CINE

The Beatles: melenas, guitarras eléctricas y celuloide

A los cincuenta años de la separación de The Beatles, repasamos las cinco películas que hicieron juntos. Irregulares, excéntricas y de calidad discutible, son vistas hoy como documentos de la época de sus mayores éxitos musicales

Fotograma de «A Hard Day's Night» («Qué noche la de aquel día»)

Víctor Arribas

Paul Quits The Beatles. La portada del Daily Mirror dejó helados a millones de lectores que se despertaron con su habitual ingenuidad en la mañana del 10 de abril de 1970. Se veía venir un alejamiento de los miembros de la banda, pero nadie lo esperaba. Medio siglo después de aquel cataclismo cultural , que a la larga fue el artífice de la elevada altura del mito que hoy significan The Beatles, los balances y retrospectivas resultan abrumadoramente favorables, cuando no absolutamente entregados, hacia toda su obra artística. ¿Toda? No exactamente. Siempre ha concitado controversia su producción cinematográfica , tanto aquellos títulos en los que intervinieron como los que se han perpetrado después como reflejo a la trayectoria del cuarteto de Liverpool .

Pero considerando el impacto en el momento en que se realizaron y el auge de los movimientos artísticos en los que estuvo inscrito, sí hay un cine Beatle . No importa que su media docena corta de películas sean irreverentes e irrelevantes , que no hayan inventado nada ni trascendido corriente cinematográfica alguna: están ellos cuatro y está su música , y lo demás es puro divertimento que no debe ser juzgado con las mismas reglas que juzgamos Dies Irae de Dreyer .

El cine de los Beatles apenas se apoya en tramas argumentales , adolece de lógica y de reglas dramáticas, refleja con golpes lanzados a discreción una sucesión de situaciones absurdas que sólo ellos entendían desde la óptica de quien va a ganar mucho dinero haga lo que haga, sea algo sublime o un vanidoso reportaje autofinanciado. Se ríen de todo, especialmente de la policía y de la autoridad, se ríen de sus fans y globalizan el carácter contestatario que desde entonces tuvo la juventud. Y por supuesto sus films eran el perfecto pretexto para introducir las canciones de éxito del grupo, lo que las convertía en un vehículo para acercarles a sus fans y para hacer caja. Una psicodelia imparable favorecida por los kilos de marihuana (Dylan ya había pasado por sus vidas) que los cuatro consumían durante los rodajes («Fumábamos marihuana para desayunar» diría John).

The Beatles en «Help!»

Richard Lester , el director de las desmitificaciones heroicas, les dirigió en las dos primeras y más valiosas películas, las que harían un genero Beatle por sí mismo. Les mostró huyendo de las enloquecidas fans británicas en Qué noche la de aquel día (1964), docu-comedia realista en la que viajan en tren de Liverpool a la Marylebone Station londinense con el abuelo de Paul («En mi opinión sois una pandilla de idiotas») como detonante cómico. Todo es destructivo, hasta las entrevistas de promoción o la grabación de su show en televisión.

Pero todo adquiere una explicación cuando la música entra en escena: la fuga de Ringo con una versión orquestal de This boy de fondo, la partida de cartas en el vagón de mercancías a los acordes de I should have known better , el ensayo de And I Love Her visto desde los monitores de realización, la carrera por la escalera de emergencia con Can’t buy me love martilleando los oídos. Un gran reportaje del Londres de los 60 , cargado de gestos slapstick como caídas e imágenes aceleradas de saltos y carreras, con una fotografía documentalista a lo nouvelle vague que enseña Notting Hill y el campo de deportes de Middlesex , Fitzrovia y Twickenham .

Help! (1965) entra en territorios surrealistas : el apartamento formado por cuatro adosados en Ailsa Avenue, al este de Londres, donde las camas están hundidas en el suelo, la secta hindú que quiere arrancar un anillo de la mano de Ringo, la francmasonería , la parodia del cine de espías y de la música del agente 007. A diferencia de su antecesora, Help! tiene argumento y lleva a los Beatles de Bahamas a los Alpes, con un guión desenfrenado en el que fue imposible dominar la incontinencia de John, Paul, George y Ringo , permanentemente bajo los efectos de las drogas.

«Yellow submarine»

Brandon de Wilde , el rubio actor infantil de Raíces profundas que le gritaba a Alan Ladd que no se fuera (¡vuelve, Shane!), se había marchado a las islas para ver el rodaje y les llevó a los fab four un cargamento de canutos. Es una locura de arte pop con colores contrastados, es cine experimental con tintes revolucionarios , pero es coherente en el cine de Lester y en el perfil juvenil de la banda. Hay hasta un concierto en pleno campo de batalla en la llanura de Salisbury .

Sin sentido es igualmente Magical Mistery Tour (1967), otro producto de la factoría beatle para televisión, por el que hay que tener mucha más paciencia aún como espectador. Es menos «seria» que el documental Let It Be (1970) grabado en la azotea de Apple en plena descomposición del grupo , en plena degradación de sus relaciones que queda patente en los ensayos, en las miradas, en el nulo contagio de la creatividad personal entre ellos, pero con un puñado de obras maestras extraídas del caos. Yellow Submarine (1968) es la más iconográfica pero la menos testimonial.

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