MÚSICA / TEATRO

Ana Belén, de musa a estrella

La actriz y cantante madrileña acaba de obtener el XX Premio Corral de Comedias de Almagro

Ana Belén Ernesto Agudo
Diego Doncel

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Ana Belén acaba de recibir el XX Premio Corral de Comedias de Almagro. Un premio a toda una trayectoria , a toda una vida dedicada al teatro, a representar sobre las tablas la ilusión de vidas ajenas.

Nos gusta guardar en la memoria las interpretaciones de los grandes actores, de las grandes actrices, guardarlas en la retina y en el corazón como parte de nuestra historia personal. En esa galería de mitos particulares, para toda una generación de espectadores, está Ana Belén . Como los grandes mitos de nuestra época, no solo es un mito artístico sino también sociológico. Interpretando a Fedra, a Bernarda Alba o a Electra cambió nuestra sensibilidad.

Cualquier interpretación suya ha tenido el halo de la historia, de una España en blanco y negro que iba diciendo adiós y de otra España que nacía poco a poco con lo que tenía más a mano una minifalda, un desnudo, dejar de ir a misa. Ana Belén no fue la última niña prodigio del franquismo , sino de una nueva mentalidad que se abría paso en la sociedad española sin darse cuenta .

Nueva sensibilidad femenina

Nacida en Lavapiés, hija de una portera y de un cocinero del Palace, en aquel país de la emigración, del continuo reinventarse, ella simbolizaba un sueño, el de la nueva sensibilidad femenina, algo que está más allá de la belleza y el triunfo. Formada por Miguel Narros, y vinculada en sus inicios al Teatro Español, pertenece a esa generación de actrices que olvidaron algunos de los pecados de la interpretación española (el envaramiento, el dramatismo, la declamación) para reivindicar la naturalidad, la sencillez, el gesto y la voz de la mujer de la calle.

Hicieron la revolución de la espontaneidad y, en muchos casos, de la ingenuidad. Los personajes eran los mismos, pero el modo de hacerlos moverse sobre las tablas era diferente. Apostaron porque el espectador podía sentirse más cercano a ellos, podía reconocerse en sus sentimientos, en sus tragedias. Quitaron el cartón piedra y empezaron a hablar con el porro europeo de la modernidad entre los labios.

Variedad de registros

Con Narros, José Carlos Plaza o José Luis Gómez como directores fetiche ha llegado a ser una actriz de una absoluta solvencia, donde la variedad de registros nunca ha impedido la brillantez y la profundidad. Su rostro en el celuloide, en la historia del cine o de la televisión, quedó marcado por sus papeles en «Fortunata y Jacinta», «Divinas palabras» o «La pasión turca» que la lanzaron no solo a los comedores, a las palomitas de las Españas sino también al corazón de la ciudadanía. Pero los que han peregrinado detrás de ella por los teatros de Madrid o de Mérida, a lo largo y lo ancho de las Españas, saben que Ana Belén en directo, en el escenario, deja de ser estrella y musa para ser actriz, trabaja cuerpo a cuerpo, como un obrero, con los textos, deja de ser plural para ser una, sabe lo que exige el teatro, que la grandeza sea una forma de humildad.

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