LIBROS
Brooklyn durante la Segunda Guerra Mundial
En «Manhattan Beach», Jennifer Egan ofrece un excelente fresco por donde desfilan mafiosos y jóvenes luchadoras, como su protagonista
Estupenda narradora, Jennifer Egan (Chicago, 1962) se alzó en 2010 con el Premio Pulitzer. Periodista de «The New York Times» y autora de varias novelas, entre ellas «La torre del homenaje», sus cuentos han aparecido publicados frecuentemente en el «New Yorker» o en «Harper’s». Su última y de nuevo magnífica novela, «Manhattan Beach», cambia de estilo y se adentra, de una manera realista aunque no lineal , con saltos en el tiempo y el espacio, en Nueva York, y muy en concreto en Brooklyn, de los años 30 y 40 del pasado siglo. Estados Unidos se lame aún las heridas causadas por la Gran Depresión, con muchas familias arruinadas. Mientras, los cines y los «night clubs» ahuyentan todos los pesares con estrellas como Gary Cooper o Joan Fontaine . Al mismo tiempo, el país se prepara para lo peor: entrar en la guerra.
En una guerra en la que se lucha por la libertad o por la tiranía en un continente, Europa, de donde provienen muchos de los personajes -italianos, polacos, irlandeses...- de este fresco que sobre todo habla de una gran y devoradora ciudad y de la estrecha relación con el mar que ha tenido desde que se fundó. Un cordón umbilical que los atrapa a todos, un vasto océano de poéticas resonancias, cuyas temibles profundidades «ocultan y revelan», a la vez, secretos impenetrables que se apuntan, entre sombras y con una inquietante sucesión de conjeturas, desde el enigmático y soberbio comienzo que abre «Manhattan Beach».
Trabajada tensión
Un día de invierno de 1934, una niña de doce años, perteneciente a una familia de irlandeses, Anna Kerrigan, se dirige con su padre a la imponente mansión de un tal Dexter Styles, un gánster, propietario de numerosos clubes nocturnos, como, ya de adulta, le será revelado. Eddie, el padre de la niña, fue un artista de variedades que soñó convertirse en un agente de Bolsa en los locos años 20, pero que al arruinarse tuvo que conformarse con sacar a su familia adelante haciendo pequeños encargos en el submundo mafioso del Nueva York de la siguiente década.
Estados Unidos se lame aún las heridas causadas por la Gran Depresión, con familias arruinadas
Ese día, Eddie, por primera vez, hace algo insólito: deja sola a su hija para irse a hablar con el poderoso Styles. Ya de mayor Anna conocerá el contenido de esa conversación: Eddie ha ido a pedirle dinero para comprarle una silla de ruedas a su bellísima hija Lydia, que sufre de parálisis cerebral desde su nacimiento . Tiempo después, Eddie desaparece sin dejar rastro. Algo que ensombrecerá la vida de la joven Anna que, con gran obstinación, ha logrado ser la primera mujer buzo del puerto de Nueva York, asumiendo así el papel de cabeza de familia.
Excelente y sutil escritora, que sabe describir a cada mínimo parpadeo la complejidad de un carácter, la novela de Egan contiene un buen número de temas expuestos de forma apasionante gracias a una trabajada tensión mantenida a lo largo de la trama y de los años que se narran: el Nueva York de las bandas de gánsteres; los sindicatos semimafiosos y la vida de los astilleros , los militares y civiles que trabajan de forma heroica por la victoria, los banqueros que calculan sus enormes ganancias una vez todo acabe; o las chicas, como Anna, que luchan por hallar un lugar igualitario, en los años de un feminismo incipiente .