arte

Rafael Díaz: «El sistema está diseñado para que no podamos ser seres anónimos»

PHotoEspaña brinda la primera individual a Rafael Díaz en la galería Álvaro Alcázar. Un médico que, en «Anonymous», indaga en el retrato y protege la intimidad del modelo, como si de un hipotético Juramento Hipocrático de las artes se tratara

Rafael Díaz: «El sistema está diseñado para que no podamos ser seres anónimos» maya balanya

javier díaz-guardiola

En algunas de las instantáneas de esta muestra en la galería Álvaro Alcázar , es difícil discernir si los retratados son hombres o mujeres. El que parece a priori más «macarra», con un tatuaje en el hombro que reproduce una fórmula científica, es en realidad un científico. Prejuicios. A otros, al no mostrar el rostro, es imposible calcularles la edad. En todos los casos, su autor, el salvadoreño afincado en Madrid Rafael Díaz (1972), pretende proteger su intimidad a través del juego de luces. La sombra cubre sus caras y se funde con el fondo negro. Es la forma elegida por este médico de profesión, dedicado a la fotografía desde comienzos de la década, para reafirmar individuales y remarcar un derecho tan fundamental en el individuo como es el de la privacidad.

¿He explicado bien lo que es «Anonymous»?

Anonymous es una serie muy incardinada en mis intereses como artista. Yo soy médico, y la mayor parte de mi trabajo artístico se desarrolla en paralelo a mi ejercicio de la medicina. Me interesan los temas sociales y aquellas cuestiones en las que se manifiesta la vulnerabilidad y fragilidad de las personas, ya sea por una enfermedad o por una u otra cuestión social. La consecuencia es siempre la misma: el sufrimiento humano. Anonymous es una reflexión sobre el derecho fundamental de la privacidad.

Eso en medicina se traduce en el Juramento Hipocrático.

«Al restarte información con las sombras, es tu imaginación la que rellena esos huecos»

Así es. El juramento hipocrático me obliga como profesional de la medicina a respetar el derecho a la privacidad del paciente. Lo que yo hago ahora es repetir ese mismo ejercicio en la fotografía. Elijo a gente de la calle a la que no conozco pero que me interesa y a la que le propongo no hacerle tanto un retrato como un «no-retrato», porque el objetivo del retrato es mostrar la identidad de la persona, y, estas fotografías, aunque formalmente parecen un retrato fotográfico o una pintura barroca, en realidad ocultan la identidad del modelo a través de la sombra que se genera con la iluminación. Retomando las pautas del claroscuro, yo que me considero un adicto a Caravaggio, consigo que esa sombra sobre el rostro se termine fundiendo con el fondo negro.

Cierto es que le da una vuelta al género del retrato. ¿Tanto peso tiene el rostro en los mismos? Lo digo porque muchos de estos modelos podrían ser reconocidos por otros rasgos: tatuajes, color de pelo, manchas...

Los primeros anónimos que realicé se mostraron en una exposición en Estados Unidos en la galería Dina Mitrani . Entonces, lo que me interesaba era marcar la diversidad racial y la diferencia de edad de los modelos. En ese sentido, eran personas «convencionales». Cuando Álvaro Alcázar me invitó a participar en PHotoEspaña pensé que este era un buen momento para darle un giro al conjunto. En este segundo Anonymous de Madrid, insistí en que, a pesar de las modificaciones que los individuos se hacen en su cuerpo (tatuajes, tintes de pelo, piercings ...), aunque en muchas ocasiones todo esto se hace para destacar o llamar la atención, ellos también tienen derecho a la privacidad. En el fondo, lo que marca tu identidad es tu rostro.

Aquí, hasta hay una mujer oculta tras un burka...

Siempre me gusta incluir una imagen de contraste. Hablo del derecho fundamental a la privacidad pero llevándomelo al otro extremo, es decir, a la violación de tu decisión de si quieres exponerte o no. En esta mujer, mientras la cara se funde en el negro, su burka también desaparece el fondo y sólo queda la parte que su sociedad le permite mostrar, posiblemente, contra su voluntad.

Hablamos en todo momento de retrato físico, pero también hay una negación del psicológico: no hay facciones, ni posturas.

«Repito en el arte, desde la fotografía, mi Juramento Hipocrático como médico»

No hay emociones, no hay lenguaje no verbal, pero sí algunas pistas: una de las modelos, por ejemplo, tienen la piel de gallina... Normalmente estamos acostumbrados a ver la figura humana de forma tridimensional y desde todas sus áreas. Yo aquí estoy «borrando» con las sombras un tercio de tu superficie corporal. Ese borrado produce una deformación visual: los hombros se ven deformes; los cuellos se aprecian más largos; los delgados se ven más delgados aún; las arrugas se marcan más... Pero todo es resultado del juego de trasvase de la luz a la sombra. Esa es la magia del claroscuro, una fórmula que se desarrolla en el Barroco, que es la era de la gran propaganda de la Iglesia Católica: la luz de Dios es la que te enviaba un mensaje. Aquí también es la luz la que permite mostrar lo que yo quiero enseñar, mientras que la sombra ayuda a proteger.

No es la que usa una escala humana, pero sí la misma para todos los retratados.

Todas las fotos estan tomadas aproximadamente desde la misma distancia y con los mismos parámetros de luz, aunque hay que tener en cuenta la altura del modelo. Pero el objetivo de que estén siempre en la misma posición es para dar un patrón de lectura en el espectador. Y es curioso, porque, mientras producía las imágenes (aquí se han seleccionado una veintena de casi doscientas), me sucedía a veces que no era capaz de identificar a modelos con rasgos similares, porque los seres humanos empezamos a parecer objetos seriados. Por otro lado, repetir pose y luz es un reflejo de nuestra sociedad de consumo, para la que no somos personas sino números. Lo que «humaniza» a los sujetos de estos retratos es que su figura es humana, la naturaleza del hombre. Y protegiendo la identidad, también te puede conmover la imagen. Al restarte información, es tu imaginación la que intenta rellenar esos huecos.

No es casualidad que todos miren para el mismo lado, pero, ¿por qué eligió que todos miraran a la derecha?

Si te soy sincero, algo tiene que ver mi cierta dislexia en ello, lo que hace que entienda más la figura de este lado que del otro. Sin duda, tenía que elegir uno. Pero también es cierto que en la mayor parte de las pinturas barrocas la luz entra por la derecha de la obra. Si ese era el punto por el que llega la luz, aquí debía ser el punto por el que darle la espalda.

¿Se puede ser anónimo en la sociedad actual?

«Hasta los que hacen las cosas para destacar tienen derecho a la intimidad»

Lo que yo hago son fotografías de individuos protegiendo su identidad. Y esto lo logro en un tiempo en el que todo es velocidad, y en el que las redes sociales, Twitter, Facebook, Instagram nos facilitan acceder a los otros a través de sus imágenes. Yo propongo subvertir el flujo desde la propia fotografía. La sociedad, hoy, impone un sistema que nosotros damos por hecho y del que somos partícipes. Pero sólo cuando somos conscientes de un problema le podemos dar solución. Por otro lado, no hay información a la que no necesitemos ponerle rostro. El sistema está diseñado para que no podamos ser seres anónimos. Solo yendo en contra de lo establecido, podrías serlo.

¿Lo valiente hoy sería no tener facebook, ni twitter ?

Exactamente. Porque hacemos pública nuestra vida familiar, nuestra vida laboral, y creemos que es estupendo. Y el gran problema es el uso que los demás hacen de esa tu sobreexposición.

No quiere que sus modelos sean profesionales. ¿Por qué?

Porque cuando salgo a la calle me encuentro a gente normal, no a modelos. Y lo que yo hago es lo que tendrían que hacer los políticos: salir un poco más a darse un paseo para ver qué es lo que realmente le está sucediendo y le importa a la gente. Casi nunca he usado a modelos profesionales y nunca el trabajo es remunerado. Quiero que el que participe en el proyecto lo haga porque le interesa, no para que dé algo más de sí. Creo que eso le aporta un sentido mayor: entiendes lo que estás haciendo y entiendes que tu identidad no va a ser revelada.

¿Cómo se produce su salto de la medicina a la fotografía?

«Repetir pose y luz es reflejo de nuestra sociedad de consumo, para la que somos sólo números»

Antes de ser médico, yo quise estudiar Bellas Artes. De niño, ya tocaba el piano y pintaba. Soy de El Salvador, donde no hay una educación formal en artes plásticas. Lo más sensato, entonces, fue estudiar medicina. Y ahora me siento afortunado porque desarrollo desde ella muchas cosas como persona y, a la par, siempre ha ido conmigo el arte. En el sufrimiento y la vulnerabilidad humana está siempre presente la medicina. También a través de la medicina puedes explorar y denunciar muchas cosas.

Ha hecho hincapié en lo barroco en variass ocasiones.

Es que creo que la fórmula de propaganda de las monarquías absolutas y de la Iglesia Católica de la Contrarreforma fue tan efectiva que, cuatrocientos años después, tenemos influencia de esas imágenes. Es la maravilla del claroscuro, que te permite aislarlo todo, empleando la luz para subrayar el mensaje que quieres denunciar. En el Barroco, era Dios el que te iluminaba. En mi trabajo, humildemente, la luz ilumina una denuncia.

¿Está cerrada la serie?

No. Está abierta. Y se puede completar con el tiempo. Porque me encantaría tener unos mil retratos y representarlos, en menor tamaño, en una pared gigantesca. Estoy trabajando ahora en una nueva serie, La tierra prometida , sobre las personas que tienen que derribar las barreras que le ponen otros países para alcanzar una mejor vida.

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