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La Gran, como en casa, en Valladolid

Tras tres años de vida, la editora de objetos artísticos La Gran abre espacio propio en Valladolid. Un domicilio particular en el centro de la ciudad amplía las posibilidades de la galería al uso

La Gran, como en casa, en Valladolid p. g lerma

javier díaz-guardiola

Hace ya tres años, un grupo de amigos con inquietudes comunes ponen en marcha La Gran como «excusa» para poder colaborar con artistas españoles cuya carrera ya estaba más que avalada por la crítica. Gente como Marina Núñez, Enrique Marty o Bene Bergado, representados por galerías y habituales de las ferias, donde exponían su trabajo. Sin embargo, como explica Pedro Gallego de Lerma, «para muchos era muy frustrante salir de estos espacios artísticos sin poder llevarte nada del artista que te gusta porque no puedes permitírtelo». Con esa vocación nacía La Gran y su política de producción de objetos artísticos, en edición limitada, a precios asequibles.

Crece a lo grande

«Muy pronto, al segundo año, nos dimos cuenta de que el proyecto había evolucionado y que necesitábamos dar un contexto teórico a lo que hacíamos. Es entonces cuando comenzamos a hacer exposiciones para otros (en Madrid, por ejemplo, La Gran apadrinó con sus contenidos el nacimiento de Serendipia , en el Barrio de Las Letras), proyectos comisariados que se exhibían allí donde nos llamaban». El siguiente paso lógico, una vez que te ha picado el gusanillo de la producción artística, es contar con una sede estable propia en la que desplegar tus iniciativas.

Eso fue lo que pasó la semana pasada en Valladolid, después de un año batallando con los permisos necesarios y los presupuestos, que siempre cuesta tanto cuadrar. La Gran daba paso a la.gran (la firma estrena un elegante logo) en un domicilio particular de un segundo piso en un céntrico inmueble de la ciudad (C/ Claudio Moyano, 16). «Lo que hemos hecho ha sido actuar como si alquilásemos una casa, “nuestra casa” –prosigue Gallego–, porque queremos que esto no se vea como una galería al uso. Aquí hay mucho trabajo compartido, pero de lo que se trata es de que todo –del mobiliario, al ambiente con el que te acogemos, el café con el que te recibimos– te haga pensar que en este lugar suceden cosas diferentes».

«Crecemos, cuidando a aquel que confió en nosotros en el pasado»

Y así será. Lo que persiguen el director, Pedro Gallego y su aliada Marta Álvarez (también se cuenta con una becaria: Silvia Ampuero) es que el que pase el umbral de la.gran saque una experiencia de su visita e «interactúe con los artistas». A allí se podrá acudir a ver arte (como el que ahora se despliega en el salón de la casa), pero el espacio cuenta con dos habitaciones, una de las cuales servirá como residencia de artistas, mientras la segunda (la que alberga el vídeo Oblatio, de Blanca Gracia ), funcionará como taller. El edificio cuenta además con una galería acristalada «a la que esperamos sacarle pronto el máximo rendimiento», y una cocina, «donde ubicaremos una mesa enorme para preparar desayunos, presentaciones, charlas...»: «Un formato como el nuestro nos facilita proponerle al artista que nos gusta que resida aquí mientras planea su proyecto. Si fuéramos una galería, habría que pagar un hotel, unas dietas... Eso no nos lo podemos permitir».

Un prólogo que deja las ideas claras

La.gran es ahora un «art production space». Son los tres conceptos que conforman su nuevo ADN. Y la muestra con la que abren las puertas, Prólogo, su declaración de intenciones en imágenes: una colectiva de trece artistas (desafiando supersticiones) de autores con los que la firma ya había trabajado antes (los mencionados Marty, Núñez, Rosalía Banet , junto a jóvenes como Laura Salguero o Elisa Terroba) y otros con los que quieren empezar pronto a colaborar: Guillermo Peñalver , Luis Pérez Calvo, Ignacio Pérez-Jofre...

«Esta es una muestra muy homogénea, en la que hay mucha pintura y mucho dibujo. Y, sobre todo, muchas historias. Nos interesa el arte narrativo, el arte “caliente”, es decir, aquel que plantea preguntas y no da respuestas, lo que obliga al espectador a implicarse y tomar partido». La nota de prensa habla, en lo que se refiere a la selección de las piezas, de trabajos que para sus autores también supusieron, como para ahora a la nueva la.gran, un punto de partida o un pequeño punto de inflexión, «bien porque fueron el arranque de una serie o porque con ellos encontraron una forma diferente de trabajar». La muestra podrá verse hasta el próximo 2 de mayo.

Si algo caracterizó a esta firma hasta la fecha fueron sus precios modestos. ¿Supondrá el salto renunciar a ello?: «En absoluto –responde Gallego–. Se trata de que el rango de precios también crezca. Si antes ofrecíamos productos desde diez euros, ahora los podemos encontrar hasta los 3.500 que cuesta la caja de luz de Marina Núñez . Se trata de ser fieles a nuestro propósito inicial, pero también cuidar al que confió en nosotros en el pasado. Su gusto se ha educado y es muy probable que ya no se conforme con un colgante o un abridor de botellas de un artista. Ahora quiere contar con una pequeña obra de este. De cualquier forma, la edición de libros va a seguir siendo una de nuestras vías de acción».

A una hora de AVE de Madrid

Nos queda una pregunta: ¿Por qué Valladolid? «No es tan tonta esa pregunta –reconoce–.Yo soy madrileño, aunque me trasladé a Palencia con ocho años. Y vivo en León. Pero León es demasiado periferia. Y en Madrid, ya hay demasiadas cosas y estamos a solo una hora de AVE. Es mejor buscar una capital grande, con instituciones culturales con las que dialogar (la presenetación de la.gran se coordinó con la inaugaración en Patio Herreriano de una exposición de Concha García y ambos espacios cuentan con una intevención de Julio Falagán). Aquí hay un proyecto similar, como es el de Javier Silva . Aún no conocemos mucho la ciudad, por lo que tomarle el pulso va a ser un reto bonito».

La inauguración del espacio el pasado sábado fue todo un éxito y el feedback que están recibiendo sus promotores, muy positivo: «Nos quedamos con que vinieron muchos amigos y agentes del arte, y, sobre todo, con la respuesta de los artistas. A estos les hemos explicado, sobre todo a los que trabajan con otras galerías, que colaborar con nosotros puede ser difícil por los formatos y precios que movemos. Ellos nos han dicho que eso es lo que más les seduce de la propuesta. Eso nos da un subidón importante».

La Gran, como en casa, en Valladolid

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