Las seis películas que se proyectarán en la VI Muestra de Cine Espiritual

En la edición de 2020 se proyectarán hasta seis películas diferentes

Fotograma de «Ayla: La hija de la guerra»

ABC

Durante la VI Muestra de Cine Espiritual se proyectarán hasta seis películas diferentes: «La canción de mi padre» (2018), «Ayla: La hija de la guerra» (2017), «@buelos» (2019), «Mia y el león blanco» (2018), «¡A ganar!» (2018) y «Pablo, el apóstol de Cristo» (2018):

«La canción de mi padre»

Fotograma de "La canción de mi padre»

No faltan cada año por estas fechas dos o tres películas que temáticamente conectan con los tiempos de Cuaresma y Semana Santa. Se trata de filmes con especiales valores humanos y espirituales (de género histórico o no), y aspiraciones de mover a la reflexión y a la mejora personal. Pues bien, se puede decir que la cita cinematográfica de esta Semana Santa se ciñe excepcionalmente a un solo título: La canción de mi padre, un conmovedor y poderoso relato de redención y de perdón dirigido a todo tipo de público.

Precedida de un éxito incontestable en Estados Unidos, donde cautivó a 14 millones de espectadores , recaudó 86 millones de dólares y se mantuvo durante cinco semanas en el top ten de la taquilla, la cinta se estrenó en España el 5 de abril.

La canción de mi padre es una película biográfica basada en la historia que inspiró la canción «I Can Only Imagine» , del grupo MercyMe, el tema góspel más vendido de todos los tiempos. Con más de dos millones de descargas, la canción alcanzó el estatus de doble platino, convirtiéndose en el único single cristiano que ha conquistado ese hito.

Dirigen los hermanos Jon y Andrew Erwin , que se han ido labrando una importante carrera en los últimos diez años y que cuentan con cintas tan comprometidas como October Baby. Para el reparto han podido contar con Dennis Quaid, dos veces nominado al Globo de Oro, al que acompañan el actor y cantante J. Michael Finley, Cloris Leachman (ganadora de un Oscar), y el conocido compositor y solista Trace Adkins.

El argumento de La canción de mi padre pone el foco en la relación de Bart Millard (J. Michael Finley), un chico sensible y amante de la música, con su agresivo y amargado padre (Dennis Quaid). Una relación difícil, que llega a su punto crítico cuando ambos tengan que afrontar los errores del pasado, en un reencuentro donde la fe abre la posibilidad de la reconciliación.

La banda sonora es espectacular, con mención especial para la extraordinaria canción I Can Only Imagine, cuya letra, llena de esperanza, ha traspasado fronteras y ha multiplicado las versiones en otros idiomas.

La canción de mi padre entretiene, emociona y contagia la alegría de perdonar y de pedir perdón. Una historia de gozosa superación, donde dolor y amor logran acrisolar una vida de intensas experiencias. (Juan Jesús de Cózar)

«Ayla: La hija de la guerra»

Fotograma de «Ayla: La hija de la guerra»

Se acaba de estrenar en España y se ha convertido en la película más taquillera de la historia de Turquía . Ayla: La hija de la guerra se desarrolla en su mayor parte durante la llamada Guerra de Corea, iniciada cuando Corea del Norte invadió Corea del Sur el 25 de junio de 1950. Los Estados Unidos acudieron en ayuda de Corea del Sur para repeler la agresión, y a ellos se sumaron las tropas turcas y de otros países.

El filme reconstruye un emotivo episodio protagonizado por el sargento turco Süleyman, un competente y apuesto suboficial que es destinado a Corea del Sur al comienzo de la contienda. A raíz de una escaramuza, Süleyman encontrará a una niña coreana medio congelada y sola. Desnutrida, asustada y al borde de la muerte, la niña atrapa el corazón del sargento, que arriesga su propia vida para salvarla. No conociendo su nombre e incapaz de comunicarse con ella, Süleyman la llamará Ayla, en recuerdo de la luna en la fatídica noche en la que se encontraron. Los dos formarán un vínculo instantáneo e inseparable y Ayla irrumpirá en la vida de los soldados de la brigada turca como un soplo de alegría, iluminando los oscuros tiempos de la guerra. Pero, ¿qué ocurrirá cuando termine el conflicto? ¿Podrán seguir juntos?

El guion enriquece la trama principal, resumida en el párrafo anterior, con varias atractivas subtramas: la relación de Süleyman con su prometida, con su familia, con sus jefes, con sus amigos… Situaciones que son mostradas con una delicadeza exquisita, con altura de miras en el enfoque de los dilemas éticos, y una natural presencia de la fe religiosa del protagonista. Por otro lado, se nota que el director, Can Ulkay , ha dispuesto de un generoso presupuesto, patente sobre todo en la brillantez de las escenas bélicas y en la elección de unos actores excelentes, entre los que hay que incluir a la pequeña Kim Seol , sorprendente y encantadora en su papel de Ayla.

Ayla: La hija de la guerra que distribuye en nuestro país European Dreams Factory, fue seleccionada para representar a Turquía en los premios Oscar 2018. Los productores desean que este filme ofrezca “consuelo al mundo de hoy, a través de escenas llenas de amabilidad, de compasión y amor por los demás. Saturados como estamos a diario de imágenes de crueldad, de barbarie, de odio racial, de maquinaciones políticas, de codicia y deshonestidad absoluta, nuestra película quiere mostrar que la esperanza nunca muere cuando hay personas buenas que, como Süleyman, dan sin esperar nada a cambio.” (Juan Jesús de Cózar)

«@buelos»

Fotograma de «@buelos»

En el siglo XXI las cosas han cambiado mucho. El trabajo estable, el que dura toda una vida, ha desaparecido en un mercado laboral imprevisible. Los jóvenes no consiguen un buen puesto hasta bien entrados los 30, y a los adultos se les despide con suma facilidad una vez superados los 50. Pero es que, además, los abuelos hacen de padres en el cuidado de sus nietos, y gastan lo que habían ahorrado ayudando a sus hijos, que a su vez trabajan sin parar para mantener a los suyos, que son nietos de los primeros.

Es, en pocas palabras, el lío en el que nos hemos metido. Como diría aquella niña, «la que ha liado el pollito» . En este tiempo alocado al que ya nos hemos malacostumbrado surgen los protagonistas de este simpático largometraje español, unos abuelos 2.0, empleando la jerga al uso. Estos señores respetables, ya con años a sus espaldas y mucho de picardía, deciden tomar cartas en el asunto para cambiar, si no el mundo, al menos su mundillo. ¿Y qué mejor idea que montar una guardería? Total, si no es más que cerrar el círculo.

Dirigida por el joven extremeño de Plasencia Santiago Requejo, estamos ante una cinta llena de vida y de realismo familiar. Es como contemplar aquellos cuadros costumbristas del s.XIX, solo que en movimiento. Con grandes dosis de humor, una trama llena de giros inesperados y un toque de dramatismo, el resultado es sumamente entretenido y tiene su moraleja. Solo por estos ingredientes, ya merece la pena ir a verla. En cuanto al elenco de actores, los hay de diferentes edades y épocas, pero a todos nos sonará alguno. Desde Carlos Iglesias, que habrá quienes lo recuerden por su papel en «Manos a la obra»; hasta Roberto Álvarez, el padre de «Ana y los 7»; pasando por Raúl Fernández de Pablo, de la serie «El internado». Estas caras conocidas, y alguna más, conforman un casting atractivo que no solo no decepciona, sino que consigue meterte en la historia desde la primera escena.

Aunque es un filme dirigido a un público adulto, no por ello resulta inapropiado para ver en familia. Desde luego, no responde al estereotipo de película española, y considero que en este caso se trata de una afirmación positiva. Una buena elección para ver con los hijos mayores y que, a diferencia de otros títulos más llamativos dela actual cartelera, no deja un amargo sabor de boca al salir del cine. Más bien al contrario. (Guillermo de Lara)

«Mia y el león blanco»

Fotograma de «Mia y el león blanco»

El pasado mes de mayo tuvo lugar en Madrid el encuentro anual preparatorio de la Semana de Cine Espiritual, que en 2020 cumplirá su decimosexta edición a escala nacional y la sexta a nivel local. De las 7 películas seleccionadas, 4 han sido ya reseñadas en esta publicación: El mayor regalo, ¡A ganar! y La canción de mi padre. Dos de ellas se estrenarán en breve: El creyente y El vendedor de sueños. Las dos restantes son: Una cuestión de género, disponible ya en DVD y en plataformas de pago; y «Mia y el león blanco», que lleva 9 exitosas semanas en la cartelera española y bien merece un sitio en esta sección.

Producida por Francia, Mia y el león blanco es una valiosa y bien realizada cinta familiar, dirigida por Gilles de Maistre. El argumento nos traslada a algún punto de Sudáfrica en el que se ha instalado la familia Owen, formada por John y Alice, los padres, y sus hijos Mick y Mia, de 13 y 11 años respectivamente. Se han mudado desde Londres porque John se dedicará a la cría de leones y su posterior venta a zoológicos de garantía; un negocio que, además de su potencial rentabilidad, contribuye a la conservación de la especie. Pero no todo es de color de rosa: el cambio no parece haberle sentado muy bien a Mia, que añora su colegio y a sus amigas; además, Mick sufre algunos episodios de angustia, tiene pesadillas y debe seguir un tratamiento médico. Inesperadamente, el nacimiento de un león blanco provocará una sucesión de acontecimientos en los que se verá involucrada toda la familia.

El guion de Prune de Maistre, esposa del director, va desvelando de forma dosificada y asequible para el público infantil los antecedentes de la historia y las motivaciones de los personajes. Los actores adultos, Langley Kirkwood y Mélanie Laurent (los padres), cumplen en sus papeles, pero quien realmente destaca es la joven Daniah De Villiers con su interpretación de Mia. Elegida entre más de 300 niños sudafricanos, De Villiers sorprende con un alarde de registros y de derroche físico. La asombrosa naturalidad de la relación entre la joven actriz y el león no es ningún artificio, sino que se explica por las muchas horas que ella convivió con Thor (así se llama el león) durante los 3 años en los que se desarrolló el rodaje.

Mia y el león blanco es cine de aventuras para todos, con muchos puntos positivos sobre las relaciones familiares, el cuidado de la naturaleza y el comportamiento ético, que habría ganado en coherencia acentuando el sentido trascendente de la Creación. (Juan Jesús de Cózar)

«¡A ganar!»

Fotograma de «¡A ganar»

«Existen personas diferentes en este mundo, que son capaces de convertir cualquier acontecimiento en toda una aventura. Con un poco de suerte, alguna de esas almas intrépidas y generosas nos enseñará a conseguirlo…, a vivir». Así comienza ¡A ganar!, una inspiradora película actualmente en la cartelera española, donde se dan cita actores de la categoría de Helen Hunt y William Hurt , ambos ganadores de un Oscar.

Se trata de una cinta emocional, muy emocional, repleta de valores humanos y con un desenlace de los que «hacen afición». Y no me refiero solo a la práctica del voleibol, que es el marco de fondo en el que se mueve la historia, sino sobre todo a su intención motivadora: alentarnos a llevar una vida plena, a levantarnos de los fracasos, a ver el lado bueno de las personas, a unir y a hacer equipo…, a confiar en Dios cuando a veces no entendemos sus planes. Resulta curioso que este cúmulo de bondades (nada que ver con el «buenismo») haya molestado a determinado sector de la crítica; algo que sin embargo no ha impedido su éxito en USA: más de 10 millones de dólares de recaudación y una calificación de 8,6 por parte de la audiencia, según el popular medidor Rotten Tomatoes.

Pero vayamos con el argumento, que no conviene destripar aunque se trate de un suceso real ampliamente documentado en Internet. Caroline Found (Danika Yarosh), a la que todos llaman Line, es la vitalista líder y capitana del equipo de voleibol femenino del West High School. Después de triunfar en el campeonato estatal de 2010, un trágico suceso va a truncar las ilusiones de las jugadoras. ¿Lograrán ser de nuevo un equipo unido y luchar para repetir en 2011 un éxito sin precedentes? Un reto y, a la vez, una prueba de superación para Ernie (William Hurt), el padre de Caroline; para Kelley (Erin Moriarty), la mejor amiga de Line; y para Kathy Bresnahan (Helen Hunt), la enérgica entrenadora del equipo.

Dirigido por Sean McNamara (Soul Surfer, 2011) y con música del español Roque Baños, ¡A ganar! es un filme que no solo gustará y emocionará a los jugadores y jugadoras de voleibol (en España hay más de 80.000 federados), o a entrenadores y educadores en general. Su propósito va más allá: demostrar la capacidad de los seres humanos de renovar el espíritu de toda una comunidad, si hacen del servicio a los demás el horizonte de sus vidas. ‘Ama como Line – Vive como Ellyn’, leemos en los créditos finales: un slogan que entenderán muy bien quienes se acerquen a ver esta película familiar, mientras tararean el “Sweet Caroline” de Neil Diamond. (Juan José de Cózar»

«Pablo, el apóstol de Cristo»

Fotograma de «Pablo, el apóstol de Cristo»

Ha sido sin duda la película de esta Semana Santa. «Pablo, el Apóstol de Cristo» es una correctísima propuesta de Affirm Films, la división de Sony para la producción de filmes de temática religiosa. Escrita y dirigida por Andrew Hyatt, responsable también de la notable «Llena de gracia» (2015) sobre los últimos días de la Virgen María, la cinta fue rodada en la isla de Malta y cuenta con buenos valores de producción y meritorias interpretaciones.

Hyatt se toma su tiempo para recrear lo que podría haber sido el origen de la escritura de los Hechos de los Apóstoles, porque busca involucrar al espectador a través de un proceso reflexivo y no meramente emotivo o visual.

El guión nos presenta a un San Pablo anciano (James Faulkner) encarcelado en Roma, que es visitado por San Lucas (Jim Caviezel). El gobernador de la prisión es Mauritius Gallas (Olivier Martinez), militar cuya hija se encuentra gravemente enferma. El personaje de San Lucas sirve también de nexo con una importante subtrama de la película, centrada en la dura situación de los cristianos perseguidos por Nerón, a los que Aquila y Priscila (John Lynch y Joanne Whalley) intentan proteger.

El filme está recorrido por la inquietud y las dudas que pesan sobre casi todos los personajes, que deben tomar decisiones difíciles. Y, de alguna manera, todos esperan las luces que les pueda aportar San Pablo, porque él conoció –se le apareció el Maestro. Este enfoque permite al director ofrecernos sabrosos textos de las cartas paulinas, con especial mención del Himno a la caridad (1 Co 12,31-13,13), objeto de una hermosa y emocionante escena.

Frente al silencio de los dioses paganos que no responden a las peticiones de Mauritius, el Dios que predica San Pablo habla a través de las vidas generosas de cristianos corrientes y pacíficos, enamorados de Cristo y dispuestos a seguirlo hasta la muerte si es preciso. Un contraste aplicable a nuestros días y que resuena en estas palabras del Papa Francisco: «El mundo odia a los cristianos por la misma razón que odiaban a Jesús: porque ha llevado la luz de Dios a un mundo que prefiere las tinieblas para esconder sus obras malvadas. Por esto, hay oposición entre la mentalidad del Evangelio y la mundana».

Es cierto que una mayor agilidad narrativa hubiera beneficiado a la cinta y facilitado el acceso del público juvenil, acostumbrado a otros ritmos visuales y expresivos. No obstante, películas tan positivas como “Pablo, el Apóstol de Cristo” o “El caso de Cristo”, estrenada unas semanas antes, demuestran el creciente acierto de algunos productores a la hora de abordar en el cine cuestiones religiosas o espirituales. (Juan Jesús de Cózar)

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