LIBROS

«El blues del hombre muerto», crimen a ritmo de jazz

Ray Celestin nos sumerge en el Chicago de la «ley seca» en una novela negra con banda sonora

El escritor británico Ray Celestin Inés Baucells

MARINA SANMARTÍN

El primer acierto de «El blues del hombre muerto» y de su autor es que no temen aburrir al lector. Ese pánico que se ha extendido como una plaga sobre la ficción literaria de nuestros días, el provocado por la amenaza de que la trama no genere desde la primera palabra la curiosidad suficiente y la novela sea rechazada en la misma mesa de novedades de la librería, está causando estragos en la consistencia de los argumentos y la credibilidad de los personajes. Afortunadamente, el británico Ray Celestin es valiente e i nicia la acción en una estación casi desierta , en la que un joven Louis Armstrong corre por el andén para subirse a uno de los vagones del Panama Limited ya en marcha, el tren que lo llevará de Nueva Orleans a Chicago.

Es el principio y no aparece ningún cadáver, ni una gota de sangre, sólo el nombre de uno de los músicos más importantes de todos los tiempos y su destino como coordenadas básicas para el desarrollo de una narración que habrá de recordarnos por su detallismo y verosimilitud a las mejores novelas clásicas.

Celestin, que ya triunfó con su título anterior, «Jazz para el asesino del hacha», elige Chicago , donde Armstrong se sumerge en los círculos que acogieron la explosión del jazz; y elige un verano de los últimos años veinte, la época de la mafia de Al Capone y la «prohibición», cuando en Estados Unidos se había ilegalizado el alcohol, a pesar de ser entonces la cuarta industria más importante del país. Tenemos entre las manos una historia de crímenes y música.

Contrapunto perfecto

En su reciente participación en el festival BCNegra , Celestin, amante de la documentación, afirmó que para escribir sobre algo tan escabroso como la muerte violenta es necesario dar con la manera de aligerar el tono narrativo. Para eso le ha servido la trompeta de Armstrong -que ya protagonizó su novela anterior junto con la detective Ida Davis, también fundamental en esta intriga- y su recorrido por la ciudad efervescent e.

Actúan como contrapunto para contar sin caer en el exceso tres sucesos : el envenenamiento, en plena ley seca, de los invitados a un cóctel en un hotel de lujo; la muerte de un gángster y la desaparición de una rica heredera; un cúmulo de relatos que, al mezclarse, logran dibujar el retrato de una época en la que no solo se produjo un inusual despunte en la creatividad artística, sino en la que se consolidaron los cimientos del crimen organizado y de la corrupción en la democracia occidental.

«El blues del hombre muerto» se llama así en homenaje al tema musical «Dead Man Blues» y es una invitación a la novela negra con banda sonora.

«El blues del hombre muerto», crimen a ritmo de jazz

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