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Juan Antonio Álvarez Reyes: «Es muy fácil dejar caer a un museo. Recuperar su prestigio, mucho más complicado»
El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo cumple este año dos décadas y media que celebra con una programación especial. Con Juan Antonio Álvarez Reyes, su director actual, repasamos su historia y sus retos de futuro
Desde 2010, Juan Antonio Álvarez Reyes es el director del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC): «He sobrevivido a tres consejeros de cultura», bromea. Cuatro años después, y con los presupuestos bajo mínimos (siete millones antes de la crisis, recortados a tres en la actualidad) le toca celebrar las dos décadas y media de existencia de un centro que se crea en 1990 pero al que no se le asignó sede (el antiguo Monasterio de La Cartuja, un edificio protegido, con todo lo que ello conlleva) hasta 1997. Sin demasiadas estridencias, el CAAC ha logrado hacerse un hueco en el mapa museístico nacional. Con su responsable hablamos ahora del camino recorrido, de los actos de celebración y de los retos por afrontar.
El centro nace coincidiendo con una crisis, la de la I Guerra del Golfo, y cumple los 25 sumidos como estamos en otra. ¿Qué balance hace el último director de todo este periodo?
En general, el balance es positivo. El CAAC nace en un contexto muy determinado, durante la primera oleada de centros y museos de arte contemporáneo que surgen en España ( IVAM , Reina Sofía...), pero sin sede definitiva hasta 1997. Ese primer periodo es, para mí, especialmente interesante. Douglas Crimp habla de los “museos sin paredes” y, en ese momento, el CAAC lo era. Se estaban comprando obras para conformar una colección, mientras se organizaban exposiciones y proyectos para ser presentados en diferentes puntos de Andalucía. En el momento en el que se nos asigna una sede tan grande y tan maravillosa como la del Monasterio de la Cartuja –también tan costosa–, nuestra actividad se ha de centrar aquí. Pero en algún momento habrá que retomar ese origen, esa voluntad de ser un museo sin paredes, que de alguna manera hemos recuperado con las intervenciones en los exteriores.
Volvamos al balance.
Hay que estar moderadamente satisfechos sabiendo que estamos en un contexto complicado, tanto social como económicamente, en el que no ha habido una gran tradición en arte cotemporáneo. Aunque esto hay que matizarlo, ya que uno de los primeros museos en este ámbito que se crean en España es el de Sevilla, en 1970, abierto hasta que acabó absorbido por el CAAC, además de que en Sevilla y Andalucía siempre ha habido una gran tradición de arte contemporáneo. Aquí nacen Picasso, José Guerrero, Luis Gordillo ... Pero también es cierto que desde los años sesenta y la renovación de los lenguajes plásticos, el ambiente es bastante académico.
«Más que celebrar, este es un buen momento para repensar qué se ha hecho en el arte en los últimos 25 años»
Si bien el contexto no era el mejor, una de las cosas buenas que ha conseguido el CAAC ha sido su estabilidad. En la cultura y el arte, la manera de que los proyectos se consoliden es que tengan una continuidad. Y aquí, las diferentes direcciones han pensado siempre en el medio y largo plazo. Sin grandes saltos, hemos sido conscientes de la tradición y de todo lo alcanzado hasta ese momento y, sin hacer borrón y cuenta nueva, hemos continuado un trabajo con las especificidades de cada uno.
La estabilidad política les ha favorecido. ¿En qué redundó eso?
Básicamente, en que hemos conseguido crear una buena colección de arte contemporáneo que parte del contexto andaluz, reuniéndose a sus grandes nombres y muchas de sus grandes obras, pero siempre dentro de un contexto internacional. Eso, más los diferentes programas de exposiciones, dan una idea de lo que ha sido el desarrollo del arte contemporáneo en los últimos 25 años. Aquí se celebró la primera exposición de Louise Bourgeois en España, cuando aún no tenía sede, en las salas de El Arenal, en 1994. También organizamos en Europa y antes que en EE.UU. la primera retrospectiva de Carrie Mae Weems . Desde la modestia y con los pies en la tierra, se han conseguido realizar muchas cosas, siempre huyendo de la espectacularidad y desde el trabajo riguroso.
Hablemos de esa colección, que se forma en contra de una tendencia posterior de otras capitales que ha sido la de crear contenedores y ver luego cómo los llenábamos.
La España de las Comunidades Autónomas ha traído cosas muy positivas, y una de ellas ha sido la descentralización. Eso fomentó el surgimiento de diferentes museos y colecciones de arte contemporáneo. En Sevilla existía el precedente que comentaba, pero era un museo estatal. La Junta fue consciente en un momento dado de la necesidad de crear una colección que representara el arte de un tiempo que, durante el franquismo, no se había propiciado. Lo que se hizo fue mirar hacia atrás y poner la fecha de inicio del conjunto en 1957 (por el importante grupo andaluz) para llegar hasta la actualidad. Hay alguna obra anterior de José Guerrero , pero el hito fundacional es Equipo 57 , de los que tenemos la mejor colección de todas, que incluye sus archivos.
¿Cuales son los puntos fuertes de esa colección y qué le falta?
A toda colección le faltan muchísimas cosas. Por ejemplo, estamos intentando subsanar, aunque nos está llevando mucho tiempo, incorporar a Nacho Criado , del que hicimos una exposición con el Museo Reina Sofía . Tenemos en depósito cuatro obras que estamos intentando comprar. Un hito importante en la colección es Louise Bourgeois: tenemos una gran «celda», probablemente la pieza más importnate en España de la artista. El conjunto del Equipo 57 es fundamental. Cualquiera que quiera estudiarlo tiene que venir al CAAC. Otro artista muy bien representado es Guillermo Pérez Villalta , sobre todo después de la gran donación que nos ha hecho... Tenemos muchas obras interesantes de fuera y de dentro que permiten hacer lecturas muy diferentes y complementarias de la realidad. Eso solo se puede con colecciones ricas.
Crearla, ¿fue necesidad o presión del calendario?
Fue una necesidad. A vista de lo que está ocurriendo hoy en todo el país, no sé si ahora lo es igualmente. Pero en ese momento, tanto los políticos como la sociedad sintieron que era necesario poner en marcha el museo y su colección. Y fruto de la misma inquietud nacieron centros como el Reina Sofía, el IVAM, el MACBA ... La lista no es grande, pero sí importante. De esa necesidad surge el CAAC. Un momento en el que la cultura era realmente importante, casi una urgencia. Veníamos de una época, la de la dictadura, en la que muchas cosas no se conocían, no se podían disfrutar... Fue casi como una liberación que, a la vez, se experimentó en otras ramas de la cultura.
«El contexto no ha sido el mejor, pero una de las cosas buenas del CAAC ha sido su estabilidad»
La colección del centro ha ido incrementándose poco a poco, nunca hemos contado con un presupuesto elevado como el del IVAM, el MACBA o el CGAC , cuyo pico fueron los 7 millones de euros en 2009, fecha en el que comienza la bajada. Ahora contamos con menos presupuesto que cuando el museo echó a andar. Esa es una de las paradojas actuales, pese a que la sociedad cada vez nos demanda más, como es lógico.
Entonces, veinticinco años después, ¿qué tenemos que celebrar?
Yo creo que, más que celebrar, este es un buen momento para pensar o repensar qué se ha hecho, nosotros y el arte y los artistas de los últimos 25 años; cómo nos relacionamos con el lugar en el que estamos, tanto el contexto andaluz como la sede en la que nos encontramos, e intentar ver qué es necesario para el futuro inmediato del CAAC. Hay una serie de carencias que en algún momento habrán de ser subsanadas.
Que serían...
Hay tres cuestiones que son básicas. La primera, volver a ese museo sin paredes que mencionábamos, que, de alguna forma, fomentamos. Por ejemplo, nuestra muestra sobre Carmen Laffón viaja ahora a La Alhambra . Pero la voluntad debería ser más programática. Por otro lado, la segunda es más una cuestión física. Este edificio no se construyó para ser un museo, sino que se acondicionó para la Exposición Univarsal de 1992. Justo por esas urgencias, necesita ahora de una puesta al día. Sin embargo, lo más perentorio sería acabar con nuestra falta de almacén de obras de arte. Lo que vamos ocupando son salas de exposiciones que cerramos para ese fin. El denominado Pabellón del siglo XV, en este mismo complejo, cuya escenografía realizó Pérez Villalta, sería un destino estupendo para tal fin. Y no queremos unos grandes almacenes, sino que tiene más sentido el modelo Schaulager , es decir, que los fondos acumulados sena visitables, aunque el acceso fuera más restringido. Y es que se han pasado de las pocas obras que tenía la Junta de Andalucía a las más de 3.000 actuales, algunas muy voluminosas.
Ahora hacen de la necesidad virtud y el programa conmemorativo de exposiciones se nutre en buena parte de ese conjunto.
Nosotros nos organizamos por sesiones expositivas. Lo que hacemos ahora es dedicarle una al aniversario. Hemos pensado en cuatro exposiciones que tal vez irán a cinco, con una más en 2016. La primera, que es la que inauguramos esta semana, es la que revisa el arte de los últimos 25 años. Analizando los fondos vimos que teníamos obras suficientes para esbozar este ensayo visual. La segunda exposición, titulada El presente en el pasado, se ocupará de nuestra colección patrimonial, desconocida para muchos, solo presentada tangencialmente en una muestra en 1992. Esta compuesta por restos arqueológicos, pinturas, esculturas, cerámicas, tallas, calvarios, la sillería de un coro... que quedaron en el monasterio tras la Desamortización del siglo XIX. Con todo ello, en las zonas más antiguas del edificio estableceremos un diálogo entre obras del presente y del pasado. Broto volverá a la Capilla de Colón; Andreas Fogarasi dialogará con el coro que he mencionado...
«Si fuéramos un cubo blanco seríamos uno más. El Monasterio de la Caryuja nos singulariza»
La tercera muestra se ocupa del arquitecto y artista que modificó el edificio para a Exposición Universal: José Ramón Sierra. Este autor es uno de los primeros en introducir en los sesenta los lenguajes de la abstracción en Sevilla. Es el Robert Rauschenberg sevillano, aunque no le gusta definirse así. También fue diseñador. Ahora estamos sentados en algunas de sus sillas. Nunca se ha realizado una retrospectiva de su trabajo y parecía oportuno hacerlo ahora abarcando la arquitectura, el diseño y las artes visuales. Por último, El gran silencio es lo contrario a lo relatado hasta ahora: no serán obras de la colección (aunque su núcleo duro son piezas que sí que lo fueron pero que se dispersaron con la Desamortización: Aquí llegó a haber un Apostolado de Velázquez, un Wan der Weyden, un Alonso Cano, los zurbaranes de la sacristía...), obras muy contemporáneas en su época, propiedad de los monjes, que dialogarán con otras de arte contemporáneo actual sobre el espíritu cartujo: la soledad, el aislamiento, el silencio y la austeridad.Hablar del silencio es hacerlo de John Cage , de Susan Philipsz, que tiene una obra inspirada en otra cartuja... El título de El gran silencio está tomado de una película de Philip Gröning. No podría decir que es la muestra más importante de las cuatro, dado que al trabajar por sesiones, unas complementan a las otras.
¿Y esa quinta exposición?
Nos gustaría hacer una muestra sobre el arte producido en Andalucía recientemente. Su título sería Qué sienten, qué piensan los artistas andaluces de ahora, título «robado» al famoso verso de Alberti. Pedimos un presupuesto extraordinario para el aniversario a la administración, pero no están las cosas para sobreesfuerzos.
¿Qué presupuestos son los que se manejan ahora?
Este año hemos contado con un presupuesto de tres millones de euros. Y hay que tener en cuenta que un millón ochocientos mil se destina a personal (el museo cuenta con unas 60 personas en nómina), y un millón a mantenimiento. Nos quedan 200.000 euros para todo lo demás.
Ahora que menciona ese millón en mantenimiento. El hecho de que el museo tenga como sede un edificio BIC, ¿fue una buena idea?
Yo creo que sí. Este edificio debería ser mantenido de todas maneras por la Junta. Es un monumento. El antiguo monasterio y la antigua fábrica de cerámica es también un gran activo para el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Primero, por el espacio en sí, que es muy difícil para trabajar desde el arte contemporáneo, pero nos obliga a ser ingeniosos. Pero aporta historias y sentido porque hace que algunas de las líneas de trabajo tengan que ver con el colonialismo, con la cultura fabril, con aspectos que forman parte de la Historia del centro. Si fuéramos un cubo blanco seríamos uno más. Esto nos singulariza. Quizás lo lógico es que contáramos con un presupuesto más elevado. El nuestro nunca ha sido de los altos en España. Más bien, de los medios-bajos.
Pero si con poco dinero lo hacen bien, alguno pensará que para qué quieren ustedes más...
Pero yo creo que la política no funciona así. Y me explico: cuando vuelva el dinero a las arcas públicas, que esperamos verlo, habrá que gastarlo, porque así funciona la política. Y como va a haber que gastarlo, algunos ya hemos demostrado que sabemos hacer cosas. Tenemos la historia y la experiencia. Y sabemos hacer cosas con mesura y con sentido. La otra opción es decir que, como no tienes dinero, no puedes hacer nada. Eso no es ético. A mi equipo le pagan un sueldo a final de mes. Tenemos que hacer todo lo que podamos. Primero, porque somos trabajadores públicos, y, en segundo lugar, porque nos debemos a la comunidad artística, de la local a la internacional. Es muy fácil dejar caer los sitios. Recuperarse luego es complicado.
Sondeos a pie de taxi: Esto está muy lejos. ¿Qué hace el centro para acercarse a la ciudad?
Varias cosas. Pero esa pareciación tiene que ver sobre todo con el público local, que es uno de nuestros muchos públicos y el que viene más asiduamente. Para alguien que viene de fuera, esto no está lejos. El centro de la ciudad, la catedral, está a 20 minutos andando, y esta es una urbe en la que uno se puede desplazar bien con bicicleta. Pero el río genera una barrera psicológica importante y durante muchas décadas hubo también una vía de tren que impedía pasar. Para solucionar esto, en su día, abrimos la puerta que mira a la ciudad, la puerta del río. La pasarela que se construyó en 1992 también facilitó la comunicación.
«Si lo que se quería era evitar polémica, lo más absurdo era crear otra», opina sobre el MACBA
Por otro lado, en los últimos años, algo que atrae mucho a un público joven, y no tan joven, es la música. Aquí realizamos un festival llamado Territorios , un ciclo de conciertos en el verano, Nocturama , y continuamente hacemos actividades de música. Y la gente viene. Con la exposición de Carmen Laffón , por otro lado, ha vuelto al museo un público que no era el habitual del CAAC. La media de edad subió. Gente que desde la Expo no venía. También hacemos muchas actividades educativas, para familias. En esto hay que reconocer que tenemos un entorno que nos ayuda mucho. Y colaboramos con el Festival de Cine o la Bienal de Flamenco , que aquí tiene muchísimo peso. El año pasado tuvimos el récord de visitantes, 175.000 personas, que no es muy elevado comparado con ciudades mayores, pero sí una cifra interesante, que no ha dejado nunca de crecer de los 20.000 iniciales.
Las cifras no deberían obsesionar al director, pero, ¿lo hacen?
No. Pero claro que nos gustaría que crecieran, como al que escribe le gusta que lo lean. No pueden condicionar la programación . Por eso apostamos por las sesiones expositivas, en las que puede haber muestras para un público más amplio y otras que se dedican a la experimentación, que para eso somos un centro de arte. Los visitantes son importantes en el sentido de que marcan una tendencia.
Esta semana se inauguran dos nuevos museos en Málaga. Cuando el CAAC nace estaba sólo en Andalucía. ¿Cómo se ha ajustado a ese nuevo mapa con más interlocutores?
Nosotros encajamos bien en ese mapa gracias al trabajo realizado hasta ahora. Son veinticinco años de labor continua. Yo no he sido nunca partidario, ni como crítico ni como director, de los proyectos espectaculares, de las flores de un día. No creo que sean buenas para el arte o para la comunidad artísitica las franquicias. Además, la situación política y social de este país no está para eso. En los sultanatos del Golfo están muy bien porque les sobra el dinero. Aquí, que no hay grandes recuersos, hay que aprovecharlos al máximo. En todos estos años se han ido abriendo salas y centros de exposiciones por toda Andalucía, y eso es muy bueno porque va creando tejido. El problema es que en España somos muy de péndulo. Nos enamoramos poderosamente y olvidamos pronto. Y lo que me da miedo del fenómeno malagueño es que sea simplemente una cuestión más de imagen o una acción lectoralista sin que vaya a tener continuidad en el tiempo.
¿Le ha perdido el pulso Sevilla a Málaga?
Creo que no. Y es absurdo entrar en esta polémica. Ahora parece que Málaga es la ciudad de los museos. Pero los museos son sobre todo colecciones. Y para hacer una colección se requiere tiempo y continuidad. Eso o ser un nuevo rico. Yo vivo más Sevilla que Málaga, aunque intento estar al tanto de lo que pasa allí. Aquí tenemos un teatro de ópera y danza, un museo de Bellas Artes, una escena de galerías de arte que no existe en el resto de Andalucía... Ahora lo que prima es un llamamiento por lo nuevo. Es cierto que Málaga inauguró un Thyssen, y parece que los resultados no son los que se esperaban... Y no creo que estemos perdiendo pulso. Es cierto que hay una escena relevante en Málaga, la Facultad de Bellas Artes está generando un buen tejido artístico, mucho más que otras acciones, y esperemos que vaya a más.
¿Ha llegado a generar tejido el CAAC en Sevilla?
Históricamente, Andalucía ha sido un gran centro artístico, con focos en Granada y su facultad de Bellas Artes, y en Málaga, pues están ocurriendo cosas. Y Sevilla siempre ha tenido tejido artístico. También galerístico. Aquí empiezan Pepe Cobo, Juana de Aizpuru , grupos de artistas trabajando en común... El CAAC ha acompañado a todo un proceso que ya existía. Es reflejo de lo que ocurre en Andalucía. Por ejemplo, nuestra programación es paritaria por sexos y procuramos que haya paridad entre las exposiciones entre artistas locales y foráneos.
Y más allá de Andalucía, ¿cómo trabaja en red el museo?
Procuramos siempre, aunque todo se puede hacer mejor, coproducir proyectos y obras con otros centros nacionales e internacionales. Por ejemplo, después del verano inauguraremos exposición de Oliver Ressler, austriaco, con el Lentos de Linz, el NBK de Berlín y la Galería de Bolzano. Buscamos crear redes con Europa. Primero, porque es lo que te permite en tiempos complicados coproducir sin elevar los gastos. Lo que ha de venir ya ha llegado está ahora en MUSAC y pronto llegará al Koldo.
«Lo más perentorio sería acabar con nuestra falta de almacén de obras de arte»
Y no se trata sólo de generar redes con museos y centros artísticos. La Universidad es muy importante. Nosotros organizamos actividades y seminarios con la de Sevilla, la Internacional de Andalucía, la de Granada, la de Málaga... Y también con colectivos. El programa de música se hace con productores andaluces que trabajan activamente; hemos colaborado con el Festival de Cine , la bienal de Flamenco...
Si no me equivoco, es el comisario de las cuatro exposiciones del aniversario. Eso significa que no se va a encontrar de repente a ninguna Ines Doujak en ellas.
Con respecto a ese caso, prefiero acogerme a lo manifestado por ADACE, asociación a la que pertenezco.
Casi le aconsejaría que sí expresara su opinión personal. Ese comunicado era tan ambiguo que casi embrollaba aún más el asunto.
Estoy en contra de cualquier acto de censura. Y estoy seguro de que desde la distancia, se me escapan cosas. No he tenido la oportunidad de hablar con Bartomeu Marí , aunque le he enviado algún mensaje. Y sí que me podría pasar algo así porque las exposiciones no las haces tú solo, sino que las realizas con el equipo del museo. La Bestia y el soberano es una muestra que se hizo fundamentalmente con el equipo del MACBA.
Pero lo que la opinión pública no entiende es cómo un director de museo no conoce lo que va a exponerse en su museo.
Todos mis datos vienen de la prensa y de las apreciaciones de aquellos que sí que pudieron ver la escultura en la bienal de Sao Paulo, que no habían caído en que era el Rey, que parece que es el motivo de la polémica, y no que una activista boliviana esté siendo sodomizada por un perro, que es algo que también tiene su aquel. En Bolivia nadie se pronunció, y durante la Bienal nadie dijo nada de nada. Más allá de esto, provocar estos acontecimentos solo lleva a una mayor difusión de las obras. Si lo que se quería era evitar polémica, lo más absurdo era crear otra. Siempre hay que estar por la libertad creativa, por lo que no comprendo lo que ha ocurrido, ni estoy de acuerdo con la gestión de la crisis. Más allá de que B. Marí ha sido un magnífico director de museos que lo ha demostrado en muchos lugares y que es un gran profesional. No sé si ha habido un problema de entendimiento con los comisarios. Pero ante situaciones como esas, lo que hay que nacer es seguir trabajando y dar un aspecto de normalidad. Todos nos hemos encontrado con obras difíciles en nuestra trayectoria, pero eso es el arte contemporáneo. Y es necesario exponerlas.