Fiesta flamenca en la Bolsa de París
«Paris Tableau» es uno de los pequeños tesoros que la ciudad guarda para los que tengan la suerte de encontrarse en ella este fin de semana
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Por cuarto año consecutivo, en pleno corazón financiero, se abren de nuevo las puertas del Palacio Brongniart , antigua sede de la Bolsa de Paris, a la que por cierto, las mujeres no pudieron acceder hasta 1967, para acoger la feria «Paris Tableau» , una joya de diseño, dedicada a la pintura antigua.
De dimensiones reducidas en tamaño, pues a sus organizadores no les interesa sobredimensionarla, empezó siendo una propuesta de diez de los anticuarios mas relevantes de París, entre los que se encuentran Coatelem, Herve Aaron o Georges de Jonckheere entre otros. La montaron como medio para potenciar la pintura antigua y como reacción al boom de las ferias de pintura y arte contemporáneo. Reunieron entonces a unos pocos expositores selectos de Europa y lanzaron su apuesta. Los tres años transcurridos la han afianzado indudablemente como un «must» en el sector de los coleccionistas y de los expertos en grandes maestros.
Este año, estará abierta hasta el 16 de noviembre y en ella se podrá admirar la mejor cara de la pintura antigua europea aportada por 26 galeristas venidos de París, Roma, Madrid, Londres, Zúrich, Ámsterdam y Nueva York. Como signo de su éxito cuenta con la expectación que en estos años ha despertado entre directores de museos o comisarios de ferias internacionales y las nuevas galerías que se añaden a las ya tradicionales asistentes.
Durante todo este tiempo, la exhibición ha ofrecido además de la muestra de pintura, un simposio y una exposición especial. El primer año se trató de desvelar la pintura antigua a través de la óptica de un coleccionista de pintura antigua de excepción como es Jeff Koons, que exhibió tres de sus piezas mas especiales. Un recorrido cinematográfico fue el tema del segundo año, mientras que en la pasada edición se centró en las ventajas fiscales e impositivas con las que el gobierno francés quiere beneficiar a la figura del donante.
En esta edición, el tema principal concurre en el desarrollo y conservación de una colección bajo tres distintas ópticas: el de un particular, el de una fundación o el de una institución, acompañada por unas conferencias sobre la pintura de Caravaggio y su influencia en la escuela de Utrecht y, sobre todo, de una exposición: «Tres colecciones y una sola Pasión», sobre la pintura flamenca y holandesa del Museo Central de Utrecht, tres cuadros de la colección AXA y de la Fundación P&N de Boer con obras de Goltzius, Rubens, Brueghel, Philippe de Champaigne, de Dirck van Baburen o unos bodegones de Arellano que han hecho exclamar a varios visitantes: «La pena es que estos no estén a la venta».
Los precios alcanzados en el campo de la pintura antigua son mucho menos espectaculares que a lo que nos tienen acostumbrados las fluctuaciones en el mundo de la pintura de vanguardia, pero, como dice Maurizio Canesso , el mercado del arte antiguo tiene menos especulación que el moderno y eso es bueno y malo según se vea, pero es un valor mas seguro y menos sujeto a modas. Así, una tela de Luca Giordano, «Tarquin y Lucrecia», está valorada en la feria en 900.000 euros, mientras que otra maravilla como «La Sagrada Familia» de Procaccini son 700.000. En el stand de Derek Johns el «Retrato de una Dama» de Van Dyck sale a 600.000 euros y la «Vista de Venecia» de Canaletto por 1.530.000 euros. Pero la estrella de la feria es, sin duda, otra Venecia, vista por Guardi y marcada en 5.740.000 euros.
Visitada por mas de 6.000 personas el año pasado, con un gran numero de coleccionistas que pululan buscando su oportunidad de adquisición, está comprobado que los mas frecuentes son los verdaderos coleccionistas de muchos años de experiencia, que saben lo que buscan y dónde encontrarlo, pero se detecta un gran numero de nuevos compradores: gente más jóven, acostumbrada a comprar arte contemporáneo y que de pronto cae rendida ante un pintor flamenco o ante un tema concreto. Así, Daisy Prevost de la galería De Jonckheere , cuenta que a estos jóvenes provenientes casi todos del mundo financiero y tecnológico, les fascina el siglo XV y el XVI, les gusta Cranach o Corneille de Lyon.
Y por ello esta exposición se está convirtiendo, año tras año, en una de las joyas del otoño parisino, pues con el cuidadoso proyecto de diez expertos, eventos como éste, están devolviendo a los grandes maestros de la pintura antigua al puesto que les correspondía como padres de las artes.