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Vuelve Shaun Tan... Y se encuentra con Lolita Flores
Bárbara Fiore cumple diez años y reedita el ya famoso «Emigrantes», de Shaun Tan. Una joya visual que relata el desconocierto y el viaje de un hombre que emigra y puede conectarse con la actuación de Lolita Flores en el Teatro Español
Emigrantes, de Shaun Tan. «A mis padres». Capítulo primero. Una pajarita de papel, un reloj antiguo, una tetera humeante y rota, una maleta abierta, la imagen de una familia: el padre, la madre y una niña de unos cinco años. Pasamos la página y unas manos envuelven la fotografía de familia, la introducen en la maleta y la cierran. Entonces la mano de una mujer acaricia la mano del hombre. No, no la acaricia, sino que la toca, contiene su dolor.
Se abre la perspectiva y vemos a una pareja con las manos cogidas sobre la maleta. Están en una cocina vieja y allí se encuentran los objetos antes presentados, pero ahora ubicados: una balda con la pajarita de papel, con el reloj...el dibujo colgado en la pared, sobre la mesa la tetera humeante. Pasamos la página: la niña de la foto se despereza en la cama y después se sienta a desayunar y mira la maleta cerrada. Se abrigan para salir y salen a la calle, oscura. La pared la atraviesa la sombra de una ondulante y amenazante cola de dragón.
La despedida inicial de la familia es una silenciosa pero elocuente obra maestra
Pasamos la página y contemplamos la ciudad y las figuras diminutas de la familia que camina entre las casas y entre las colas sinuosas de dragones. Llega el tren. El padre se saca del sombrero una pajarita de papel y se la regala a la niña. La mujer llora. Se abrazan. Él le dice algo al oído. Las manos se separan, el tren parte y se aleja. Pasamos la página: la madre y la hija, ya solas, de espaldas, ascienden por una calle. Amanece y sobre las casas todavía se agitan los dragones.
Ya sólo esta inicial despedida que se narra visualmente, sin palabras, en esta novela gráfica, constituye una silenciosa pero elocuente obra maestra. Se cumplen diez años de vida de la editorial Barbara Fiore y como celebración reedita este Emigrantes del australiano Shaun Tan, esta vez en rústica y en un formato más pequeño, pero tan cuidado como la edición de 2007.
Shaun Tan y Lolita Flores
Shaun Tan trabaja como dibujante, escritor y cineasta en Melbourne, creció en la aislada ciudad de Perth (entre el desierto y el océano) y se le conoce por abordar en sus libros ilustrados (Los conejos, El árbol rojo o La cosa perdida) temas sociales, históricos o políticos. En este caso, la emigración. Según cuenta él mismo , su padre llegó a Australia desde Malasia en 1960 para estudiar arquitectura. Pero su libro va más allá de cualquier experiencia próxima y plantea la emigración en toda su hondura y universalidad, caben en él todas las historias de emigración y no sólo algunas.
Lolita sigue siendo Colometa, tan impregnada ha quedado por su papel
En Emigrantes un hombre abandona su hogar para viajar a un lugar extraño y conseguir un trabajo. Shaun Tan introduce en el destino animales irreconocibles (como el fiel «perro» que le acompaña), comidas insólitas, un lenguaje incomprensible. Su estilo es onírico e introduce elementos y composiciones surrealistas (me recuerda, en ocasiones, a Magritte, por ejemplo cuando viaja en una especie de globo sobre las nubes o cuando abre la maleta y en ella visualiza a su mujer y a su hija cenando solas). Pocas veces he visto tal eficacia enel uso de la fantasía como instrumentopara crear una sensación reconocible: el desamparo, el desconcierto, la tristeza, el miedo, la soledad, la nostalgia.
Poco tiene que ver en apariencia, pero cuando terminé Emigrantes, me acordé de Lolita Flores. Ella sola pone estos días al público en pie en la sala pequeña del Teatro Español . Allí representa cada noche La plaza del diamante, basado en la obra de Mercè Rodoreda. Se convierte en la protagonista Colometa y cuenta en primera persona su historia de amor, de hambre y de guerra. Cuando termina de hablar y se levanta del banco de madera donde se sentaba, Lolita sigue siendo Colometa. El público aplaude y ella se emociona hasta las lágrimas, pero no creo que sea por el halago, sino por la historia que acaba de contar. Lolita, después de actuar, todavía sigue siendo irremediablemente Colometa, tan impregnada ha quedado por su papel. De igual manera, cuesta salir de Emigrantes. Al terminarse el lector queda todavía un rato sentado y conmovido.
El pañuelo de llorar
Poco tienen que ver Shaun Tan y Lolita en el papel de Colometa, me hago cargo, pero no tan poco. Es sorprendente encontrarse con algunas coincidencias. Ambas piezas atienden a los detalles, encarnan la historia en pequeños gestos: en Emigrantes el protagonista cuelga la foto de familia en la pared empujando el clavo con la suela del zapato y Lolita en el papel de Colometa constantemente se ajusta la falda, y se sube un poco las mangas de la chaqueta y de una de ellas saca con un gesto rápido el pañuelo de llorar.
Shaun Tan utiliza la fantasía para crear sensaciones reconocibles
Además, los dos protagonistas son honestos, lo que produce sosiego al lector. El libro de Shaun Tan no tiene palabras, sólo imágenes, y La plaza del diamante es un monólogo, un torrente de palabras. Sin embargo, se parecen ambas obras en el silencio. El de Shaun Tan es un silencio necesario y asombroso que rodea las imágenes y permite que se expresen con una libertad absoluta. En La plaza del diamante hay verbo, pero no verborrea. Es una obra sobria y sin adornos, y esa contención del discurso, ese decirse sin mayor pose aquello que se ha venido a decir, se alinea perfectamente con el espíritu silencioso y elocuente de la obra de Shaun Tan.
En ambas obras hay retrato social y drama individual (esta dualidad muestra de manera excelente en el libro de Tan, por ejemplo cuando el protagonista embarca y se le representa en su camarote tomando una sopa, y después se ve la escotilla que lo enmarca, y después muchísimas escotillas iluminadas, y después el barco inmenso navegando a lo lejos). Y, al fin y al cabo, las dos tienen un tercer nivel de lectura en el que se unen. ¡Resulta que las dos tratan de lo mismo! De un asunto que el mismo Shaun Tan afirma tener como centro de su obra: la pertenencia. En el caso de Colometa, la sensación extraña de no pertenecer del todo a la propia vida que relata, y en el caso de Emigrantes, la no-pertenencia a un nuevo mundo impuesto y desasosegante, y la necesidad de ir poco a poco perteneciendo de nuevo para poder vivir. La pertenencia y la pérdida, un tema universal y cotidiano en el que cualquier lector o espectador puede reconocerse y, por lo tanto, conmoverse.