LIBROS

Antonio Soler: «He querido levantar los tejados y ver cómo viven los otros»

Málaga, ciudad natal del autor de «El camino de los ingleses», inspira su última novela, «Sur», una ambiciosa novela coral, donde se despliegan numerosos y variados recursos narrativos

El autor malagueño Antonio Soler Ñito Salas
Carmen R. Santos

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Con «Sur» , Antonio Soler, que hace poco revelaba a este mismo suplemento sus últimas lecturas , se ha alzado con el I Premio de Narrativa Alcobendas Juan Goytisolo, un galardón que se suma a otros conseguidos por el escritor malagueño, también guionista de televisión y articulista en varios periódicos.

¿Es «Sur» su novela más ambiciosa?

Sí, es la más ambiciosa. El reto era mayor y más complejo que en otras ocasiones. Me enfrentaba a una novela colectiva, con decenas de personajes que se desenvolvían simultáneamente en el mismo espacio y en un margen muy corto de tiempo, dieciocho horas. Personajes de estratos sociales, lenguajes y ambiciones muy diferentes. Los recursos narrativos debían de ser muy diversos -narración en tercera persona, en primera, flujos de conciencia, monólogo interior, diario, «whatsapps», mensajes publicitarios-, y yo actuar como una especie de director de orquesta muy atento a la evolución de los personajes principales pero también a la de los secundarios y terciarios.

¿Cómo empezó a gestarse?

La primera idea surgió en Dublín, un día en el que se celebraba el «Bloomsday». Vi una placa en el suelo, cerca del Trinity College, en la que se indicaba que allí se ubicaba un pasaje de «Ulises», como muchas otras que hay por Dublín, pero en ese preciso momento comprobé cómo la literatura formaba parte física de la ciudad y de qué modo la ciudad podía convertirse en literatura. Pensé que yo debía intentarlo. Que había llegado la hora después de décadas de aprendizaje de poner en marcha todos los recursos narrativos que estaban a mi alcance para emprender una novela de otra dimensión. A esa imagen primera se fueron añadiendo otras muchas, y también recuerdos, hechos que había oído contar, fantasías, noticias... Un cúmulo de elementos que componen «Sur».

¿Málaga es la «sombra del paraíso» (Vicente Aleixandre). Y usted tituló un ensayo sobre ella, «paraíso perdido»...

Málaga, como cualquier otra ciudad donde viven cientos de miles de habitantes, siempre es la sombra de un paraíso. Un espacio en el que miles o millones de personas persiguen un sueño, sea cual sea el de cada uno. «Sur» retrata esa persecución -y las correspondientes frustraciones que muchas veces genera esa persecución- desde múltiples ópticas. En este caso, el mapa de Málaga puede levantarse y colocarse sobre el plano de cualquier otra urbe. Como en «El diablo cojuelo», he querido levantar los tejados y ver cómo viven los otros, quiénes son esos otros con los que convivimos. En cualquier ciudad, en cualquier lugar.

Usted es miembro fundador de la Orden del Finnegans. ¿Es «Sur», pues, el «Ulises» malagueño?

Es una honra que lo comparen. Salvando las diferencias evidentes, hay similitudes en cuanto a que ambos libros pretenden captar el espíritu de un tiempo y una ciudad y todo transcurre en unas cuantas horas. Y sobre todo en que el lenguaje, la estética del lenguaje, tiene una importancia relevante. Mis cordenadas al empezar a escribir la novela fueron: tiempo, espacio y lenguaje. La única ventaja de «Sur» sobre el «Ulises» es que es más fácil de leer.

«He leído mucho a Juan Goytisolo, pero su novela "Señas de identidad" fue una lectura clave para mí»

¿Tiene también ecos de «La colmena» o de «Mannathan Transfer»?

De «Mannathan Transfer» es probable. Pero más aún de «Berlin Alexanderplatz» o de «El aplazamiento», una magnífica novela de Sartre injustamente ignorada y donde hay multitud de personajes y acciones simultáneas tensadas por lo que parece va a ser el inminente estallido de la Segunda Guerra Mundial.

En una de las citas que encabeza «Sur» leemos: «la imagen simple y sepia de la vida, / la puta realidad». ¿Ha querido usted reflejar esa «puta realidad»?

He querido reflejar la realidad, despojada de mitos y clichés, tan fáciles de crear y difundir sobre todo cuando se habla del sur, ese lugar que parece que obligatoriamente debe ser idílico. Este sur, esta realidad también existen, son los de cada día.

«Lo más complicado ha sido entreverar todos los personajes sin ocasionar despiste ni fatiga al lector»

Es una novela coral, con gran cantidad de personajes. ¿No obstante, destacaría alguno?

Hay distintos estratos de protagonismo, pero está claro que los ejes de la novela se sustentan en cinco o seis núcleos de personajes. Me parece fundamental el constituido por Dionisio y Ana, su mujer, abogado y médico respectivamente, con los que arranca y finaliza la novela. También destacaría al Atleta y su secreta ambición, o a esa especie de Quijote y Sancho que forman los cantantes callejeros Raimundo y Chinarro. La Dulcinea del primero es una chica abusada, sus molinos de viento la heroína y la Barataria del segundo el triunfo artístico.

¿Cuáles han sido las principales dificultades encontradas para armar este potente cruce de vidas?

Entreverar todos los personajes sin ocasionar despiste ni fatiga al lector. Dirigir una orquesta extensa sin que ni siquiera los instrumentos más exóticos desafinen.

«Sur» comienza con la aparición de un cadáver en un descampado. ¿Tiene elementos de «thriller»?

No. Solo ese elemento primero que no es gratuito sino que forma parte de la propia médula de la novela, del que probablemente sea el núcleo central de los protagonistas. Por lo demás, hay una parodia del género negro, cuando la anciana y medio desmemoriada abuela del Atleta relata un suceso criminal acaecido tiempo atrás. Realmente ese capítulo era una narración que yo había escrito hace décadas y que aquí, manipulado, cobra un sentido muy distinto.

En alguna ocasión ha dicho usted que «siempre hay que trastornar al lector»? ¿Cómo le trastorna con «Sur»?

Creo que los novelistas que dicen ser meros contadores de historias dejan un gran vacío tras de sí. Evidentemente, un novelista debe contar historias pero hay que exigir más. A un escritor yo le pido más, que me descorra velos, que me muestre a la luz del día, de las palabras, algo que hasta entonces solo formaba parte de mis intuiciones. En definitiva, que me resulte revelador, que me haga visible lo invisible.

«Un escritor debe contar historias, pero hay que exigir más. Le pido que me resulte revelador, que me haga visible lo invisible»

No sé si tendrá solución o no. Somos seres que como especie somos muy recientes, muy novatos, y cuya civilización evoluciona a una velocidad vertiginosa. La clave, entiendo, es que podamos ir asimilando lo mejor de esa civilización, la solidadridad, la empatía, el respeto, la cultura, y que no nos sobrepase el vértigo ni la caverna que según parece todavía llevamos a cuestas.

¿Qué significa para usted Juan Goytisolo, que da nombre al premio que ha obtenido con «Sur»?

Un escritor que en mi formación literaria fue muy importante, sobre todo con su obra «Señas de identidad». Leí esa novela muy joven y todas las posibilidades narrativas de ese libro se abrieron ante mí como un inmenso abanico. Naturalmente, leí mucho de lo que había escrito anteriormente y sobre todo lo que vino después, pero fue «Señas de identidad» el libro de Goytisolo que fue clave para mí.

«No descarto regresar al cuento, con el que siento que desde un punto de vista creativo tengo una deuda pendiente»

Antonio Banderas llevó al cine «El camino de los ingleses» con guion de usted. ¿Le gustaría que «Sur» llegara a la gran pantalla?

Sí, claro. Imagino que el libro por su complejidad requiere uno de esos directores con talento como los hay en España, y como fue el caso de Banderas con «El camino de los ingleses».

Comenzó su carrera literaria con un libro de relatos, «Extranjeros en la noche», pero rápidamente pasó a la novela. ¿Se siente más cómodo en este género?, ¿volverá al cuento?

Mi mundo narrativo se fue expandiendo, necesitaba más espacio para contar mis historias, para profundizar de otro modo en los personajes y en las diferentes estructuras narrativas. Aquel libro ya era un libro de relatos particular, con narraciones que rondaban las treinta o cuarenta páginas. De todas formas, en estos años he ido escribiendo algunos relatos en revistas y periódicos, y es un género complicado y exigente al que no descarto regresar y con el que siento que desde un punto de vista creativo tengo una deuda pendiente.

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