros son para chicas solitarias. Y mi obsesión es que mis novelas sean útiles. Así que, más que una historia de acoso, me interesaba explicar una historia de cómo sobrevivir a ese acoso.
El humor sigue siendo un elemento central a pesar de que el tema es cualquier cosa menos humorístico.
Si puedes transformar la rabia en humor, en alegría, mucha más gente te escuchará. Por eso el humor es algo tan importante. El feminismo es una idea tan brillante que no quiero que la conozcan solo diez personas en secreto. Quiero hacer que sea una cosa alegre. Además, las mujeres somos más graciosas porque nos pasan cosas terribles. Tenemos más cosas sobre las que bromear. Es supervivencia pura.
«El feminismo no son reglas rígidas, sino un conjunto de herramientas»
Su manera de entender el feminismo, en cualquier caso, no parece demasiado ortodoxa.
Mucha gente tiene una idea muy equivocada de lo que es el feminismo. Piensan que es una cosa muy seria, con un líder feminista, y una Biblia feminista, y un montón de reglas que has de estudiar durante muchos años antes de poder decir que eres feminista. Pero no. No es nada de eso. Es un movimiento cultural popular en el que inventando una palabra como «Metoo» puedes cambiar el mundo. El feminismo no son reglas rígidas, son herramientas. Las mujeres vemos el feminismo como una cosa útil y seria pero nos olvidamos de que, al final, el propósito del feminismo también es que nos lo tenemos que pasar bien.
«Cómo ser famosa» retrata la cara menos amable del Londres del «britpop». El único que se salva, de hecho, es John Kite, ese músico tremendamente adorable. Demasiado, quizá.
Es que los músicos eran muy amables. El problema eran los cómicos (ríe). Los músicos del britpop no tenían nada que ver con las clásicas estrella de rock: eran buenos chicos de clase trabajadora, leían libros, eran feministas… Su problema fue que no supieron lidiar con su propio público. Porque, claro, si el «britpop» se hizo tan popular fue porque había un montón de chicas adolescentes comprando discos. Así que no solo estaban los chicos con los brazos cruzados diciendo: «Oh, sí, esto mola», sino que había cientos, miles de chicas gritando. Y a los grupos les incomodaba mucho aquello; les daba vergüenza que sus fans fueran un puñado de crías adolescentes.
¿De ahí que el libro sea también una carta de amor a la figura del fan; especialmente a las fans femeninas?
¡Las chicas adolescentes son las mejores fans del mundo! Te amarán incondicionalmente. Aquellos grupos despreciaban a sus fans adolescentes, pero eran ellas las que los estaban convirtiendo en millonarios. Por suerte, ahora es diferente. Gracias a internet, sabemos del poder del amor incondicional adolescente. Nadie se puede meter con Lizzo, Beyoncé o Taylor Swift sin que caiga sobre ellos su furia. Recuerdo que una vez entrevisté a Matthew Healy, el cantante de The 1975, y lo único que le preocupaba es si mis dos hijas adolescentes consideraban que su grupo era lo suficientemente cool. Como digo en el libro, si los Beatles cambiaron el mundo una y otra vez fue gracias al amor incondicional de las adolescentes; era eso lo que los hacía invencibles. Les decían: «Podéis hacer lo que os dé la gana, que os querremos igual».