LIBROS
Aquí está Nicole Krauss
¿Es la nueva novela de la autora norteamericana una réplica a «Aquí estoy», de su exmarido Jonathan Safran Foer? Lean y juzguen
Justo antes de su muerte, Philip Roth ya pudo comprobar cómo su fantasma gozaría de excelente salud. De manera directa y clara en la muy celebrada « Asimetría », de la debutante Lisa Halliday ; en ella, el creador de Nathan Zuckerman no solo era protagonista del libro sino que, además, había sido amante y mentor de la novelista. Y ahora Roth regresa –de forma no tan directa pero igualmente palpable; hasta donde se sabe solo fueron buenos amigos– en lo nuevo de Nicole Krauss . Porque aquí su nombre no solo aparece en una frase consagratoria –«Deslumbrante. Me llena de admiración», apuntó en su momento– sino que su influjo es más que evidente en « En una selva oscura ». En lo formal y en el tema y en sus intenciones. Digámoslo así: la cuarta novela de Krauss (Manhattan, 1974) muy bien podría ser la hija tan carnal como espiritual de una fusión entre «La contravida» y «Operación Shylock» de Roth. Por las dudas: lo anterior es un elogio y, además, una pequeña llamada de atención a una escritora de talento que, por momentos, se pasa un poco de lista .
No es la única: también lo fue –luego de un divorcio bastante publicitado– su exesposo Jonathan Safran Foer con su reciente « Aquí estoy »: obra que casi podría leerse en tándem con esta de Krauss ( una y otra parecen discutirse y acusarse mutuamente de manera apenas veladas . «¿Es la nueva novela de Krauss un acto de venganza literaria?» se preguntó en su momento «The Washington Post») y que se ocupa también de los mismos temas que, claro, son inequívocamente rothianos. A saber: la decadencia física, la memoria como forma de olvido , la condición del judío de regreso a sus fuentes geográfico-históricas (mención muy especial de ese agujero negro que es el Holocausto nazi) y la idea del doble no exactamente idéntico pero sí reconocible pasada por el tamiz de la tan en boga Literatura del Yo. Moda a la que Rachel Cusk saca mucho más provecho que Krauss porque no se toma tan en serio, sino que se divierte y se ríe más consigo misma. Krauss por lo contrario parece encantada de conocerse y desconocerse para enseguida reconocerse y que se la reconozca. Atrás ha quedado esa especie de estética suya en la que parecían congeniar los humores de Paul Auster y Wes Anderson . Aquí y ahora la metaficción marca Roth (pero sin su humor salvaje). Todo para y por perseguir y alcanzar y comparar a dos figuras. La del abogado y casi septuagenario Jules Epstein quien súbitamente desaparece en Tel Aviv. Y la de la novelista de treinta y nueve años en Nueva York de nombre Nicole enfrentándose a un matrimonio en caída libre y que se obsesiona con la teoría cuántica-multiversal y la posibilidad de que su trémulo presente no sea otra cosa que un sueño que alguien sueña desde un hotel en, sí, Tel Aviv.
Travesías cruzadas
Nicole decide salir volando rumbo a Israel para romper el bloqueo con una posible nueva novela . Por supuesto, las travesías de Epstein y Nicole acabarán cruzándose. Antes, abundantes digresiones. Sobre Freud y Kafka y los cuentos de hadas y el Rey David . Y todo irá encajando con pericia que llega a irritar un tanto, como esa mejor alumna que levanta la mano con tantas ganas de que todos sepan que conoce la respuesta correcta y no ese pesado sentado dos pupitres más allá de apellido Foer.
«En una selva oscura» –paradójicamente previsible en su casi desesperación por ser considerada original– acaba luciendo como el más luminoso y demasiado bien cuidado de los prados. Lo que no está mal, pero por momentos se extraña el arrebato fuera de todo cálculo de pisar el césped perfecto y prohibido y, entonces, a ver qué pasa, qué pasaría. Eso sí, digámoslo también: es muy superior a «Aquí estoy».
Aquí está Krauss.
En una selva oscura . Nicole Krauss. Traducción: Rita da Costa. Salamandra, 2019. 304 páginas. 20 euros.