MÚSICA

Beethoven para todos los públicos

El genio que iba por delante de la cultura de toda la humanidad nació hace 250 años en Bonn. Su legado como compositor y símbolo no tiene parangón. He aquí las claves para entenderlo

El retrato más conocido del compositor, por Joseph Karl Stieler

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Beethoven encarna los tópicos sobre el genio distraído, intratable: sucio, maniático, colérico, desastrado; cambiaba de casa con gran frecuencia; maltrataba a sus criadas; se peleaba con los vecinos; vestía y comía de forma estrafalaria… Una vez, la policía lo detuvo, creyéndole un vagabundo harapiento . Para Weber, era «un sujeto hosco y repelente».

A la vez, un verdadero genio. Su amiga Bettina Brentano explica esa dualidad: «En todo lo relacionado con su arte, es tan soberano y verdadero que ningún artista se atreve a acercársele; en todo lo demás, es tan ingenuo que se puede hacer de él lo que se quiera». Y define su grandeza: «Él va muy por delante de la cultura de toda la humanidad . Quién sabe si le alcanzaremos alguna vez».

TRES ETAPAS . En su biografía y en su obra, suelen distinguirse tres etapas, correspondientes, aproximadamente, a tres décadas:

1. Desde su regreso a Viena, en 1792 . Deslumbran entonces sus improvisaciones, al piano. Opina Mozart: «Vigílale: algún día, el mundo hablará de él». Y Haydn: «En el futuro, tendrá ideas que hasta ahora nadie ha tenido».

2. A partir de 1803 , sufre ya la sordera e inicia una etapa de música sinfónica, con una dimensión heroica.

3. Después de 1813 , cuando sufre una nueva crisis, busca un estilo más íntimo y vanguardista.

EL «TESTAMENTO DE HEILIGENSTADT» (1802). A los 32 años, hundido en la depresión por la creciente sordera, escribe a sus hermanos una carta, conocida como «Testamento de Heiligenstadt», un texto básico para entender su sufrimiento: «Vosotros, los que me llamáis hostil, arisco o misántropo, ¡qué injustos sois conmigo! Hasta ahora no me ha sido posible decir: Hablad más fuerte, gritad, que soy sordo!».

Llegó a sentir la tentación del suicidio y sólo la superó por creer que debía ofrecer su música a la humanidad: «Un poco más y hubiera puesto fin a mi vida, sólo el arte me sostuvo. Me parecía imposible dejar el mundo hasta haber creado todo lo que yo sentía que estaba llamado a hacer».

Lo guardó en su escritorio, junto con las cartas a «la Amada Inmortal»: allí lo encontraron, después de su muerte.

LA DIGNIDAD DEL ARTISTA . Sentía Beethoven el orgullo de ser un creador. Cuando le discutieron su derecho a usar, en el apellido, la partícula nobiliaria «van», contestó, señalando su cabeza y su corazón: «Mi nobleza está aquí y aquí».

Yendo con Goethe , vieron venir a la familia imperial. El escritor se inclinó; el músico avanzó, erguido: «Cuando se juntan dos como Goethe y yo, esos grandes señores tienen que saber lo que puede ser considerado realmente grande».

LA NATURALEZA . Siempre sintió gran amor por la naturaleza. Un amigo, que lo visitó muy temprano, lo encontró en la cama: «Nada más llegar, saltó de ella. Parecía estar especialmente alegre. Tal como se encontraba, con un camisón viejo y sucio, se dirigió directamente a la ventana para quedarse allí, absorto, mirando el paisaje».

Con el paso de los años, cada vez buscaba más consuelo en la naturaleza: «Nadie puede amar tanto el campo como yo. Prefiero un árbol a un hombre».

LOS AMORES . Nunca se casó, pero conocemos el nombre de muchas mujeres a las que amó : Giulietta, Teresa, Josefina, Amalie, Bettina… Se ha dicho que tenía una tendencia a los amores imposibles, a mujeres casadas o nobles. Todos estos amores juegan un papel decisivo en su vida y en su obra. Por ejemplo, escribe sobre su amor con Bettina Brentano: «No ha habido ninguna primavera más hermosa que la de este año… porque la he conocido».

Un caso especial es el de la «Amada Inmortal», para la que se han propuesto varias identificaciones . Le escribió tres apasionadas cartas, que, por una razón que ignoramos, no llegó a enviar: «Mi ángel, mi todo, mi yo… A pesar de lo mucho que tú me quieres, más te quiero yo… Continúa siendo mi verdadero y único tesoro, mi todo, como yo lo soy tuyo». Guardó en un cajón secreto las tres cartas, que se descubrieron después de su muerte.

HIJO DE LA ILUSTRACIÓN . Sintió con fervor los ideales de la Ilustración, la fraternidad de todos los seres humanos. Creyó que los encarnaba Napoleón: pensó en dedicarle su Tercera Sinfonía. Se decepcionó profundamente cuando se declaró Emperador: «¡Él también es solo una persona igual que las demás!».

Así formuló su triple lema: « Hacer el bien donde se pueda . No ocultar jamás la verdad, ni siquiera ante el trono. Amar la libertad por encima de todo».

CLÁSICO Y ROMÁNTICO . Es clásico por su excelencia, no por su estilo, profundamente romántico: «Me interesa conocer las reglas para poder transgredirlas mejor… La música debe insuflar fuego en el espíritu… Lo que tengo en el corazón tiene que salir: por eso escribo».

Muchas obras suyas desconcertaron a la crítica, en su estreno. Por ejemplo, la «Segunda Sinfonía»: «Un monstruo, un dragón herido que se retuerce…». O la «Novena»: «Una monstruosa locura».

Abrió el camino a todos los románticos. Baste el ejemplo de Wagner : «No sé a qué estaba yo destinado. Una tarde, escuché una sinfonía de Beethoven: me dio fiebre, enfermé. Cuando recuperé la salud, ya era músico».

HUMANISMO . Hace suyo Beethoven el lema de Goethe: «Por el dolor, a la alegría». Más allá de la perfección técnica, aporta una lección de humanismo. Lo dice el coro de prisioneros de Fidelio: «Queremos confiar en Dios, en su misericordia». Lo resume Furtwängler: «Una religión de humanidad».

Lo evoca José Hierro : «En Viena, un hombre sordo, un hombre / melancólico, solitario, / enamorado, soñador… / Un hombre, en Viena, / derivando a la muerte… Un hombre, / sencillamente».

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