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Los mejores (y los peores) libros de 2014, según los críticos de ABC Cultural
Acabado el año, los críticos literarios de ABC Cultural han aceptado una vez más el reto de elegir lo mejor –y también lo peor– de la cosecha literaria de 2014
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12345678910111213Juan Ángel Juristo elige «Noticias felices en aviones de papel», de Juan Marsé
Juan Marsé en su despacho - inés baucels No es fácil decantarse por el mejor libro del año. En cualquier caso, siento predilección por Noticias felices en aviones de papel, de Juan Marsé, porque considero que es una de las más logradas novelas cortas del autor, género muy poco frecuentado entre nosotros y de difícil factura. Es una nouvelle, pues, que encierra muchos de los temas queridos por Marsé en menos de cien páginas de un estilo muy depurado; un estilo tardío que el autor ha llevado a sus últimas consecuencias. El resultado es espléndido, sobre todo para los que amamos la estela de Teniente Bravo y nos conmovimos con relatos como «El fantasma del cine Roxy».
Marsé cuenta las visitas que un vecino adolescente realiza a una vieja bailarina polaca que llegó a Barcelona huyendo del nazismo y que recaló en el Paralelo. La anciana suele tirar por su balcón aviones de papel donde están escritas sentencias sobre la felicidad. La bailarina relata al adolescente Bruno sus avatares de juventud en una Polonia ocupada, iniciándole así en los aspectos más terribles y oscuros de la existencia; también, y eso es lo más importante, en una realidad muy distinta de la medianía en la que el chico cree vivir.
La memoria como recurso
La novela es, por lo tanto, metáfora de la literatura y de recursos narrativos como la memoria. Pero lo más destacado consiste en el magisterio que supone escribir apenas cien páginas en las que no sobra nada. Todo en este libro se ajusta a un engranaje narrativo despiadado y de un resultado espléndido. El final es antológico. De lo mejor escrito por Juan Marsé. Y eso es decir mucho.
Lo peor para este crítico: Javier Sierra ha publicado La pirámide inmortal (Planeta), que se parece mucho a El secreto egipcio de Napoleón, novela original de 2002. El título de este año podría, por lo tanto, ser calificado de refrito. No sé si será la peor novela del año, pero sí la que más me ha aburrido.
José Mª Pozuelo Yvancos elige «Así empieza lo malo», de Javier Marías
Javier Marías - efe No es casualidad que cada entrega de Javier Marías sea celebrada con alborozo por los degustadores de la buena literatura. Lleva el autor, al menos desde Todas las almas, respondiendo al desafío de ir más lejos todavía en cada novela; algo que parecía imposible después de Tu rostro mañana. Así empieza lo malo reúne elementos de los dos estilos últimos de Marías, puesto que, como ocurría en Los enamoramientos, el argumento indaga en la compleja relación de amor, recelo y rencor de una pareja. Pero contiene también, concentrados, algunos temas de Tu rostro mañana: la impunidad, la simulación, la mentira. Se van trenzando, además, en esa inimitable serie de cadencias reflexivas de su autor, con el añadido de la cronometría sobresaliente de un suceder narrativo que en esta novela se muestra eficaz como nunca antes.
Lo peor para este crítico:Posiblemente La vida era eso, de Carmen Amoraga (Premio Nadal, Destino), no pasaría de ser uno más de los libros de autoayuda psicológica que se publican cada día como si fueran novelas de autor. Que libros así reciban galardones también se está haciendo frecuente, y es signo del mal que nos aqueja. Dar gato por liebre.
Mercedes Monmany elige «Kassel no invita a la lógica», de Enrique Vila-Matas
Vila-Matas durante la presentación de esta novela - juan flores Este año han coincidido en nuestras librerías dos de las mejores novelas, dentro del conjunto de toda su obra, de dos de nuestros mejores y más internacionales escritores: Javier Marías y su «falsa» crónica de los años 80 en el Madrid de la Transición, Así empieza lo malo, y Enrique Vila-Matas y su nada convencional recorrido, a lo Walser, por el arte más rabiosamente contemporáneo, Kassel no invita a la lógica: un escritor imbuido de ironía, de curiosidad y de estupor respetuoso viaja invitado a la mítica feria de arte de la Documenta de Kassel... con el único objetivo de sentarse cada mañana en un restaurante chino y tomar notas.
Lo peor para este crítico: Decidí leer La fin de l’homme rouge, de la periodista bielorrusa Svetlana Alexievich (Actes Sud), cuyo nombre «sonaba» para el Nobel. No salí de mi asombro al ver que la reunión de estas crónicas sobre el fin de la URSS, interesantes pero con muy escasa elaboración literaria, pudiera saltar a los primeros puestos de un galardón que en sus últimas ediciones ha premiado a Alice Munro y Patrick Modiano.
Arturo García Ramos elige «Lugar común de muerte», de Tomás Eloy Martínez
Tomás Elpy Martínez - abc El escritor argentino Tomás Eloy Martínez murió hace unos años, pero sus ficciones entreveradas de Historia mantienen su palabra vigorosa y plena, como el conjunto de figuras que esta recopilación de obituarios evoca y cuyo título pudiera haber sido el del poema de José Gorostiza Muerte sin fin, pues considera la muerte como un proceso indefinido, como una sucesión y no un punto y final. Martínez Estrada, Lezama Lima, Macedonio Fernández, Ramos Sucre o Saint-John Perse son los protagonistas de estos relatos, que cuentan los momentos precedentes a la hora final de los protagonistas y también su superación. Un libro impagable que lleva a juzgar la muerte como un desenlace piadoso y hasta estético si se considera la devastadora lucidez de la memoria en los supervivientes de la hecatombe de Nagasaki.
Lo peor para este critico: El intenso calor de la luna, de Gioconda Belli (Seix Barral). Excelente poeta, Belli no se parece a sí misma en esta novela. Plantea el conflicto de una mujer frente al ocaso de su juventud y la trama naufraga entre el estereotipo y el prosaísmo.
Manuel Lucena elige «El gabinete de Fausto», de De la Flor y Escandell
El libro de Juan Carlos Monedero, entre lo peor del año - roldán serrano Uun análisis cultural e histórico tan riguroso como El gabinete de Fausto, de Fernando R. De la Flor y Daniel Escandell Montiel, destaca como libro extraordinario. El subtítulo, «Teatros de la escritura y la lectura a un lado y otro de la frontera digital», apostilla y describe de lo que trata. Nada menos que los cambios en el espacio físico en el que se ha producido el trabajo del autor, del scriptorium a la «galaxia píxel». Impresdincible.
Lo peor para este crítico: No nos vamos a engañar. En el campo de la no ficción, ha sido un año para olvidar. Presentadores/as de televisión han perpetrado «libros» como meteoritos. Manuales de autoayuda colonizan las mesas de novedades como nunca antes. Precisamente en este campo de la literatura edificante se encuentra lo peor: el subgénero «Podemos» de ficción política historicista. Puestos a elegir, no dudo de que la versión 2014 de Curso urgente de política para gente decente, del profesor de Políticas de la Complutense Juan Carlos Monedero (Seix Barral), sea todo un hit. No sé si da para un curso entero, pero quedan avisados.
Sergi Doria elige «Escritor en guerra», de George Orwell
George Orwell - abc La correspondencia y diarios de Orwell, entre la Guerra Civil española y la conflagración mundial, vienen a completar el volumen ensayístico que vio la luz hace un año por primera vez en español. Como observa en el prólogo Miquel Berga, estos diarios de guerra van dando forma a ideas embrionarias que acabarán materializándose en ensayos y libros posteriores: «Su estado de vigilancia permanente sobre las perversiones del lenguaje, en especial sobre el uso de eufemismos tóxicos y sobre la desfachatez de la propaganda política, revela su alarma sobre la desaparición de la verdad ‘objetiva’ que tuvo ocasión de constatar en España».
Un futuro bastante sombrío
Las cartas que Eric Blair, alias George Orwell, dirige a su mujer y allegados entre 1937 y 1943 aportan cotidianidad a la tragedia: su participación en las filas del POUM hasta caer herido en el frente de Aragón, la huida de la Barcelona estalinista, su paso por Marrakech, la vida en el Londres bombardeado por la Luftwaffe y su labor en la BBC. El totalitarismo soviético que domina el bando republicano a partir de los hechos de mayo del 1937 impregna de amarga ironía los recuerdos de la contienda española: «Lo que vi en España no me ha convertido en un cínico, pero sí me ha convencido de que nos espera un futuro bastante sombrío. Es evidente que se puede engañar a la gente con cuentos antifascistas igual que se la engañó con el cuento de la pequeña y valerosa Bélgica».
Escuchamos la voz de Orwell, pero también la de su mujer. El Año Nuevo de 1938, Eileen escribe a una amiga a la luz de una vela… Tras reafirmar de nuevo la obsesión por España, se refiere a un caniche: «Lo llamamos Marx para acordarnos de que no habíamos leído a Marx y ahora que lo hemos leído un poco le hemos cogido tanta manía que no podemos mirar al perro a la cara…» Nunca una anécdota había ilustrado con tanta fidelidad las siniestras paradojas del siglo XX.
Lo peor para este crítico:L’abecedari de la independència, de Roser Calafell (La Galera). En la portada, tres chavales con banderas independentistas a modo de capa. El libro se presenta como «material escolar» en una colección de pedagogía del odio para niños a partir de cuatro años: el cuento de «catalanes buenos» contra «españoles malos» deletreado con ruido y furia. Un libro penoso.
Anna Caballé elige «Un hombre enamorado», de Karl O. Knausgard
Karl Ove Knausgard - abc El año 2014 nos ha brindado excelentes relatos auto/biográficos, pero ninguno como el del noruego Karl Ove Knausgård, autor que con Un hombre enamorado consigue mantener, si no superar, la extraordinaria tensión literaria alcanzada con su libro anterior (La muerte del padre), el primero de su fascinante proyecto autobiográfico Mi lucha. Knausgård partía de una honda crisis literaria: escribir ficción había dejado de motivarle y se propuso bucear en su propia experiencia a la búsqueda de algo verdadero. De una situación similar arranca Luis Landero en su último y valioso libro, un relato de infancia titulado El balcón en invierno (Tusquets). La unión insólitamente íntima de Landero con su pasado también nos deja perplejos y conmovidos.
Lo peor para esta crítico: Libros decepcionantes también los ha habido. Uno de ellos ha sido la esperada edición de algunos cuadernos de Josep Pla que seguían inéditos. La vida lenta (Destino) nos muestra el fondo de depresión permanente del autor, pero sobre todo las limitaciones de su escritura de madurez, aplastada por una sensación de fracaso que apenas le deja respiro.
Andrés Ibáñez elige «Un viaje a La India», de Gonçalo M. Tavares
Gonçalo Tavares - abc Uno de los libros más sorprendentes del año. Tavares apunta a nuevas direcciones en el arte de la novela al volver a llevarla al origen mismo del arte narrativo: la poesía épica. Un viaje a la India es uno de esos heraldos que percibimos aquí y allá de otra forma de entender la novela. Una obra que abre caminos en su deseo de integrar en una nueva totalidad la prosa y la poesía, la ciencia y la fantasía, la vanguardia (Joyce) y los clásicos (Camões). Cuenta el absurdo viaje de un tal Bloom a través de media Europa en su deseo de llegar a la India. Un texto divertido, irónico, profundo y enigmático, que crea una nueva forma de leer.
Lo peor para este crítico:El don, de Mai Jia (Destino). Un antilibro, por su enorme ramplonería, por el aparente desconocimiento de su autor de todos los refinamientos del arte novelístico, sólo en una época de confusión podría tener tanto éxito. La historia de un criptógrafo cuya tarea es tan secreta que no se nos da ni un solo detalle se traduce en la metáfora de un país carente de claves que se extiende por un mundo que parece sediento por perder las pocas que le quedan.
Juan Malpartida elige «Libro del desasosiego», de Pessoa
Fernando Pessoa - abc Preciosa edición de uno de los libros más emblemáticos del gran poeta portugués. Al mismo tiempo, se trata de una obra inexistente, en la medida que se ha rearmado, de diversas maneras según las ediciones, a partir de fragmentos. Sáez Delgado se ha basado en la notable reconstrucción en lengua original de Jerónimo Pizarro (2013). Fernando Pessoa escribió, tras mostrarnos momentos originales de lo vital, que «más vale escribir que atreverse a vivir». Nosotros podemos vivir, leyendo esta obra inmensa, los mundos oscilantes de la identidad, las revelaciones más punzantes de una realidad que se niega al tiempo que se afirma y, en definitiva, uno de los momentos líricos más originales de siglo XX.
Lo peor para este crítico:Octavio Paz. Las palabras en libertad, de Guadalupe Nettel (Taurus / El Colegio de México). Un libro que contiene numerosos errores biográficos y muchos más de orden conceptual. Los grandes nombres atraen a algunos por su notoriedad, pero escritores como Nettel olvidan que suponen también grandes desafíos.
Diego Doncel elige «Hoy», de Juan Gelman
Juan Gelman - abc En el año en el que murió Leopoldo María Panero, en que apareció póstumamente su perturbadora Rosa enferma (Huerga & Fierro), algunos de sus compañeros generacionales nos han dejado libros que siguen hablando de la pluralidad de sus universos. Desde la imaginación indagatoria y sorprendente de Gimferrer en El castillo de la pureza (Tusquets) a las meditaciones testimoniales de Antonio Colinas en Canciones para una música silente (Siruela) o ese mundo donde lo cotidiano, el pop y lo clásico se alían para convertir el cautivador Cuaderno de vacaciones, de Luis Alberto de Cuenca (Visor), en una lectura deliciosa sobre el paso del tiempo, la muerte o el amor. Como significativo cabe destacar ese testamento que es Hoy, de Juan Gelman. Un libro mayor hecho de desengaños, dramas o ausencias como la de su hijo muerto, y de presencias terribles como las de los asesinos que lo hicieron desaparecer.
Lo peor para este crítico:Genealogía de la soberbia intelectual, de Enrique Serna (Taurus), es un ejercicio de debilidad, de falta de rigor, una justificación para el exterminio de la gran cultura.
Luis Alberto de Cuenca elige «La saga de los Forsyte», de John Galsworthy
Adaptación al cine de «La saga de los Forsyte», de John Galsworthy, a cargo de Compton Bennett - abc Lo mejor del año bibliográfico ha sido para mí una traducción íntegra, elegante y fiable, a cargo de Susana Carral, de La saga de los Forsyte, el opus magnum narrativo del inglés John Galsworthy, amigo de Joseph Conrad, que fue quien lo animó a escribir, y Premio Nobel de Literatura en 1932. Consta de tres novelas largas, El propietario (1906), En los tribunales (1920) y Se alquila (1921), y de dos breves interludios, El veranillo de San Martín de un Forsyte (1918) y Despertar (1920). Se ofrece todo ese material en un solo tomo de cerca de mil páginas. Con anterioridad, Reino de Cordelia había publicado las dos primeras novelas y el primer entreacto de la segunda trilogía de las Crónicas de los Forsyte, correspondiente a una fase posterior en la trayectoria biográfica de la familia y compuesta por El mono blanco (1924), La cuchara de plata (1926) y El canto del cisne (1928), acompañadas de dos entreactos, Un cortejo silencioso y De paso (ambas de 1927). La tercera trilogía, titulada globalmente The End of the Chapter, permanece aún inédita en castellano, se publicó de forma póstuma y ya no aparecen en ellas los mismos personajes, pues el inefable Soames Forsyte y compañía desaparecen en El canto del cisne.
Me cae muy bien
Además de por sus numerosas virtudes literarias –tensión narrativa, amenidad, solvencia estilística, finura psicológica en la descripción de los personajes, dominio de los tiempos y de los desarrollos argumentales–, Galsworthy me cae muy bien porque fue un gran defensor de mi admirado Chéjov como narrador breve, y a él se debe en gran parte la introducción de los cuentos del maestro ruso en Occidente, donde era solo conocido como dramaturgo. La saga de los Forsyte está escrita con la verdad que emana de estar hablando de la propia familia de uno, pues los Galsworthy, como los Forsyte, eran de origen campesino, aunque su padre ya había ascendido en la escala social cursando la carrera de Derecho y obteniendo con el ejercicio de su profesión pingües beneficios.
Lo peor para este crítico: Lo peor podría ser el último bodrio del brasileño Paulo Coelho, en esta ocasión una novela, titulada Adulterio (Planeta). Cualquier parecido de Adulterio con la literatura es pura coincidencia, como ocurre con el resto de la copiosa bibliografía de ese autor.
Rodrigo Fresán elige «Qué fue de Sophie Wilder», de Christopher R. Beha
Christopher R. Beha - abc Primera novela que, sin que nadie la esperase, parece haber surgido milagrosamente de la nada, Qué fue de Sophie Wilder, de Christopher R. Beha, es para mí lo más recomendable de 2014. Aquí, misticismo, los gozos y las sombras de la teoría y práctica de la literatura, largos párrafos epifánicos, y la mirada de un testigo que conecta directamente con aquellos narradores de Fitzgerald & Salinger encandilados por un vivísimo fantasma. «Si pudiera ser ahora una sola cosa, sería esta: alguien que va a alguna parte con Sophie Wilder», confiesa el protagonista y escritor frustrado Charlie Blakeman. Y nosotros, tras haber leído a Christopher R. Beha, también.
Lo peor para este crítico: Terrible decepción para todo seguidor del poco ortodoxo agente del FBI Aloysius Xingu L. Pendergast resultó Fuego blanco, de Douglas Preston y Lincoln Child (Plaza & Janés). En cualquier caso, por suerte, Preston y Child ya han corregido el rumbo y –feliz 2015– regresado al buen camino con la recién publicada en Estados Unidos Blue Labyrinth.
Rosa Belmonte elige «Treblinka», de Chil Rajchman
El séptimo libro firmado por Maria Teresa Campos, entre lo peor de 2014 para Rosa Belmonte - abc Hay muchos testimonios del Holocausto. Pero siempre es posible leer algo nuevo que te deje sin habla. Chil Rajchman (1914-2004) lo hace en Treblinka. Fue uno de los que escaparon en el motín de 1943 y es durante su huida cuando escribe las atroces memorias de los diez meses pasados en el campo de exterminio. Están redactadas sin florituras, sin ahorrar detalles. «El ancho del horno tiene un metro y medio… Ordena que se extienda la primera fila de cadáveres de mujeres, en especial mujeres gordas, con los vientres sobre los rieles, y luego ya puede colocarse lo que esté a mano.» 157 páginas conmovedoras sobre la cotidianidad del mal, sobre la gran empresa de la muerte. Además, hay un epílogo de Vasili Grossman.
Lo peor para esta crítico: Quizá Amar, ¿para qué? (Planeta) no sea el peor libro de 2014 pero sí el peor que me he tenido que leer. Y no porque esté mal escrito (que no lo está) sino por su sentido. Es decir, este libro, ¿para qué? Es el séptimo de María Teresa Campos. Escribe, entre otras cosas, que el amor está sobrevalorado. En su caso, verdades como muñones.