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Brilliant recoge en 69 discos una extensa selección de la obra de Franz Schubert

El sello Brilliant recoge en sesenta y nueve discos una muy extensa selección de la obra de Franz Schubert, uno de los grandes genios del Romanticismo musical

Brilliant recoge en 69 discos una extensa selección de la obra de Franz Schubert abc

stefano russomanno

Para Schubert, no existía música alegre. Así se lo dijo una vez a un amigo. Eso no quiere decir que en Schubert no encuentre uno música alegre o, cuando menos, despreocupada. Un buen número de sus canciones lo es, así como un porcentaje mayoritario de su producción pianística «menor». Pero esta evidencia no quita rotundidad a la afirmación del compositor. Ya lo advertía Ludwig Wittgenstein cuando escribía que en Schubert las tonalidades mayores pueden sonar incluso más tristes que las menores. Para aquel que es infeliz (y no cabe duda de que Schubert lo fue), quizá no haya música más dolorosa que la alegre: porque le recuerda que la felicidad es posible, pero no le ha tocado a él.

La canción es el núcleo de la producción (y de la inspiración) schubertiana y durante mucho tiempo se consideró al compositor un genio de la melodía y de la pieza breve. Su excelencia en la corta distancia explicaba, para algunos, su debilidad en la larga. Durante varias décadas, la crítica estigmatizó el carácter excéntrico y anómalo de sus grandes construcciones musicales, donde el desarrollo formal parecía tropezar en cada paso con la extemporaneidad, la digresión y la imprevisibilidad. Pero tanto Bruckner como Mahler intuyeron pronto que los supuestos defectos de Schubert encerraban, en realidad, un hallazgo sorprendente.

La música de Schubert, como el vagabundo, no tiene prisa de alcanzar la meta

La genialidad de Schubert consistió en plantear las grandes formas musicales no como arquitecturas, sino como paseos. Las arquitecturas han de construirse con solidez y visión de conjunto. Cuando uno pasea, en cambio, no tiene un diseño fijado de antemano: observa lo que va encontrando, se detiene, toma un descanso, coge un atajo o decide dar una vuelta más larga porque así le apetece...

Aquel que está abierto a la sorpresa

El Wanderer romántico –el viajero, el vagabundo, el caminante– es algo más que el protagonista del universo schubertiano. Es, por así decirlo, el arquetipo de su forma de construir y pensar la música: aquel que está abierto a todas las posibilidades, a cualquier sorpresa, que va bebiendo de lo que encuentra en el camino, aquel que no tiene prisa. Si en la arquitectura musical ha de primar la cohesión, en la música schubertiana se impone la relajación. Relajados son, en contra de lo acostumbrado, los primeros movimientos de sus sonatas para piano: extensos, concebidos a menudo en un tempo moderado, más contemplativos que afirmativos. La música de Schubert no tiene prisa de alcanzar la meta, porque su única certeza es la muerte y la infelicidad.

Los supuestos defectos de Schubert encerraban un hallazgo sorprendente

A pesar de sus sesenta y nueve discos, la Schubert Edition que publica ahora el sello Brilliant dista mucho de cubrir la totalidad del legado del compositor. Aun así, la panorámica que ofrece sobre su producción es inmejorable. El interés de una caja como ésta reside sobre todo en la posibilidad de iluminar las zonas habitualmente menos conocidas del catálogo schubertiano. En el caso de sus creaciones más célebres, las versiones aquí incluidas son de buen nivel pero rara vez alcanzan un nivel de excelencia, si bien no faltan sorpresas muy agradables como la integral sinfónica a cargo de Herbert Blomstedt y la Staatskapelle de Dresde, capaz de codearse con las mejores. Tampoco faltan intérpretes schubertianos de envergadura como Alfred Brendel (Impromptus, Momentos musicales, Fantasía “Wanderer”) o cantantes de la talla de Dietrich Fischer-Dieskau, Gundula Janowitz, Peter Schreier o Elly Ameling.

Misas y canciones

En la música de cámara, destacan la convincente interpretación de los tríos con piano por el Klaviertrio Amsterdam y la soberbia versión que del Quinteto de cuerda ofrece el Cuarteto Brandis junto al violonchelista Wen-Sinn Yang. El Cuarteto Brandis es también persuasivo en los cuartetos de cuerda de la madurez, mientras que los de juventud se reparten entre la corrección del Diogenes Quartet y la aspereza del Cuarteto Endres. Difícil formular una valoración global de las sonatas para piano, encomendadas a siete intérpretes distintos. Destacable, en cambio, la aportación de Michael Endres en el repertorio pianístico menor y adecuada la prestación de Bracha Eden y Alexander Tamir en las obras para piano a cuatro manos.

Esta Schubert Edition explora al Schubert menos conocido

En la música escrita para el teatro, pueden escucharse Alfonso y Estrella (excelente versión), la música incidental para Rosamunda y tres Singspiele juveniles. En la música sacra, se incluyen las seis misas (encomendadas a cinco directores distintos), y se incluyen páginas menos conocidas además de Lazarus. En el apartado de las canciones, amén de los cantantes arriba mencionados, la parte del leónse la llevan los barítonos Siegfried Lorenz y Robert Holl.

Pero, repito, el mayor mérito de esta Schubert Edition reside posiblemente en la exploración del Schubert menos conocido para descubrir, por ejemplo, la fragancia naíf de los 34 Valses sentimentales, la sorprendente profundidad del breve Minueto D600, o la capacidad del músico a la hora de transfigurar un repertorio en principio tan poco schubertiano como la marcha militar. Muchos paseos, en definitiva.

Brilliant recoge en 69 discos una extensa selección de la obra de Franz Schubert

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