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«Circuitos'14», a la espera de conectar con el público

«Circuitos», el programa de promoción del arte joven en la Comunidad de Madrid, cumple XXV años. Sin embargo, el resultado final se olvida del ciudadano y se ensimisma en convertirse en herramienta del arte para el mundo del arte

«Circuitos'14», a la espera de conectar con el público abc

javier díaz-guardiola

«La formalización, como intento de recoger lo espacio-temporal de las películas de un director de cine que se define pintor de espacios en busca del tiempo, se realiza mediante dos métodos basados en el estudio de los fluidos. Por una parte con la bota de marcar (sic) se toma como referencia el método Euleriano, en el que contemplaría las propiedades de cada punto del espacio en el tiempo independientemente de cual (sic) sea la partícula en ese determinado momento. Mientras que con el espray de técnicas topográficas se toma como referencia el método Lagrangiano, fijándose en la posición en el espacio que ocupa una determinada partícula del fluido y sus propiedades». Lo que les acabo de transciribir es una parte de la cartela «explicativa» del proyecto Cronotopografías, de Miriam Fernández para Circuitos'14, el programa de arte joven de la Comunidad de Madrid, que ayer abrió sus puertas en la Sala de Arte Joven, en Avenida de América .

Responsabilidad de doble vía

Llevamos muchos meses –yo diría, incluso años– escuchando aquello de que los recortes de las instituciones públicas en Cultura, en general, y en el Arte, en particular, están asfixiando y dejando en precario el sistema. Un argumento, totalmente legítimo, que hemos escuchado a todos los agentes del arte, fueran del signo que fuera, e independientemente de la posición que ocuparan. Justo por la misma razón, cuando ese dinero fluye (y aunque las cantidades sean irrisorias), la responsabilidad del empleo de esas inversiones recae en los artistas y en aquellos que sustentan el sistema. Me olvido de que soy un especialista y me pongo en el lugar de cualquier persona que hoy –insisto–, doce horas después de la inauguración de esta exposición, decide ir a visitarla para descubrir que esa es toda la información que recibe sobre esta artista en concreto y su proyecto.

¡Claro que no se trata de pedirle a un artista que rebaje el nivel intelectual de su discurso!

Circuitos se ha caracterizado siempre por tener un buen catálogo en el que quedaba documentada y ampliada la información sobre los autores seleccionados (lo que han convertido siempre a publicación y muestra en una foto fija de lo que están haciendo los artistas residentes en la Comunidad de Madrid en un año determinado). Intento acudir a él para desentrañar lo que pretenden transmitirme los papeles colgados en la pared de Miriam Fernández (y creo, porque repiten el mismo estilo, los de la de detrás, aunque no hay información al respecto). Ni rastro del mismo. Para 2014, los responsables de esta cita han decidido reducir la tirada: « Este año –leo en el Facebook de Javier Duero , el comisario de esta edición de Circuitos– el catálogo recoge el proceso de creación de los 10 proyectos seleccionados, citas de referencia, incluye una pieza editorial de cada artista y tiene la singularidad de ser una edición numerada y limitada a 600 ejemplares. Su distribución es gratuita. Se trata de favorecer la accesibilidad de este tipo de publicaciones, producidas con recursos públicos a todo tipo de personas interesadas en la creación contemporánea». Me quedo con el dato de «edición numerada y limitada», como si de una obra de arte más se tratara, y temo que haya perdido su dimensión pedagógica para convertirse en algo «bonito» y «para coleccionistas».

«Un notable esfuerzo»

Por la misma vía –la de las redes sociales– Javier Duero me corrige: «La publicación de este año funciona como un libro que ofrece múltiples lecturas y posibilidades sin abandonar su función didáctica, que es explicar y contextualizar los 10 proyectos artísticos presentados. Se ha hecho un notable esfuerzo, no sólo en el diseño gráfico, también en el diseño editorial para otorgar cierta singularidad y valor a la publicación». Según sus palabras, lo que se ha agotado es «un primer bloque de los ya manipulados (sic)», que se repondrán en los días sucesivos. El caso es que nos encontramos enfrentados a los proyectos de los «diez» autores seleccionados (en este punto también he de decir que mi habilidad, que tampoco es grande, me dio para encontrar nueve), sin más contextualización de su trabajo que esas cartelas (dispares en su estilo redaccional), sin una hoja de sala con la que transitar por la exposición o un catálogo de consulta (el que fuera propiedad de la misma sala) para corregir mis dudas.

Aquí ha fallado un mecanismo: el de la labor pedagógica que se le exige al comisario

Podría llamar al comisario, ¿por qué no? Pero vuelvo a ponerme en el lugar de ese ciudadano con cuyos impuestos se ha sufragado una exposición como esta, y que no cuenta con esa posibilidad. Y vuelve a mi cabeza esa cartela –y alguna más, como la de Javier Cruz, aunque, en su caso, su trabajo se explica, afortunadamente, sin necesidad de su críptica apoyatura–. Claro que no se trata de pedirle a un artista que rebaje el nivel intelectual de su discurso. Sólo faltaba. Este es el que debe sostener su trabajo, además de ser la razón por la que se le ha seleccionado. Pero aquí ha fallado otro mecanismo, que es el de la labor pedagógica y de traducción que se le exige al comisario o comisarios. Hoy no hay catálogos. Quizás, sí mañana. Pero cuando se agoten los 600, esta edición de Circuitos se convertirá en una de esas citas artísticas para artistas y convencidos, olvidando la labor social y la dimensión pública del proyecto.

Y justo, en un año en el que, con motivo de la celebración de los 25 años del programa, tal y como reza la nota de prensa (único material informativo al que nos podemos agarrar), «los artistas se han involucrado más allá de la exposición y están creando unas piezas específicas que se han incluido en el catálogo». Asímismo, «todos ellos realizarán obras in situ en diferentes espacios culturales de la región» (que avise el que los encuentre, agrego yo). Forma parte del discurso de Javier Duero el compromiso de trabajar en red, de trascender la cita puntual y establecer contactos con otros agentes y otras instituciones, incluso de diferentes disciplinas. Creo, sinceramente, que ese es uno de los puntos flacos de esta convocatoria, que se ha ocupado más por cuidar los aspectos que se sucedan fueran de la Sala de Arte Joven (de nuevo, intercambios de agentes del arte para otros agentes del arte), que no de la dimensión de este formato expositivo que tiene en el ciudadano su destinatario final.

Un producto correcto

Por lo demás, un producto correcto, muy high-tech, de diseño cuidado, con diez proyectos desiguales y ensimismados en la propia práctica artística, alejados de muchas de las candentes cuestiones que se suceden en la calle. Si acaso, se vuelve a hablar de inmigración y vivienda, aunque casi de una forma manida en Castles in Spain, de Isabel Marcos . Me quedo con las reflexiones escultóricas de Rafael Munárriz o las pictóricas de Rubén M. Riera, que analiza las tensiones y los límites en sus instalaciones sin pintura. Encuentro pueril lo que entienden por performántico Beatriz Ortega & Alberto Vallejo; con connotaciones interesantes la aproximación al paisaje de Víctor Santamarina ; divertimentos, las reflexiones sobre el lenguaje de Daniel G. Medranda; poéticas las propuestas en el exterior de la sala de Javier Cruz (si es que el artista no va de farol; pero solo los que monten en el taxi correcto o tengan una agudeza visual sobrehumana lo sabrán); desafiadores los juegos de la memoria de Amaya Hernández...

Insisto: no consigo dar con la cartela del proyecto de Elena Lavellés y quizás esté mezclándolo con el de otro de sus compañeros. Y el vigilante en sala es solo eso, y no se se muestra muy por la labor de ayudarme. De nuevo me falta el catálogo o la hoja de sala; o podía haber llamado al comisario, sí. Pero vuelvo a pensar en ese ciudadano que no cuenta con ese comodín. La idea de trabajar en red de este aún no incluye la posibilidad de dejar su número de móvil en la sala.

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