Qué habría pasado si...
Kennedy salva la vida, las potencias del Eje ganan la II Guerra Mundial, la Armada Invencible invade Inglaterra... La política ficción, en forma de series o novelas, no conoce límites. Les proponemos doce de estos juegos creativos
Actualizado: GuardarKennedy salva la vida, las potencias del Eje ganan la II Guerra Mundial, la Armada Invencible invade Inglaterra... La política ficción, en forma de series o novelas, no conoce límites. Les proponemos doce de estos juegos creativos
123456789101112«House of Cards», Beau Willimon
El «planeta series» tiene en House of Cards el mejor ejemplo de política ficción elevado a la enésima potencia del surrealismo argumental (tan sólo superado por Scandal), al menos por lo que respecta a la versión norteamericana, protagonizada por Kevin Spacey y Robin Wright. A saber: un congresista demócrata –Francis Underwood– que llega a vicepresidente de EE.UU. a costa de..., casado con Claire Underwood, directora de una organización medioambiental sin fines de lucro (jajaja). Ambición sin medida y desmedida. Tal para cual. Otra forma de amor. Si hay que acostarse con alguien, te acuestas. Si hay que matar, se mata. Y no contamos más porque la tercera temporada llega en febrero. Pese a que a veces roza una exageración increíble y éticamente vomitiva, las lecciones de maquiavelismo resultan antológicas. Por supuesto, sin dos actorazos como Spacey y Wright, nada sería posible.
«Scandal», Shonda Rhimes
El Despacho Oval vuelve a ser el escenario elegido para tramar unas tramas desmedidas entre el presidente de la nación más poderosa, su jefe de gabinete, su jefa de prensa, que luego deviene en amante y desfacedora de entuertos muy complicados, la mujer del presidente, con más ambición que él mismo, y muchos más personajes y personajillos muy bien planchados (del traje a la cara). Asuntos de cama, claro, fraudes electorales y un dignatario capaz de cometer un crimen por salvar el pellejo o el prestigio más que por ambición. De pura cobardía. A pesar de los pesares, Scandal engancha como un best seller de segunda fila y cuatro estrellas.
«22/11/63», Stephen King
La novela que The New York Times eligió como una de las cinco mejores de 2011 lleva por título la fecha del asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy a manos de Lee Harvey Oswald en Dallas. Y es a Oswald a quien trata de interceptar el protagonista, Jake Epping, en un viaje en el tiempo que cambie el curso de la Historia. Pero su objetivo va más allá de salvar a Kennedy: implica salvar también a su hermano Robert y a Martin Luther King, evitar los choques raciales y, tal vez, poner fin a la guerra de Vietnam. El rey del terror, que con 22/11/63 se colgó la medalla de «Dickens del siglo XXI», demuestra que la política ficción se le da de miedo.
«La alteración», Kingsley Amis
¿Qué pinta aquí uno de los más prominentes «escritores airados» británicos, padre, por más señas, de Martin Amis y autor de Sobrebeber y La suerte de Jim? Pues pinta, y mucho. Porque Kingsley Amis, además de ser uno de los continuadores de la saga de James Bond, se atrevió con la ucronía. La tituló La alteración, y en ella Esteban II de Inglaterra nunca nació, la guerra por la sucesión no se produjo, Enrique VIII se convirtió en heredero directo y su hijo sobrevivió a su infancia y reinó como Enrique IX. Si les parecen pocas «alteraciones», hay más: Estados Unidos se independiza en 1848, no en 1776, y Martín Lutero no rompe con la Iglesia Católica, sino que se convierte en Papa: Germano I. Una auténtica vuelta de tuerca a la Historia. Lástima que la novela no esté traducida al español.
«Un hombre en la oscuridad», Paul Auster
«Estoy solo en la oscuridad, dándole vueltas al mundo en la cabeza mientras paso otra noche de insomnio, otra noche en blanco en la gran desolación americana.» Esa desolación con la que arranca la novela hace referencia a la guerra civil: desde hace cuatro años, media América combate contra la otra media (más de trece millones han muerto ya) y, de hecho, ni los atentados del 11-S ni la guerra de Irak han tenido lugar. En esos Estados Desunidos de América sitúa Paul Auster su ucronía, en la que el protagonista recibe la orden de eliminar a un tal Blake –aunque quizá sea Black, o puede que Bloch– porque «la guerra es cosa suya. Es un producto de su imaginación, y todo lo que ocurre o está a punto de ocurrir se encuentra en su cabeza. Si se elimina esa cabeza, cesará la guerra». ¿Lo conseguirá?
«Boss», Farhad Safinia
Chicago es una ciudad que lleva pegado a su nombre el de la mafia desde las primeras décadas del siglo XX: la ley seca, Al Capone... El cine lo ha narrado. Chicago siglo XXI tiene un jefe de la mafia (de la política) sentado en la alcaldía, Tom Kelsey. Un jefe de la mafia porque se comporta como tal aunque lo que maneje sean asuntos municipales. Mucho poder y mucho dinero como para perderlos por habérsele diagnosticado una enfermedad degenerativa. Hay que aguantar el tipo y el sillón. Producida por Gus Van Sant, entre otros, la serie es prodigiosa gracias, entre otras exquisiteces, a la interpretación de Kelsey Grammer. Tras cada capítulo, uno se levanta del sofá pensando si de verdad la política y el poder dan personas tan perversas.
«Lettres béninoises», Nicolas Baverez
Diez años después de Francia en declive, el periodista Nicolas Baverez siembra la polémica con esta colección de cartas que Alassane Bono, director gerente del Fondo Monetario Internacional, escribe a su familia en Benín. En ellas retrata la situación política y económica francesa y hace prospección de futuro. Aquí van sus predicciones: en 2025, primera gran crisis de la derecha; en 2031, Francia abandonará la «zona euro»; en 2032, victoria de la extrema derecha sobre un fondo de guerra civil; en 2034, creación de la VI República para conjurar un golpe de Estado; y en 2040, quiebra nacional. Afortunadamente es ficción. (Esperemos.)
«El sindicato de policía yiddish», Michael Chabon
El mundo que inventa Michael Chabon (Chicos prodigiosos, Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay) se parece mucho al nuestro, pero no es el nuestro. Para empezar, los judíos viajaron a la Tierra Prometida, sí, pero esa Tierra Prometida no era Israel, sino Alaska; concretamente, el distrito federal de Sitka, dependiente del Gobierno de Estados Unidos. Allí viven en paz y armonía desde hace más de sesenta años. Sin embargo, el sueño de «un hogar para los judíos» parece llegar a su fin: una vez más, la Historia los arrastra a un destino incierto. La culpa, en esta ocasión, no es de alguien como Hitler, sino de un crimen que hace temblar los cimientos de la comunidad en esta mezcla de thriller, noir y novela de ciencia/política/ficción.
«La conjura contra América», Philip Roth
En 1940 Franklin Delano Roosevelt fue elegido para un tercer mandato presidencial. De ahí a la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, un paso: el ataque japonés a Pearl Harbor sólo un año después. Historia que Philip Roth barre de un plumazo al convertir a Charles Lindbergh en vencedor, por aplastante mayoría, de las elecciones de 1940. Simpatizante del nazismo, el héroe de la aviación pondrá en marcha una política de pactos con Alemania que desemboca en la persecución de los judíos norteamericanos. Todo ello contado por un niño de siete años... llamado Philip Roth. Un «qué habría pasado si...» con el que el autor de La mancha humana y Pastoral americana consigue ponernos los pelos de punta.
«El hombre en el castillo», Philip K. Dick
Estados Unidos dividido como botín entre Alemania y Japón, dos potencias enfrentadas en una nueva «guerra fría»: ese es el horizonte que plantea el autor de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Y es que Philip K. Dick parte de la base –novelística, claro– de que los aliados perdieron la Segunda Guerra Mundial. Se abre así la puerta a un mundo de pesadilla donde, por ejemplo, los nazis se han comido –literalmente– a los africanos, casi todos los judíos han sido exterminados y existe un libro «pecaminoso», La langosta se ha posado, según el cual Estados Unidos triunfó en la guerra. En ese infierno no falta algún que otro detalle irónico, como que el cerebro de Hitler quede incapacitado por la sífilis y que se trafique con discos de Elvis y relojes de Mickey Mouse.
«Borgen», Adam Price
Trama política al más puro estilo enrevesado, que de enrevesado uno no sabe si sentarse en el sofá de casa con una chuleta en la mano, como si de una novela de James Ellroy se tratara, pero sin llegar a extremos increíblemente increíbles. Ya no estamos en Estados Unidos ni el presidente de la nación guarda ciertos paralelismos con J. F. Kennedy. Nos encontramos en Dinamarca y el primer ministro del país es una mujer, Birgitte Nyborg. Muy propio. Periodismo, escándalos, divorcios por falta de conciliación familiar, pactos imposibles entre fuerzas políticas... Los asuntos que se manejan resultan mucho más verídicos que en las series al uso, pero siempre nos quedará la duda de si cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
«Britania conquistada», Harry Turtledove
El punto final de esta selección lo pone el maestro del género Harry Turtledove (En presencia de mis enemigos, sobre el triunfo del Tercer Reich en la Segunda Guerra Mundial, y Los dos Jorges, donde Napoleón impide la Revolución Francesa). Ahora nos da la bienvenida a 1597. Para contarnos que la Armada Invencible fue exactamente eso, invencible, ya que derrotó a Inglaterra. De manera que Felipe II logró su objetivo de destronar a Isabel I e invadir la isla. Pero la trama va más lejos, pues el autor envuelve a William Shakespeare en un halo de sospechas: ¿y si resulta que sirve al bando de los rebeldes? El encargado de seguirle los pasos y averiguar la verdad será el teniente... ¡Lope de Vega!