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Ben Lerner: Escritor y personaje en la novela «10.04»

Ben Lerner se convierte en el personaje principal de su segunda novela, «10.04», con la que ha conseguido igualar el éxito de su ópera prima, «Saliendo de la estación de Atocha»

Ben Lerner: Escritor y personaje en la novela «10.04»

rodrigo fresán

¿Por qué conformarse con ser apenas un buen escritor cuando también, por el mismo precio, se puede ser un buen personaje, eh? Esa parece ser la gracia y el desafío de poner en práctica una maniobra narrativa tan antigua como el mundo: la autoficción o la ficción del yo o la true novel o la metaficción, o como se prefiera etiquetar a eso que ya está entre nosotros desde los más ancestrales textos y mitos religiosos, en los que alguien crea un mundo para enseguida incluirse y contarse más o menos de verdad, reinventándose a medida y a piacere.

Aquí y ahora son muchos los que se presentan jurando que todo lo que van a contarnos es algo así como más o menos cierto. Con mayor o menor genio pasaron y pasan por allí Philip Roth, J. M. Coetzee, Paul Auster, Enrique Vila-Matas, W. G. Sebald, Dave Eggers, Guadalupe Nettel, Joan Didion , Aleksandar Hemon, Édouard Louis, Geoff Dyer, Karl Ove Knausgård, Lena Dunham, Javier Cercas, Sheila Heti, Patricio Pron, Tao Lin, Antonio Muñoz Molina , Teju Cole, César Aira, Rachel Cusk, Marcos Giralt Torrente, Edward St. Aubyn, Sergio del Molino, Will Self, Milena Busquets, Bret Easton Ellis, Michel Houellebecq, Hanif Kureishi y siguen las firmas.

Bohemia ibérica

Entre los que demuestran excelente forma al asumir tal formato está el reconocido y ya nominado al National Book Award poeta modernista Ben Lerner (Kansas. 1979), quien en 2011 debutó novelísticamente con Saliendo de la estación de Atocha (Mondadori). Despertó la admiración de James Wood, Jonathan Franzen y John Ashbery, y figuró en casi todas las listas de los mejores libros de ese año. Allí, Lerner apenas se escondía detrás de un tal Adam Gordon para reírse de y hacer reír con su experiencia bohemia ibérica, parodiando a la vez que reinventando todos los lugares comunes del bildungsroman/künstlerroman (novela de formación/con artista).

Estética y ética y novela de mirada y de reflexión sobre lo que se mira

En 10.04, Lerner va aún más lejos en el fino arte de acercarse a sí mismo: un narrador treintañero sin nombre (ni falta que hace) se enfrenta al «problema» de una muy anticipada (tanto económica como literariamente) segunda novela tras un inesperado éxito en su estreno y la publicación en The New Yorker de un relato (aquí incluido) del que todo el mundo habla.

Pero eso no es todo. Se le diagnostica el mal de Marfan (enfermedad cardíaca complicada y potencialmente mortal), su gran amiga Sandy insiste en ser inseminada artificialmente por su esperma, a su pequeña novia Alena le va lo de la asfixia erótica, a su alrededor crecen Manhattan y Brooklyn y Texas y sus tentaciones (aún más tentadoras que las de Madrid, claro), y se visitan museos y hospitales y colleges.

Hay borrascas en el horizonte: todo arranca en 2011 con la tormenta tropical Irene y desemboca en 2012 con el huracán Sandy. Truenos y rayos y fragmentos y elipsis y el hacerse pedazos como estética y ética y novela de mirada y de reflexión sobre lo que se mira. Y este flâneur mental mira y reflexiona sobre todo.

Demasiados relojes

«Me proyectaré en varios futuros simultáneos… Me abriré paso desde la ironía a la sinceridad en una ciudad que se hunde, cual aspirante a Whitman de la vulnerable cuadrícula», se promete el escritor mientras almuerza con su agente. El asunto es si podrá cumplirlo. El Verbo es proyectarse, claro. Y el Tema es, entonces, qué escribir (¿comercial?, ¿vanguardista?, ¿poético?, ¿realista?) con todo lo que le está pasando. Y lo que, final y definitivamente pasa, siempre, es el tiempo.

El de Lerner fue el debut novelístico más sonado de 2011

10.04 recibe su título horario (y justifica su fantasía de proyectarse a varios mañanas) de la hora exacta en aquel reloj de plaza de pretérito pueblo chico que, al ser electrificado por un relámpago, devolverá o no, antes de que se esfume por completo, a Marty McFly a su presente –y a una supuesta normalidad– en el filme Regreso al futuro. Y más relojes: el del repetitivo collage visual-maníaco-referencial del videoartista Christian Marclay, o el que marca el momento del Challenger estallando en los cielos y desatando la epifanía poética del narrador, o ese en tu muñeca que te informa de que llegas tempranamente tarde al próximo acto de tu biografía.

Y alrededor de todo esto nada sucede salvo la vida misma. Y el narrador de 10.04, que bien puede ser o no Ben Lerner, acaba comprendiendo que ya es hora de empezar a escribir. De empezar a escribir un interesante y excelente y muy puntalmente a la moda libro como 10.04.

Pero antes, por qué no, hagamos un alto para comer sushi en un muy trendy restaurante en Prospect Heights.

Hay tiempo, queda tiempo, no importa la hora que sea o no sea, esa es la cuestión.

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