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«Sumisión», de Houellebecq: si Europa cae
Nuevo título de Michel Houellebecq y nueva polémica: los islamistas llegan al poder en Francia. Así arranca «Sumisión», una novela de lo más ambigua sobre el colapso de la cultura europea

Corre el año 2022, y la República Francesa está sufriendo una radical transformación social y política. El partido conservador ha perdido toda relevancia y el Frente Nacional de Marine Le Pen es la fuerza política más votada. Sin embargo, en las elecciones celebradas ese mismo año, un partido de reciente constitución, la Hermandad Musulmana, liderada por un político joven enormemente hábil y carismático llamado Mohammed Ben Abbes, logra situarse en segundo lugar y, tras aliarse con los socialistas, hacerse con el poder y formar gobierno.
Resulta extraño que la izquierda, con su vocación secular y laica, pacte con tanta facilidad con un partido religioso, pero Houellebecq nos convence de que el lado «antirracista» de los socialistas prima sobre su laicismo. Los musulmanes, por otra parte, no parecen muy interesados (al menos en un principio) en la política y la economía: su preocupación principal es la educación y el establecimiento de los valores religiosos. De este modo, Francia se convierte en un Estado islámico en el que se aplica una versión dulcificada de la sharia.
Rediger toma como segunda esposa a una muchacha de quince años y será rector
Ben Abbes se presenta a sí mismo como un político moderado y tolerante, y asegura que es su intención proteger a las tres «religiones del libro». De hecho, la Hermandad Musulmana resulta bastante generosa con la Iglesia Católica (no tanto con los judíos, que discretamente comienzan a abandonar el país). Pero la moderación de Ben Abbes es sólo aparente. Su gobierno apuesta por el patriarcado, defiende que el lugar de la mujer está en el hogar cuidando a los hijos, instituye la poligamia y exige que todos los docentes se conviertan al islam.
Los profesores de la Sorbona, por ejemplo, se ven obligados a convertirse o a aceptar una generosa jubilación, y las estudiantes comienzan a usar el velo. El fenómeno se extiende por toda Europa, donde los islamistas comienzan a hacer gobiernos de coalición en Holanda, Inglaterra y Alemania, mientras los países del norte de África ven aceptadas sus peticiones de unirse a la Unión Europea. Es evidente que Ben Abbes quiere reconstruir el Imperio Romano, aunque en esta ocasión de forma pacífica y bajo el signo de la media luna.
La pata quebrada
Uno de los personajes más fascinantes es Rediger, que se ha convertido al islam, ha tomado como segunda esposa a una muchacha de quince años y será rector de la Sorbona y luego ministro en el gobierno de Ben Abbes. Vive lujosamente en el palacete que perteneció a Jean Paulhan y donde se escribió La historia de O, la célebre novela erótica donde se afirma que el placer más grande que existe para los seres humanos es la sumisión, la sumisión de la mujer al hombre y también, como sucede en el islam, la total sumisión del hombre a Dios. Sus argumentos resultan cada vez más persuasivos y convincentes. François, el protagonista, se siente fascinado.
Como sucedía en El mapa y el territorio con su sorprendente disertación sobre William Morris, Houellebecq vuelve a utilizar a autores clásicos relativamente oscuros y muy poco de moda para desarrollar sus ideas: en este caso, Huysmans y nada menos que René Guenon, un escritor que siempre me ha parecido sospechoso. Huysmans es el esteta decadente que acabará convirtiéndose al catolicismo y Guenon, el ocultista fascinado con Shambhala que acabará convirtiéndose al islam. Y es que en François, el protagonista, como en su autor, hay una nostalgia por el orden perdido, por la religión medieval y por la sociedad patriarcal, que hacen que su descripción de un posible colapso de la cultura europea resulte, a la postre, de lo más ambiguo.
Podemos leer «Sumisión» como novela de política ficción o todo lo contrario
Estremece ver a la dulce Francia convertida en un Estado islámicodonde las mujeres hacen bueno el refrán de «la pata quebrada y en casa» y donde el gobierno decide reducir en un 85 por ciento el gasto público y estimular las desigualdades sociales (se habla de «pobreza digna»), pero ¿de verdad le molesta todo esto a alguien que dice odiar el «humanismo» y el «afeminamiento» de la cultura europea?
Podemos leer Sumisión como una novela de política ficción que nos alerta del peligro que existe en Europa de perder el estado de libertades que llevamos tantos siglos construyendo, pero también como todo lo contrario, dado que Houellebecq, niño malo vocacional y provocador profesional, declara no compartir prácticamente ninguno de los valores europeos y se deleita encontrando en el islam toda suerte de coherencias y soluciones. No me parecería imposible que él mismo acabara convirtiéndose a la fe de Mahoma. Ambiguo, muy ambiguo.