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«Dinero, demogresca y otros podemonios», de Juan Manuel de Prada
Que la escritura periodística resiste el paso del tiempo lo demuestra «Dinero, demogresca y otros podemonios», donde Juan Manuel de Prada recopila sus artículos. Contra todo y contra todos
Los seguidores del «antimoderno» Juan Manuel de Prada saben que la «demogresca» es uno de los conceptos más frecuentados en sus artículos de ABC y XL Semanal . A la trifulca goyesca de las dos Españas ha sucedido una nueva versión, no sanguinolenta, que pervierte nuestra pretendida tolerancia o, en términos orteguianos, «conllevancia». En la «demogresca» pradiana, «los derechos que enarbolamos han extraviado su ingrediente social para convertirse en armas arrojadizas contra el prójimo, en quien ya sólo vemos un enemigo potencial, dispuesto a inmiscuirse en nuestro ámbito de sacrosanta libertad, que sólo puede ejercerse como expresión de aislamiento y desvinculación». De ese pandemonio surgen los «podemonios» : fusión de Los demonios de Dostoievski –el hijo revolucionario crecido del laissez faire liberal paterno– y Podemos, populismo crecido en tertulias gritonas que demonizan a Pablo Iglesias.
¿Quién dijo que la escritura periodística no resiste el paso del tiempo? Hilvanadas en once apartados temáticos, las columnas de Prada reflejan una sólida lectura católico-crítica de la sociedad que rompe con la tradición para revenderla como liberación. Añadamos la «muerte» de Dios, el presentismo individualista y la cultura de la distracción –o destrucción– masiva… Como aseguraba Postman, el «mundo feliz» de Huxley es más letal que la pesadilla orwelliana de 1984. Moraleja: «El destino inevitable de los pueblos que se dejan arrebatar sus bienes espirituales es el expolio indiscriminado de sus bienes materiales…» Entran en escena la corrupción y la partitocracia: los políticos honrados no son la regla, sino la excepción; se hacen odiosos al disentir de una organización corrupta.
Mientras se nos empuja a buscar la felicidad, nos temblequean las piernas
Sin amor a la tradición e independencia de criterio frente a los poderes multinacionales, los pueblos no sobreviven, advierte el autor: el Dinero adoba las tiranías «democráticas» actuales que ya no temen al comunismo como en la «guerra fría». El pueblo desconoce el Por Qué, Para Qué y Hacia Dónde le conduce el gobierno y distrae su incultura política con la «alfalfa» de los conceptos en mayúsculas: Prada pone de ejemplo la Marca España, demostración, a su juicio, del estado de postración de un país al que «sólo resta vender su ‘marca’ al extranjero». Globalización del Dinero –plutocracia– que él rebautiza como «idolatría plutónica» (Plutón, el dios pagano de las riquezas). Tal idolatría consiste en creer en la riqueza virtual: esa economía financiera que solapó a la realidad productiva y nos condujo a la peor recesión desde 1929.
La «pobretería endomingada»
Pertrechado con los Evangelios y la Rerum Novarum de León XIII, postula una economía que actúe de «ciencia moral» contra la usura… Quienes pretendan tildar a Prada de reaccionario de manual lo tienen crudo. Referentes: Castellani, Donoso Cortés, Chesterton, Ganivet, Dostoievski…, pero también Tocqueville, Orwell, Huxley y el documental de Charles Ferguson Inside Job .
Mientras se nos empuja, casi a empellones, a buscar la felicidad, nos temblequean las piernas. De la «idolatría plutónica» se malvive en la eufemística «flexibilidad laboral». La «pobretería endomingada» actual, en palabras de Prada: «La expresión más grimosa de una época que primero nos acostumbró al consumo bulímico; y que, ahora, nos obliga a seguir consumiendo adefesios de fabricación taiwanesa, los únicos que nuestra pobreza se puede permitir».
Prada recuerda a su abuelo señalando los nombres de los árboles
En el Nuevo Orden Mundial, la política exterior norteamericana –con sus adláteres de la UE– causa destrozos como la falsa Primavera Árabe, de la que resurge el Estado Islámico que masacra a los cristianos. Más polémica es la encendida defensa de Putin, supuesto adalid del alma de Rusia.
Conclusiones. La pérdida de la tradición y el materialismo conducen a la «abolición del hombre». Prada recuerda a su abuelo señalando los nombres de los árboles. La lectura de un ABC de 1950 se le antoja «infinitamente más amena, instructiva, vigente y actual que la de todos los periódicos que he leído en los últimos años». Memoria de paisajes infantiles abolidos… Del reencuentro del amor que creía perdido… En esos últimos pasajes resuenan ecos de Proust: « Y entonces despierto . Y añoro lo que nunca he tenido. Y me maldigo por vivir una vida que no quiero, en lugar de la vida querida que sueño».