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«Cabezas cortadas»: María, una mujer en tiempos difíciles

Pablo Gutiérrez ha escrito una brillante novela protagonizada por una joven, licenciada y emigrante, en una gran urbe.

Cuando la ficción imita la realidad sin caer en los tópicos

Pablo Gutiérrez (Huelva, 1978)

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Haber dado el nombre de María a la narradora protagonista ha sido uno de los varios aciertos de la novela de Pablo Gutiérrez (Huelva, 1978). María es el nombre de todas porque esta novela no habla solo de una mujer joven, emigrante a una gran urbe (se sugiere Londres) sino de muchas otras que son como ella y viven perplejas una proletarización que debía haber sido incompatible con sus estudios (másteres) y los muchos sueños de ganar un lugar en un Paraíso que deviene infierno de camarera en un puesto de comida rápida y regreso a un tugurio de la «banlieu» donde comparte piso. Otro acierto de la novela es que Pablo Gutiérrez, autor varón, ha dado primera persona narrativa (mediante la escritura de una especie de diario) a su personaje femenino, con lo que se evita el estigma autobiográfico y logra una universalización objetivadora de las vivencias que narra.

Como no se presenta como caso individual de una escritora concreta, Pablo Gutiérrez consigue que el lector vaya más allá del personaje y se pregunte por las cuestiones sociales que provocan su fracaso y su rabia. Hay mucha, y esa es otra de las singularidades, puesto que María es cáustica, no se anda con eufemismos, y sus reflexiones no caen en el pozo de lo políticamente correcto en el que se está sumiendo por desgracia la literatura, que no se atreve a decir nada sobre cuántos racismos y prejuicios, cuánta discriminación hay en la Europa blanca norteña respecto a la sureña no tan blanca, que parece gitanilla aunque sea mediterránea sin más, o bien, cuánto racismo hay escondido en unas costumbres islámicas, que proyectadas sobre la mujer complican todavía más la mirada, contaminada por una mezcla explosiva de sentimiento de identidad religiosa, miedo al sexo, tradición patriarcal...

Rabia

Considero que la opción literaria más eficaz de Pablo Gutiérrez ha sido construir la voz testimonial y feminista de María en la sinceridad de su diario, en el que vierte el personaje su sentimiento de no pertenecer a ningún lugar seguro y reconocido como estable (tanto económica como ideológicamente). Es mujer joven con estudios, es blanca y debería sentirse cómoda o acogida por una sociedad en la que no termina de entrar: no tiene el suficiente nivel de idioma, no tiene dinero, vive en precarios pisos compartidos que comienzan siendo una fiesta y terminan en cárcel de miserias no compartidas. La voz poderosa de María acumula la rabia de un sentimiento de exclusión que ni siquiera tiene la coartada de la raza o la religión, de manera que María va sufriendo por economía su desplazamiento a un barrio , donde la mayor parte de sus convecinos son islámicos y la miran como otra

Plantea la novela cómo el racismo es de ida y vuelta y no conoce fronteras . Pablo Gutiérrez sortea muy bien el peligro buenista que suponía la cercanía necesaria entre María y su compañera de casa, la joven turca Azra, universitaria inmigrante como ella. Muros y prejuicios poderosos que frustran tal relación.

Mito de la Cenicienta

Estilísticamente «Cabezas cortadas» navega muy bien entre la expresividad de decir sin pelos en la lengua toda la rabia que María acumula, y las referencias culturales contemporáneas a músicos, y mitos sexuales de una joven española, lo que otorga dosis de verismo y un punto de vista femenino no encorsetado. Como no todo tenía que ser descarnada denuncia, Pablo Gutiérrez da un peligroso giro a la trama, con la seducción lésbica a la que María se ve impelida por parte de la ejecutiva financiera Julie Desmoulins. El nombre estrambótico, casi de película, es elección acertada por cuanto tiene de recreación del mito de la Cenicienta, llevada por la ejecutiva adinerada a la carroza de opulencia que la atracción sexual facilita.

Peligroso giro, y quizá sea extremado el melodramatismo , pero no deja de ser interesante la tesis de que la única salida del lumpen para María haya podido ser el dinero, único lugar seguro en cualquier frontera. La novela española joven comienza a decir cosas distintas, no consabidas y saca a la luz un asunto como el del proletariado universitario emigrante . Y esta vez lo hace con nervio y gran fuerza expresiva.

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