arte

En los zapatos del comisario

El artista Juan Francisco Casas se acaba de estrenar como comisario de exposiciones. Pronto lo hará el coleccionista Antonio Lobo. Sus propuestas permiten conocer la mirada externa de otros agentes del arte comprometidos con esta labor

En los zapatos del comisario ángel de antonio

javier díaz-guardiola

Justo al final de nuestra charla, Susana Blas (periodista del veterano programa de RTVE Metrópolis e historiadora del arte) lo cuenta como anécdota: Tal es el grado de responsabilidad con sus proyectos, que, a ella, el día de la clausura, le gusta ser la última en abandonar las exposiciones que comisaría . Antonio Lobo , coleccionista, que en noviembre se estrena en Slowtrack en esas mismas labores, le dice que le copiará el ritual. Y lo comentan en la sede de la muestra Nepotismo ilustrado , en la galería Fernando Pradilla , orquestada por un artista: Juan Francisco Casas .

¿Son sus miradas y actitudes diferentes de las de los comisarios al uso por el hecho de provenir de otros ámbitos del arte? ¿Lo son las de unos galeristas como Carolina Parra o Nacho Ruiz , de T-20, la de un escritor como Mariano Mayer o la de un profesor universitario como Miguel Cereceda , fogueados ya en estas lides?

Divertido, irónico y con amigos

El debate está sobre la mesa. Para Juan Francisco Casas , por ejemplo, el salto fue sencillo : «Partió de una invitación de la galería, aunque yo tenía claro que aquello con lo que me estrenara tenía que ser divertido, irónico y con amigos». «Todo comienza como un divertimento –añade Cereceda–. Se arranca en espacios alternativos y luego, de forma natural, se da el salto a galerías, museos, bienales ». Para Mayer, la entrada se produjo poco a poco, «sin asumir el rol y buscando espacios intermedios». Susana Blas supo encauzar el comisariado como parte de su labor como investigadora: «Me licencié en Historia del Arte y dediqué mi tesis doctoral al vídeo, una de mis especialidades junto a los asuntos de género. Por entonces estaba todo por hacer , por lo que se pusieron en marcha muchos proyectos investigativos». Lobo aún no se ha estrenado, pero tiene claro que lleva diez años coleccionando, «lo que significa una década comisariando mi propia colección . Lo que voy a hacer en noviembre, y en una galería, es dar rienda suelta a lo que hago en casa, pero sin limitaciones de espacio, ni de presupuesto, pues no compro lo que exhibo».

No hay tanta diferencia entre armar un libro y construir una expo (Mariano Mayer)

A los responsables de T-20 siempre les interesó desarrollar un trabajo curatorial paralelo a su actividad galerística, pero separando lo uno de lo otro . Por eso nació T-20 Proyectos, y, salvo raras excepciones (como la reciente Atrévete si quieres ..., 2014), no han comisariado nunca para su propio espacio. «La actividad tiene un peso específico en nuestro día a día por necesidad intelectual. Nos permite crecer, frente al imperante interés comercial de la galería y sus límites espaciales ».

Blas recuerda que comenzó como coordinadora de exposiciones con grandes comisarios y grandes artistas, como Morimura o Philip-Lorca diCorcia («eso me dio una perspectiva amplia de todo el proceso»). Ahora reconoce que evita las exposiciones de tesis , que prefiere trabajar junto a los artistas, en horizontal, y rescata una cita de Cuauhtémoc Medina , uno de los grandes del sector: «Él siempre dice que el comisario es como una partera, que ayuda al artista a parir, pero que no le hace las obras». Blas pone el acento sobre la naturaleza de sus comisariados: «No son algo que necesite hacer» . Eso redunda en sus tiempos, y en los mimos que les dedica. Mayer asume que este tipo de ejercicios cada vez ocupan más su quehacer. «Yo soy escritor, y entiendo el comisariado como algo moldeable en lo que entran muchos otros discursos. En el fondo, no hay tantas diferencias entre armar un libro y construir una exposición», señala.

Un verbo que cualquiera puede conjugar

«Yo soy coleccionista y vivo como tal –apunta Lobo–. Y no hace mucho, Tania Pardo me recordaba que “comisariar” es un verbo que cualquiera puede conjugar. Otra cosa es dedicarse a ello profesionalmente. Pero en una sociedad tan paralizada como la nuestra, a ndar es una práctica revolucionaria ». Precisamente su muestra se titulará Por buen camino . El proceso le está permitiendo conocer las bambalinas de organizar una muestra, y es ambicioso en sus metas: «La intención final es mostrar algún día mi propia colección en una institución pública».

Ahora bien, cuando estos agentes se ponen a conjugar el verbo comisariar, ¿qué aportan?: «Ser artista facilita el acercamiento a otros artistas. Y, curiosamente, a mí me interesa no seguir con mi discurso , sino exponer a autores que hacen cosas que nada tienen que ver con lo mío», responde rápido Casas. «Tal vez por venir del mundo libresco y universitario –prosigue Cereceda– siempre me he visto fascinado por lo objetual ». Y así surgieron exposiciones como Desesculturas , y otros proyectos de escultura monumental, junto a lo que el denomina «divertimentos», como la reciente Eros, c'est la vie , para el último A3Bandas . Para Susana Blas es fundamental todo el aspecto comunicativo y la relación con la prensa. Lo vive cada día en primera persona. Mayer incide en «la experiencia permanente de lectura» que, como escritor, debe suponer una exposición. Desde T-20 nos descubren que la labor del galerista suele ser silenciosa («ni escriben, ni dejan reflexiones») , pero que su relación con los artistas y con la espacialidad es genuina.

«El comisario es como una partera: ayuda al artista a parir, pero no le hace la obra» (Susana Blas)

No hay unanimidad sobre si el comisario debe recibir una formación especial o no. Los T-20 recuerdan que Vasari no era historiador del arte: «Basta con querer construir discurso y tener un conocimiento profundo de los artistas y de los procesos». Lobo pone como símil su relación con el coleccionismo: « Llegué tarde. Y por eso me fustigaba. Pero también me permitió tener un bagaje para no equivocarme seleccionando mis piezas. Sé de muchos coleccionistas que, por no haber formado antes su mirada, cuentan con obras que dicen “sobrarles”». Mayer es partidario de la formación, «dado que lo que promueves es una construcción», pero no tiene por qué ser reglada ( «hay mucha burbuja a este respecto» ). Blas también la apoya, y subraya la rapidez con la que se ha evolucionado en poco tiempo («ya se incide incluso en la formación para comisariar en internet»), y el cambio de mentalidad de las nuevas generaciones («trabajan con los artistas de forma horizontal, e incluso se imponen los equipos curatoriales»). Cereceda prefiere detenerse en el debate «comisario» o «curador» : «Prefiero lo primero. Yo no trato con enfermos, sino que prefiero hacerlo con delincuentes», bromea...

Referentes

Les pedimos referentes. Cereceda trae a colación a Harald Szeemann , el padre de las grandes exposiciones de tesis. Coincide con Blas en Cuauhtémoc Medina , si hay que referirse a un curator en vida. Mayer le da la vuelta a la propuesta y propone a María Moreno , poeta y cronista argentina. Lobo tira de nombres nacionales: Virginia Torrente , Pardo, la propia Blas...

Casas explica que sentirse un intruso era la base de Nepotismo ilustrado. Cereceda considera que, por venir de la filosofía, él siempre lo ha sido en el arte: «Sin embargo, aquí me encuentro muy de la mano , desde un buen puesto para verbalizar lo que el arte piensa, que es la labor de la crítica». Mayer y Blas niegan la mayor («es fácil sentirse cómodo en las actividades que realizas si las entiendes como algo normal», apuntan). Lobo se considera un «visitante autorizado que viene a dejar un guiño» . Parra y Ruiz concluyen que el peligro no es el origen del comisario, sino que este quiera convertirse en el artista. Pero esa ya, es otra charla.

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