teatro

«De mutuo desacuerdo» entra en el Bellas Artes: en carne y humor vivos

Llega al Bellas Artes de Madrid «De mutuo desacuerdo», comedia sobre los conflictos de pareja, escrita por Fernando J. López y dirigida por Quino Falero. Un tándem ganador

«De mutuo desacuerdo» entra en el Bellas Artes: en carne y humor vivos javier naval

carmen r. santos

El matrimonio de doce años de Sandra e Ignacio no tenía otra salida que el divorcio. Pero no pueden decirse adiós definitivamente: tienen un hijo de nueve años, Sergio, lo que les obligará a verse más de lo que les gustaría, a no tener más remedio que entenderse en su condición de padres. Esta situación, ciertamente nada extraña en la sociedad de hoy, donde las rupturas conyugales están a la orden del día, es la base de la nueva pieza del dramaturgo y novelista –con títulos para adultos y de literatura juvenil– Fernando J. López . Tras una exitosa gira, De mutuo desacuerdo sube a las tablas del teatro Bellas Artes de Madrid , dirigida por Quino Falero e interpretada por Toni Acosta e Iñaki Miramón. Permanecerá en cartel del 1 de abril al 31 de mayo.

Fernando J. López explica el origen de la obra: «Surgió de conversaciones con amigas que están atravesando ese momento difícil y de los testimonios recogidos en las charlas que doy como autor de novelas para jóvenes. Muchos adolescentes me cuentan sus experiencias y me dicen que en la separación de sus padres se sentían como una especie de arma arrojadiza. Me pareció que era un asunto necesario de abordar, y que no estaba demasiado tratado, sobre todo desde un punto de vista no caricaturesco o paródico ni maniqueo».

Ni héroes, ni villanos

En efecto, no es una pieza de buenos y malos, como subraya el dramaturgo: «Intento entender a los dos personajes, pues cada uno tiene sus razones, su verdad. Creo que la gente que nos rodea no son héroes ni villanos. No sólo en esta obra, sino en general en mi teatro, me interesa presentar a gente normal, con la que todos podamos identificarnos, aunque no nos encontremos en la situación específica que refleje la pieza. Sandra e Ignacio tienen, como todos, momentos muy mezquinos y comportamientos egoístas, junto a una gran generosidad. Por eso hay varios tonos, nada es plano, se produce un carrusel de emociones, que comienza con la rabia inicial, pues la obra empieza con el divorcio reciente y las heridas muy abiertas. Tienen que aprender a convivir con ello. Al igual que Sergio, su hijo, que aparece simbolizado como una mochila, como esos niños-mochila de los que habla la sociología. Sergio no está en escena, pero desempeña un papel de decisivo tercer personaje, desencadenante de los encontranazos de sus padres. En la obra he querido dar visibilidad a otros tipos de familias del siglo XXI».

Sin duda, una de las bazas de esta «comedia ácida», como la define su autor, es el ritmo que Quino Falero domina con maestría y las interpretaciones de Acosta y Miramón. Y también. muy especialmente, un humor que, matiza Fernando J. López, «deja un poso, lleva a reflexionar sobre este conflicto en carne viva, en el que he querido alejarme de la moralina y los tópicos y hacer un teatro de la realidad actual».

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