arte

Françoise Vanneraud: «No me considero una virtuosa dibujando»

Segunda individual en la galería Ponce+Robles (Madrid) de la artista de origen francés Françoise Vanneraud. Hasta allí lleva sus reflexiones sobre el paisaje a través del dibujo

Françoise Vanneraud: «No me considero una virtuosa dibujando» ángel de antonio

javier díaz-guardiola

La semana pasada se inauguraba Insights of Passage, de Françoise Vanneraud , en la galería Ponce+Roblesde Madrid : «La muestra pivota sobre la idea de paisaje y cómo es connotado por el ser humano». La pieza principal va a suelo. Es una obra con baldosas que ocupan 35 metros cuadrados, «una topología del terreno que se va rompiendo cuando el espectador pasa por encima», señala. El medio principal, como en otras ocasiones, es el dibujo. Un dibujo que renuncia a lo bidimensional y que tiende a la acumulación. Así lo explica ella.

«Necesitaba un trasvase, que el espectador fuera la figura que puebla el dibujo»

He de preguntarle por esa intencionalidad escultórica de la que dota al dibujo.

Me seduce la posibilidad de representar algo gráficamente. Me siento cómoda con el dibujo, y eso que no me considero una virtuosa. Y es muy universal: es fácil llegar a los demás con unos trazos. Además, me interesan las ideas de acumulación y extensión, y eso es factible a través del dibujo, que comienza en un garabato pero se puede transformar en algo inabarcable. Al comienzo, estudié la técnica, incluso experimenté con la animación, pero ahora me apetece que el soporte sea un papel que manipulo.

La memoria es uno de los motores de su actividad.

En esta exposición, se transforma en un estudio del tiempo. Un tiempo fugaz, del presente, que se produce cuando se sucede la acción de viajar. Pero siempre hay una alusión a la memoria. Quizás ahora se trate más de la que guarda el terreno.

Habló antes de acumulación. De dibujos que se componen de muchos dibujos....

Es algo que empieza a ser enfermizo, porque son obras en las que invierto gran esfuerzo, muy repetitivas, a las que me veo volviendo mil veces. Cuando los recursos eran otros, hacía dibujos con post-it, que la gente podía llevarse. También rellenaba cuadernos con apuntes. Ahora me doy cuenta de que esta es una manera de indagar en mis recuerdos.

«Vuelvo a hablar de la memoria, pero ahora, de la que guarda el terreno»

Desaparece la figura humana a la que nos tenía acostumbrados. ¿Por qué?

Está, aunque quizás no de forma corpórea. Necesitaba que se produjera un trasvase, es decir, que el espectador fuera la figura humana que puebla el dibujo. El sujeto está presente en toda la exposición: la mirada es dirigida por otros; el papel empleado en muchas obras ha sido arrugado por alguien; el suelo de la pieza principal se fracturó porque alguien pasó por encima... Pero ya no hace falta que esa persona se quede.

Ha abordado con frecuencia el tema de la inmigración, que aquí se asocia al paisaje y es más evidente en la pieza de la planta principal, con la playa de Lampedusa como telón de fondo. ¿Cómo lo abarca alguien que lo ha sido?

La inmigración es posible porque hay paisaje, territorios y fronteras. Lo que quiero subrayar ahora es cómo se vive o se mira desde el territorio.

¿Existe entonces un paisaje que le interesa más que otro?

Me seduce el territorio en general por su forma de almacenar las huellas de los individuos. Y me provocan en particular los choques y conflictos que tienen lugar en él. Me interesa ese paisaje que se convierte en un reto, como el mar lo es para el marinero o la montaña para el montañero, porque, a pesar de sus peligros, es siempre bello y maravilloso.

Françoise Vanneraud: «No me considero una virtuosa dibujando»

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