«Memorias de una geisha», el próximo domingo con ABC

La polémica de la que vino rodeado el rodaje de «Memorias de una geisha» (Rob Marshall, 2005) desvió la atención sobre la calidad de una película suave, delicada y tremendamente bella. Sus actrices principales, la china Ziyi Zhang y la malasia Michelle Yeoh, fueron cuestionadas por interpretar personajes puramente japoneses. Para contrarrestar estas acusaciones, los productores abrieron el casting de los papeles principales a las niponas que quisieran participar en la película : pero ninguna consiguió hacerse un hueco en el elenco.

Estos matices se desvanecen a los ojos de un occidental, poco acostumbrado a diferenciar entre etnias asiáticas, por lo que el espectador puede dejar de lado polémicas y centrarse en disfrutar de una obra maestra del cine contemporáneo, que recorre la vida de una joven provinciana (llamada primero Chiyo y luego Sayuri) en busca de un futuro mejor a cambio de practicar el antiguo arte de servir a los hombres, con su mente y con su cuerpo. Un recorrido casi histórico por ese Japón que a principios del siglo XX todavía se encontraba inmerso en sus tradiciones y en sociedades más propias del medievo que del aceleramiento occidental obligado que sobrevendría al país después de la Segunda Guerra Mundial.

Las texturas de las imágenes, los personajes y toda esta maravillosa recreación histórica de una época que aún se puede palpar en algunos lugares cuando se visita el pintoresco barrio de Gion, en Kioto, se hicieron merecedoras de tres premios Oscar : los relativos a la fotografía, el diseño de vestuario y la producción. Y tal vez le faltó un cuarto, que hiciera justicia a la maravillosa melodía que John Williams le puso a esta historia de mujeres enfrentadas para enmarcar en la «deuvedeteca».