ARTE
ARCO'20: Ciudadanos de la nación arte
Artistas, galeristas, coleccionistas... Muchos están ahí desde que ARCO era una experiencia iniciática. Ahora, consolidado el prestigio de la feria, siguen marcando en rojo la cita en sus agendas
Cuenta Carlos Aires (Ronda, 1974) que, en su juventud, se desplazaba en autobús desde Granada -donde estudió Bellas Artes- a Madrid cada mes de febrero para visitar ARCO «en lo que era una especie de viaje iniciático que generaba un estado de histeria colectiva. Era maravilloso encontrarte grandes piezas de arte que antes habías visto en los libros». Saraos y más saraos, no se podía faltar a un evento relacionado con la feria si querías estar en la pomada. Ahora vive en Madrid, «y todo el mundo va corriendo y las conversaciones son más rápidas. ¡Pero se activa la ciudad! Eso no ha cambiado».
El artista malagueño recuerda su debut: un toro de Osborne rosa con luces de feria al que el escroto le colgaba hasta el suelo. Este año presenta varias obras con la galería ADN de Barcelona , pertenecientes a la exposición -actualmente en curso- Nada nuevo , trampantojos fotográficos donde juega con el camuflaje: esconde en papel moneda letras de canciones. Y también la pieza Telediario , realizada con platos de porcelana decorados con motivos tradicionales junto a imágenes de catástrofes. Paralelamente, es uno de los «instigadores» de Carajillo Visit , un desayuno por invitación que organiza Mala Fama estudios y Nave Oporto donde se ven propuestas de artistas o curadores y se generan sinergias. ARCO es (siempre) la feria y sus alrededores.
Desde el principio
Artistas, galeristas y coleccionistas forman, junto a la marea de visitantes en busca de conocimiento, belleza o revelación, esta «nación arte» en que se ha convertido ARCO, una cita marcada en rojo en sus agendas, en algunos casos desde el principio de los tiempos, aquel febrero de 1982 en que la galerista vallisoletana Juana de Aizpuru alumbró la iniciativa. «No he faltado a ninguna edición», confiesa Pilar Citoler (Zaragoza, 1937), odontóloga de profesión y una de las grandes damas del coleccionismo en nuestro país. «Y siempre he hecho adquisiciones». Citoler destaca la «lucidez» de los directores que ha tenido la feria, en un relevo que le ha proporcionado «magnitud, prestigio y especialización», además del papel clave de las galerías. «Aunque no acabo de comprender por qué no tenemos más influencia internacional; somos muy permeables con el talento foráneo, pero al revés nos cuesta más».
La también coleccionista -y poeta y abogada- Alicia Aza (Madrid, 1966) compró algunas de sus primeras obras en ARCO, aunque prefiere «el acercamiento con el arte al margen de ferias como esta, con un fuerte carácter social y estresante para muchas galerías, porque parece que si no estás presente, te caes. Es un evento imprescindible, pero lo veo más como un lugar para tentar nuestra capacidad de asombro . La parte de mí abogada debe tener los deberes hechos. En cambio, mi encuentro con el arte contemporáneo tiene un componente de libertad, de sorpresa. Sucede igual con la poesía».
En el punto de mira
El fotógrafo Fernando Bayona (Linares, Jaén, 1980) apenas balbuceaba cuando se celebró la primera edición en el Palacio de Exposiciones del Paseo de la Castellana. Hace un año, realizó una rompedora propuesta en el estand de ABC , La memoria traidora , en la que intervino imágenes del archivo de nuestro periódico para relacionar hitos históricos y demostrar cómo el ser humano repite los mismos errores. «Aquello supuso un cambio brutal en mi carrera», reconoce. «El hecho de estar en un estand institucional, y que además fuera visitado por los Reyes, me puso en el punto de mira. La serie sigue funcionando y será expuesta ahora en la sede del Instituto Cervantes en Belgrado».
Isabel Muñoz (Barcelona, 1951), Premio Nacional de Fotografía 2016 y ganadora de dos World Press Photo , tiene grandes recuerdos del evento, en especial de la cita de 2019, cuando presentó una instalación audiovisual interactiva. «ARCO es muy importante para dar a conocer tu obra mundialmente», reconoce. «También valoro el certamen como espectadora dispuesta a aprender, pues es un gigantesco museo de arte contemporáneo que pone a tu disposición realidades muy diversas. Hablas con personas que confiesan que les da apuro entrar en una galería y que aquí son capaces de ‘‘romper el hielo’’».
Esa cualidad de «espectadora» es la que cultiva Soledad Sevilla (Valencia, 1944), Premio Nacional de Artes Plásticas 1993, que suele reservar un par de días para «callejear» por allí. «Tengo una idea romántica de la exhibición, por eso prefiero una galería o un museo para mostrar mis obras», confiesa. De ARCO estima la oportunidad que ofrece al público de «perder el respeto al arte contemporáneo, convencer a los escépticos». Recuerda con cariño la apuesta que hizo por ella la gran Soledad Lorenzo , que instaló una de sus piezas de gran tamaño en la fachada de la feria.
Muestras colectivas
«Es una plataforma esencial para poner en contacto a los artistas con la sociedad», señala Luis Valverde , responsable junto a José Martínez Calvo de la galería Espacio Mínimo, inaugurada en 1992 en Murcia y, posteriormente, trasladada a Madrid. Su primer ARCO fue el de 1994 y desde entonces no han faltado a la cita. Este año presentan una muestra colectiva de artistas que han expuesto en su espacio y, con el proyecto Stonewall Inn , rinden homenaje a Felix Gonzalez-Torres con afiches y caramelos que formaron parte de su exposición en Nueva York en 1995.
«¿Un sitio para descubrir talentos? Cuesta, porque estoy muy liado atendiendo a clientes», apunta Alberto de Juan , propietario de la galería madrileña Max Estrella . «Veintidós años ininterrumpidos, superando la crisis...», rememora. «ARCO ha pasado de ser una feria de consumo interno a consolidarse a nivel europeo y latinoamericano». Su apuesta para este año, una colectiva que busca el diálogo entre pintura, escultura, fotografía y videoinstalación, con el uso de nuevas tecnologías como nexo de unión. Además del proyecto de Miler Lagos para el estand de ABC .