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«Coptos»: En el infierno islamista

Las decapitaciones de cristianos egipcios a manos de la yihad han puesto el foco informativo sobre los coptos. Son los mártires del siglo XXI, cuyo desgarrador testimonio ofrece Fernando de Haro

«Coptos»: En el infierno islamista

sergi doria

Las imágenes muestran a una veintena de hombres junto al mar de Libia. Esas playas, que algún crédulo de la mal llamada Primavera Árabe imaginó repletas de turistas en la era post Gadafi, son hoy patibulario arenal, regentado por los verdugos yihadistas. Los hombres que caminan por la orilla son cristianos egipcios. «Señor mío Jesucristo», susurra uno de ellos…

Meses antes de la matanza, el periodista de la COPE Fernando de Haro había grabado en Egipto Walking Next to the Wall , un documental sobre los coptos: nueve millones de personas, la gran minoría cristiana de Oriente Próximo. Cuando buscaba financiación para su película, sus interlocutores le escrutaban con extrañeza. Han tenido que morir para que Occidente repare en ellos.

Ahora todo el mundo sabe quiénes son los coptos, apunta De Haro: «Por la sangre que han derramado. Porque el Papa les ha proclamado mártires. Los protagonistas de lo que está sucediendo en Oriente Medio durante los últimos meses no son los terroristas, son los que han muerto por un ideal. Son los coptos que nos sacuden con su fidelidad, a nosotros los occidentales descreídos».

Como advierte De Haro, «Egipto ya no es Egipto»

Nada hay tan egipcio como la palabra «copto», que en la lengua en la tierra de faraones que abrazó el monoteísmo significa la «casa del espíritu de Ptah». Antes de las masacres islamistas, la iglesia copta ortodoxa representaba el 6 por ciento de la población; los certificados de bautismo lo demostraban: dos de cada diez egipcios eran cristianos… Pero, como advierte De Haro, «Egipto ya no es Egipto».

Las palabras del abuna Efrén, monje de San Macario el Grande, cuestionan la identificación de Egipto con el panarabismo de Nasser y Sadat: «Nosotros los coptos somos la gente que desde el siglo I recogió la herencia de los antiguos faraones y que testimonia a Jesucristo. Intentamos sobrevivir bajo la persecución. Tenemos nuestros derechos como egipcios, cooperamos con los musulmanes para construir un puente de paz. Queremos construir nuestro país».

La cronología del yihadismo se acabó imponiendo. En Alejandría, el cronista rememora la matanza de la iglesia de Alquidisim: veintidós personas asesinadas el Año Nuevo de 2011 por la explosión de un coche bomba, a pocas fechas de las manifestaciones contra Mubarak. La engañosa Primavera Árabe obligó a los Hermanos Musulmanes a condenar el atentado, pero la propaganda oficial no lo atribuyó a la violencia islamista, sino al terrorismo extranjero (servicios secretos israelíes); o, lo que es peor, a un ajuste de cuentas entre coptos. «Las víctimas convertidas en verdugos», apostilla De Haro.

De la Primavera al Calvario

Si en algo estaban de acuerdo los seguidores de Mubarak y sus antagonistas Hermanos Musulmanes era en el odio a los cristianos. Esta tesis proviene del comunista musulmán Kamal Mougheeth. Al contrario de la imagen que de ellos se tiene en Occidente, Nasser y Sadat promovieron la inquina contra judíos, extranjeros y coptos. En cuanto a los Hermanos Musulmanes, golpistas ya en su fundación en 1928, Kamal los describe como «un grupo fascista, un grupo que no cree en el Estado nacional, apoyan un Estado Islámico mundial. Un grupo de bandidos y mafiosos».

Si Jean Rolin denunció en Cristianos (Asteroide, 2002) la difícil supervivencia de los cristianos palestinos, en este desgarrador Viaje al encuentro de los mártires de Egipto De Haro aporta más datos sobre la estrategia genocida del yihadismo y la indefensión de las minorías cristianas en una región que el Estado Islámico quiere convertir en califato totalitario.

De Haro visita la provincia de Mynia, asolada por la violencia desde 2013

Con tan negro panorama y ante la reiterada inepcia militar occidental, la «mano dura» del general Al Sisi contra el islamismo es lo menos malo que le puede pasar a Egipto. Mubarak había dejado a los Hermanos Musulmanes el control de las mezquitas y la educación, mientras le permitieran seguir en el poder…

La revolución de la plaza Tahrir ofrecerá al mundo una imagen idílica que lleva a creer en la Primavera Árabe: «‘‘No’’ a Mubarak, la luna creciente y la cruz están juntas», corean los manifestantes. Dieciocho días después de la dimisión de Mubarak, los Hermanos Musulmanes han tomado el timón de la revuelta, los coptos son expulsados de la plaza y el lema es muy diferente: «Lleva la cabeza bien alta, eres musulmán».

De la Primavera al Calvario. De Haro visita la provincia de Mynia, asolada por la violencia desde 2013. La parroquia copta de Moisés el Negro, incendiada por un millar de fanáticos. El horror, por internet: al-Zawahiri, sucesor de Bin Laden, culpa a los coptos de la caída de Morsi; pintadas en forma de cruz señalan las casas a destruir. Al Sisi gana las elecciones, presentado como represor por el mismo Occidente que regaló Irak, Libia y Siria al Estado Islámico… Cristianos degollados junto al mar. Mártires del siglo XXI. Mientras los coptos resisten, Europa sigue mirando para otro lado.

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