arte
El Pompidou-Málaga apuesta por la visibilidad de las pioneras de la fotografía
La sede del Centro Pompidou en Málaga se ocupa en «Son modernas» de algunas de las pioneras que se dedicaron a la fotografía. Una cita desde las que preguntarse por el sexo de las imágenes
La utilización de «modernas» en el título de esta exposición no responde exclusivamente a que las obras de esta veintena de artistas del París de entreguerras respondan a unos códigos y recursos lingüísticos propiamente contemporáneos , emparentados, si no con la vanguardia, al menos sí con la renovación formal. «Modernas» se emplea también respecto al contexto social: mujeres que, mediante la fotografía, optaron a una progresiva emancipación y desarrollo profesional (abrieron estudios, ejecutaron campañas publicitarias, firmaron reportajes para una efervescente prensa ilustrada, actuaron como foto-reporteras o se convirtieron en retratistas de la intelectualidad ); pero también llevaron un modo de vida singular respecto al grueso de la población femenina, pues representaban una ruptura con diferentes clichés (en muchos casos, autosuficientes, solteras o separadas, con formación, rehusaron la maternidad o trabajaban solas en ambientes hostiles para la mujer). Personifican, por tanto, no sólo una asimilación y difusión de las renovaciones del medio fotográfico, sino una revolución silenciosa.
La revolución silenciada
Silenciosa y, en cierta manera, silenciada, ya que algunas, a pesar de su labor profesional sostenida, no han contado con una fortuna crítica para con obras y proyectos estimables. El ingreso en el Pompidou de la Colección Christian Bouqueret , con más de 7.000 imágenes de las que proceden la casi totalidad de las aquí expuestas, ha posibilitado diferentes ejercicios de visibilidad de muchas de ellas. Otras, como Dora Maar o Florence Henri , también representadas, no los necesitaban con la misma urgencia. Además de la importancia de los medios de masas para el crecimiento de estas creadoras (se exponen numerosas revistas), el conjunto revela cómo la fotografía se constituye en medio para una rápida integración y libertad de la mujer frente a otras disciplinas, así como vía para eludir filtros de género, camuflados o explícitos, impuestos en la docencia artística. No debemos olvidar cómo en la Bauhaus no todos los cursos estuvieron abiertos a las estudiantes, especialmente los más importantes como el de arquitectura, Incluso, por momentos, se direccionó a una educación segregada.
La modernidad de muchas de estas artistas no pasa por cuestionamientos identitarios
La exposición del Pompidou-Málaga consigue abrir el foco, arrojar luz sobre un grupo de fotógrafas que convergían con nuevos recursos lingüísticos, al igual que asumían avances formales y los ponían en práctica , difundiendo códigos que pasaban a tener gran penetración e impacto debido a la publicación en medios de verdadera difusión masiva, con lo que calaban y educaban la mirada del gran público .
A excepción de Maar y Henri, ninguna participó en los derredores de algún movimiento. La modernidad de muchas no pasa por cuestionamientos en torno a la identidad, como algunos autorretratos de Henri, que incidían en la ineludible dialéctica de la sexualidad y el género en el Surrealismo (no expuestos), o como los desdoblamientos y ejercicios en torno a la alteridad de Claude Cahun .
Sin embargo, casi todas destacan por una admirable versatilidad : por el desarrollo de temas, géneros y recursos que caracterizaron a movimientos y autores, evidenciando un «nomadismo lingüístico» que las llevaría a alternarlos sin prejuicios y que, en parte, provienen de la misma experimentación fotográfica vivida en esas décadas (juegos de luces y sombras, fundidos, pictorialismo, objetividad, «foto-collages»...).
Desde lo alto
Muchas, como Ergy Landau, Germaine Krull o Maar , recorren París fotografiando maniquíes, tal como hiciera Atget , recuperado como fuente del surrealismo; Ilse Bing, Marianne Breslauer o Krull registran la ciudad desde las alturas, lo que les permite usar puntos de vista que rememoran la foto de Rodchenko o Strand ; son notabilísimos, en paralelo a la trascendental etnografía francesa, algunos reportajes de carácter antropológico y social como los de Denise Bellon y Krull; en el tratamiento del desnudo, Laure Albin-Guillot , Yvonne Chevalier o Landau pusieron en práctica los fundamentos fotográficos del surrealismo (perspectivas deformantes o fragmentaciones que transformaban el cuerpo); las miradas de Landau, Albin-Guillot, Bellon o Krull a obras de ingeniería y elementos mecánicos e industriales se hallaron en sintonía con la de otros, como Strand o Deslaw , y convergen con un «aire del tiempo» consagrado al maquinismo; Nora Dumas , por su parte, insuflaba un aire heroico a los campesinos de Île-de-France, merced a contrapicados que recuerdan a Rodchenko. Ahora, casi 200 piezas (fotografías, negativos retroiluminados, revistas) permiten que muchas de ellas sean más visibles y reconocidas.