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El antipoeta Nicanor Parra

Ha muerto Nicanor Parra a los 103 años. De su vida, su carácter, sus luchas, ilusiones y desilusiones da buena cuenta un extenso legado. En 2011 recibió el Premio Cervantes

El escritor chileno Nicanor Parra (1914-2018)
Diego Doncel

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Ha muerto Nicanor Parra , uno de los poetas que más quiso llevar las encrucijadas de la vida a la poesía en español de nuestra época. Ha muerto en silencio, en su casa de La Reina, en Chile, mientras contemplaba cómo poco a poco se iba apagando todo. En su otra casa de Las Cruces, que habitó en los últimos años, buscó un poco de paz mientras los lectores y los medios lo convertían en aquello que él más odiaba: una institución. Lo cual solo habla de su grandeza, de la devoción que muchos sentían por él, de su influencia y de su originalidad.

El hombre de mediana estatura, de orejas grandes para oír la voz de los otros, de ojos siempre atentos a ese ángulo inédito de la realidad fue siempre un poeta rebelde, un tipo inconformista que no se plegaba fácilmente a otro dogma que a su propia verdad, una verdad hecha de contradicciones y de vitalismo dialéctico. Como poeta de la vida fue de los que hacen de su biografía un largo poema. Porque toda su poesía no es sino una forma de averiguar una posible identidad, de saber quién es ese hombre que se esconde detrás del nombre de Nicanor Parra y que él siempre vio con sospecha y con escepticismo. No fue un poeta del yo sino del antiyo porque nunca confió demasiado en la transcendencia de su estar en el mundo. Es decir, quiso quitar toda solemnidad retórica al hecho de vivir, limpiar las palabras de exceso de estilo y buscar una manera natural de moverse entre sus semejantes.

Peripecia vital

Su poesía , sin embargo, no da cuenta solo de su peripecia vital. Desde su primer libro «Cancionero sin nombre» (1937) hasta «Temporal» o el volumen de sus «Antiprosas» de 2015, Nicanor Parra quiso dar cuenta de la época que le tocó vivir y lo hizo con esa palabra llena de electricidad , de sacudidas, de alta tensión, hasta quemarse muchas veces. En él siempre se planteó el conflicto no entre el deseo y la realidad, como en Cernuda y los diferentes romanticismos, sino entre el hombre civil y la historia, es decir, entre la cotidianidad y el poder . Luchó contra la dictadura de Pinochet con el mismo empeño con que se desencantó de los comunismos que campaban por América Latina, puso siempre sus ideas en la defensa de los pobres, de los excluidos, como una forma de encontrar una nueva dimensión de lenguaje.

Luchó contra la dictadura de Pinochet con el mismo empeño con que se desencantó del comunismo

Fue un hombre de familia que intentó hacer de sus poemas algo familiar, reconocible. De su madre heredó la conciencia artesanal y la paciencia de aquella modista pobre que cosía para entrar algo de dinero en casa. De su padre le vino la vena bohemia , el no transigir con convenciones y moralidades impuestas. Compartió con su hermana Violeta Parra el hacer de la palabra y la canción un mensaje de intimidad.

A Nicanor Parra le gustaba el rumor de la calle, de los bares, el rumor de los trabajos en las fábricas o de los comercios. Al repudiar la poesía artificiosa, intelectual, parnasiana solo buscaba un poco de aire fresco. Él, que fue profesor de Física Mecánica en la Universidad de Santiago, que había hecho estudios en Brown sobre la relatividad, huyó de cualquier abstracción y bajó la poesía al nivel del asfalto y a oír los pasos en las aceras. Su libro más famoso, «Poemas y antipoemas» (1954), es un manifiesto desde su mismo título. En él hay tanto un furor surreal, unas formas de disociación como capacidad para leer el mundo contemporáneo, humor negro y una manera de lenguaje común en las antípodas del lenguaje entendido como poético.

El mapa de su obra

Mark Strand , en su famosa reseña de «The New York Times» en 1967, reconoce su admiración hacia esta poesía , de la que años más tarde confesará que le ayudó a definir su propio mundo, sobre todo en lo que se relaciona con la escenografía del yo o con la coloquialidad en la expresión o las múltiples voces que hablan en los poemas. Desde aquí es fácil trazar el mapa que se desarrolla en su obra, desde sus «Versos de salón» ( 1962), sus «Sermones y prédicas del Cristo de Elqui» ( 1977) o sus «Chistes paRra desorientar a la policía poesía» hasta la fortaleza crítica de su poesía visual . Parra se instaló en la crítica, en el humor para montar y desmontar el mundo. Su risa es la de un humorista ocurrente. De él se podría decir que cambió las formas de percepción porque las preguntas sobre qué es la realidad estaban cambiando. Como Schopenhauer , también él pensaba que dar cuenta de esos cambios era lo inmutable. Ahora ha cambiado a un nuevo estado, se ha ido a la búsqueda de artefactos y antipoemas a las tierras lejanas del más allá.

El antipoeta Nicanor Parra

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