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Feria del Libro: diez sombras, por si cobijan
Fieles a la tradición estamos un año más entregados a la Feria del Libro y a sus protagonistas: editores, libreros, lectores y escritores, claro. Les presentamos diez sombras para guiarse entre las casetas y evitar alguna insolación

Se abre la caja de sorpresas de la Feria del Libro de Madrid (flm15) . Esperemos que no haya muchos truenos porque el tiempo sea benigno y que estas diez sombras eviten alguna insolación.
1. Superar la pereza
No negaré que tal es mi estado, laxo, cuando se nos pegan estas fechas a la piel y empiezan los sudores calurosos. La psicología, la psiquiatría, o la camisa de fuerza que usteden quieran amarrar a mi cuerpo y a mi mente, lo llaman astenia primaveral. Pues «asténica» estoy. No abstemia ni me abstendré de ir a la Feria el Libro de Madrid pese a que aquí se mezcla cada año con más frecuencia lo popular con lo populachero. Lo mismo que nos apuntillaban cuando éramos chicos en el colegio: no confundir la libertad con el libertinaje. En otras palabras, el sudor caluroso con el polvo del madrileño Parque del Retiro. Por si acaso, una ducha fresquita y lista.
2. Cervantes «in Love»
La suma emocional da un montón de esfuerzo e ilusión
Ya lo estuvo Shakespeare en una película que se llevó algún Oscar; pues ahora al manco de Lepanto le vamos a partir también el corazón. ¡Qué le vamos a hacer! La flm15 no ha encontrado mejor asunto al que consagrar su espíritu que el amor. Nada más desafortunado ni tópico. Ni cursi, claro, por mucho que se añada en el eslogan como coletilla un poema de Valente: «El amor está en lo que tendemos / (puentes, palabras». Lo mismo y nada, todo. Recuerden esa pregunta manida e infantil de «¿Estás enamorado?» y esa respuesta de «Sí, de la vida... de las plantas, del amor». Mermelada de marca blanca. Vamos, que estás jorobado. La culpa no la tiene Valente (obvio), sino las descontextualizaciones del amor y la poesía con fundamento. ¿Y si hubieran dedicado la flm15 al desamor, que, al cabo, es el único y certero síntoma de que el amor ha sido verdadero? Lloraríamos, pero no por la alergia al polen, a la miel... De verdad.
3. La suma emocional
368 casetas, 471 expositores, 25 organismos oficiales, 9 distribuidores, 60 libreros especializados, 55 libreros generales, 185 editores, de Madrid, 137 editores de fuera. Esto es lo que suma todo lo que ustedes verán este año a lo largo del pasillo «verde» en que se convierte la Feria del Libro. Si quitamos los números, que siempre resultan muy fríos, aunque necesarios, la suma emocional da un montón de esfuerzo e ilusión, desde el que pone los clavos al que no firma ni un solo libro, porque el best seller de turno (más populachero que popular) se lleva la cola más larga. Esto sí que es amor del bueno. Suena dulzón también, pero sin amor al o por el arte no salen muchas cosas, casi ninguna, en esta vida.
4. Lo más ilustrativo
Ahora veremos en la «parrilla» de bastantes casetas a algún cocinero
También es bueno el cartel de este año. Una flecha se clava en un libro y en nuestro corazón. No hay coraza que te proteja de la buena lectura. Ni falta que hace. Fernando Vicente lo firma y hace poco expuso en el Museo ABC de Dibujo e Ilustración. Una imagen excelente (no como la del año pasado, siento recordarlo) que entronca con el buen estado del libro ilustrado en el sector editorial. Un atractivo reclamo para los lectores con gusto por las letras y las estampas. Entre tanto ilustrador, voy a rescatar además a quien ha firmado la portada de nuestro suplemento de la Feria los dos últimos años: Adolfo Serra.
5. Comer sin engordar
Sucede, por fortuna, cuando se ojean tantos libros de cocina como se están publicando en estos meses propensos a los michelines. Auguramos que el guiso editorial de esta tendencia va a traer buenos réditos calóricos en la cuenta de resultados. Antes eran los barquilleros quienes se paseaban por la Feria del Libro y olía a bocadillo de calamares que alimentaba. Ahora veremos en la «parrilla» de bastantes casetas a algún cocinero, que cobra pasta gansa en su restaurante, firmando recetarios. Estaría bien que invitaran a una tapa.
6. Las series de tv también se leen
No vamos poner más argumentos a un guión que ya está contado por escritores, telespectadores, ensayistas, gafapastas y miopes con lentillas. Y por ABC Cultural, claro. En las series de televisión se ha escrito buena parte de la literarura de los últimos años. Por si esto parecía una lectura escasa, llegaron los ensayos donde se destripan no solo los argumentos, sino también la filosofía, más o menos barata, que se esconde en cada diálogo y en cada movimiento de cámara. La televisión nos trajo el amor a los chefs y sus recetas y a las series con fundamento. Las editoriales tomaron nota y he aquí una Feria con estas dos estrellas.
7. Aniversarios como Dios manda
Déjense recomendar. Por los libreros, editores y escritores
Nos gusta celebrar a los muertos de la cultura. A veces sin que la cifra sea muy redonda. Para mí, un pecado «mortal». A Santa Teresa no se le puede escatimar ni una sola vela en la tarta conmemorativa: 500 años de su nacimiento y un sinfín de publicaciones de sus obras completas y de su vida y milagros. Quizá hubiera estado más justificado consagrarle a ella sola y sus soledades esta flm15 que a ese amor un tanto ni fu ni fa.
8. Otra tarta para soplar
Luctuosa, porque no se trata de un nacimiento, pero que también sirve para celebrar al autor en cuestión y sus hechos literarios. Carmen Martín Gaite, nuestra Caperucita en Manhattan, falleció hace quince años. También hubiera quedado estupenda en el cartel de la Feria. Entre su amor carnal y el espiritual de la Santa de Ávila. Dos opciones de carne y hueso.
9. Más festejos: 75-1=74
Dicho de otra manera, estamos a 365 días de que la Feria cumpla 75 primaveras. Otra cifra redonda, que no cuadrada, para tirar la casa por la ventana. Pero me adelanto demasiado, queda por sudar mucha camiseta y mucha solapa. Mientras, esperamos que cuadren las cuentas de resultados.
10. Déjense recomendar
Por los libreros, editores y escritores, metiditos en sus «cajones» (como San Isidro Ladrador, el patrono de la capital), en sus casetas. Aquí se van a pasar quince días con sus largas horas al sol, a la lluvia y a lo que toque. Hasta de vecino algún «genio» de la lámpara televisiva que chupa plano, firmas y gloria populachera. Una batalla épica que ni Juego de Tronos. Por cierto, también déjense aconsejar por las sugerencias de este número especial.