arte
Lee Bul en el Espai de Castellón: «La de futuro es una idea antigua»
Es la artista coreana más internacional. Lee Bul recaló en el DA2 en 2007 y vuelve a España, al EACC de Castellón, para transformar el centro y hablar de arquitectura, de pensamiento moderno y del fracaso de las utopías
Cuando la coreana Lee Bul se dio a conocer en España con su retrospectiva en el DA2 (2007), la muestra incluía una maqueta que probablemente pasó desapercibida. En esta nueva comparecencia en nuestro país, en el Espai de Castellón , eso ya no ocurre, ya que esa escultura es la base de una obra mayor ( Mon Grand Récit ) sobre la que pivota parte de la muestra. Una reflexión sobre la herencia del pensamiento moderno, el alcance de las utopías y el papel de la arquitectura, que transforma todo el centro e invita a transitar por la exposición como si de un paisaje fragmentado, lleno de reflejos y acumulaciones, se tratara.
¿Es esta cita otro capítulo de lo ofrecido en Salamanca?
La exposición del DA2 hacía referencia a un periodo muy concreto. Justo después empecé a trabajar sobre lo que ahora se compila en Castellón. Curiosamente, en Salamanca se presentó una maqueta que también se muestra aquí y que es la base de una de las obras más destacadas. Llamo a mis temas «viajes», porque son inabarcables, por lo que los desarrollo en varios años. En este momento, sigo desarrollando el actual, buscando otras respuestas.
Estudió escultura. Y la suya actual está muy cercana a la arquitectura. ¿Qué posibilidades le ofrece esta simbiosis?
«Me gusta llenarlo todo de ideas y mostrar pocos resultados. Es lo que nos sucede a todos cada día»
Me interesa la arquitectura, porque, para mí, se refiere en un ciento por ciento a la vida humana. Me interesa la sociedad, el sueño humano, sobre todo el de la Modernidad. La arquitectura es un buen ejemplo. Siempre estamos pensando en cómo hacer algo mejor o más perfecto. También hay otra referencia en las obras: la cinematografía, una disciplina en la que se mezclan historias y no hay un centro. No quiero esbozar algo en una sola frase porque nuestra vida no es así. Busco pues la forma más rápida de representar esta sensación. Y el resultado es como un paisaje, en el que no hay principio, ni fin. Todo está conectado.
Mencionó la Modernidad y eso nos lleva a referirnos a la utopía. Usted no es muy optimista al respecto.
Me sorprende el hecho de que los seres humanos tengan los mismos sueños. No somos un proyecto acabado. Y podemos seguir adelante, subsistir de otras maneras. A veces la gente no ve este aspecto en mi trabajo porque hablo demasiado de «lo oscuro». Pero esto también forma parte de nuestra vida. Yo me siento así de oscura. Y, a veces, muy cansada, porque esta idea es agotadora. Otras, creo que me repito.
¿Son sus esculturas antimonumentos?
La de monumento es una idea interesante porque estos se construyen para siempre... Y eso es imposible. Eso es muy estimulante para mí. Lo que yo hago es jugar con esas ideas y esos significados.
Sabemos qué es el presente. Deberíamos aprender del pasado. ¿Qué es el futuro?
No puedo imaginármelo visualmente, porque creo que el futuro es una idea antigua. En parte, parece muy nueva, muy fresca, una evolución; pero, al tiempo, se rodea de sombras. Y no creo que podamos hablar ni de un único pasado, ni de un único futuro. Sólo la publicidad hace eso.
Define su obra como paisaje, pero denosta la idea de totalidad y es más partidaria de centrarse en los fragmentos.
Ellos son metáforas de mis recuerdos. También mi percepción está muy fragmentada. Y cuando intento pensar en algo, desarrollar una idea, descubro que no soy capaz de hacerlo del tirón.
Aquí hay muchos fragmentos de espejo.
«Me sorprende que todos los hombres tengamos los mismos sueños»
Lo que me interesa de ellos son sus reflejos. Creo que el reflejo es una forma de descubrirnos. Sin reflejo no podemos identificar nuestro cuerpo, y por ende, hacernos preguntas sobre nosotros y nuestras vidas. Uso muchos materiales reflectantes, pero siempre fragmentados y desde ángulos diferentes. Ello conjuga espacio, lugar y tiempo; al «yo» y al «nosotros». También, todo reflejo es un efecto físico, un punto. Cuando buscamos algo, es a lo que nos aferramos. La vista es un sentido fuerte. Y porque hay muchos otros reflejos, es difícil alcanzar una idea única e irrebatible. En la exposición, todo eso se siente de forma muy física. Transitar por algunas piezas es una especie de sacudida. Hay personas que piensan que son muy divertidas, especialmente los niños. Pero no es una cuestión de superficialidad, sino de que su cuerpo y su cerebro están mucho más preparados para esta clase de efecto. Todo en ellos es más instintivo.
Eso nos lleva a centrarnos en el cuerpo, sobre el que tanto ha investigado. En Salamanca descubrimos sus «cyborgs». ¿Están aquí, aunque sea de forma latente?
Siempre intento conocer algo más de él. Pero antes era demasiado teórica. Y no es posible «explicar» nuestro cuerpo. Hice esto en un periodo. Ahora el público puede sentirlo sin pensar en él. Puede deducirlo.
Modernidad, postmodernidad... El último capítulo de esta historia es la globalización. ¿Es la nueva forma de homogeneizar?
Aunque lo intentemos, creo que no es posible. Hablemos de la situación económica, algo que afecta a nuestras vidas. El modelo imperante es el del capitalismo. Y siempre habrá diferentes clases económicas porque el sistema se asienta firmemente sobre ellas. Se puede no querer ver esa parte. Los seres humanos somos diferentes precisamente porque somos humanos.
Sin embargo, su cultura es coreana. La mía, española. Y entiendo su obra. ¿Es por la globalización?
Yo no hablo de cultura coreana, sino de cierta idea de Modernidad. Y los conceptos de humanidad, de conciencia y de conciencia de uno mismo se inventaron entonces. Por eso nos entendemos. Si alguien pudiera venir de un periodo histórico totalmente diferente, la comunicación sería imposible.
La muestra ha ido itinerando, y en cada sede se ha adaptado al entorno y lo ha transformado. ¿Cómo ha sido la experiencia en Castellón?
«Los seres humanos somos diferentes precisamente porque somos humanos»
Cada espacio tiene su propio lenguaje. Y yo intento crear un contexto desde mi escultura. El Espai es un lugar perfecto para mostrar este último trabajo justamente porque yo relaciono la escultura con la idea de paisaje. Y este centro es más o menos como una «U», con un recorrido desde el que tienes una perspectiva a la vez de todos los rincones. Por ello, diseñé algo desde lo que desarrollar una especie de tempo, un viaje. El centro del museo es una gran terraza. Y me aproveché de ella, de esa sensación de estar arriba desde una torre. En el recorrido, se puede disfrutar de esculturas increíblemente grandes, y luego descubrir el dibujo o la maqueta que fue su origen. Luego puede volver a ver la pieza desde la torre como si de un dibujo se tratara. Es un proceso muy bonito.
Aquí hay dibujos, maquetas y obras acabadas. A veces hay relaciones. Otras, no. ¿Por qué es importante dejar el proceso al descubierto?
Me gusta llenarlo todo de ideas y mostrar pocos resultados. Es lo que nos sucede a todos cada día. Navegamos en ideas, pero no todas las acabamos. Este tipo de montajes son muy educativos. Quería mostrar cómo puedo llegar a desarrollar una idea. Y no siempre es posible hacer lo que pensamos.
En esa misma línea, incluye su propio taller en la exposición.
A veces el público sólo puede ver lo terminado. Pero siempre nos estamos haciendo preguntas. También yo. Cuando se me ocurre algo, estoy a la vez pensando en otra cosa. Mis ideas son más caóticas de lo que muestran los dibujos. Son vínculos desde alguna zona muerta. Esto es muy divertido, pero también muy serio. De nuevo la parte oscura...
¿Qué es el arte político para usted? ¿Esto lo es?
Básicamente, si quieres hablar de algo humano, hoy, siempre será político. Algunos temas de ciertas obras lo son más para algunas personas que para otras . Desde el mismo momento en el que nos pusimos a conversar, lo hicimos de política.