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«Un guantazo a tiempo hace milagros»

«El Bigotes de Rochelambert» protagoniza «3 minutos», un documental sobre el boxeo como medio de reinserción social

«Un guantazo a tiempo hace milagros» Raúl doblado

jesús álvarez

«Cuando era chaval todo el mundo me pegaba hasta que un día le di una hostia al matón de mi barrio. Nadie volvió a pegarme». Antes de eso, Antonio Fernández, conocido en Sevilla como «El Bigotes de Rochelambert», se tuvo que apuntar al equipo de boxeo del Betis, pese a ser sevillista, porque su club no tenía boxeadores.

Este exboxeador y entrenador sevillano de 66 años lleva más de 30 entrenando a chavales de barriadas con problemas, a muchos de los cuales los ha apartado de la cárcel y de la exclusión social. Y es esa faceta la que Álvaro Torrellas (Santander, 1979) dedica su largometraje documental «3 minutos: si luchas no hay derrota», que se ha estrenado en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y que ejemplifica esta labor en tres chicos sevillanos apodados como «El Mesías», «El kaka» y «El torero». A este último, un chaval de los Pajaritos casi tan guapo como «El Niño» de la película de Daniel Monzón, le envenenó la sangre que mataran a su prima de un disparo en la cabeza, hace cuatro años, La chica era muy joven, igual que su marido, que fue quien la mató. «A raíz de ahí quedó muy tocado, incluso quiso cometer un delito para entrar en la cárcel y vengarse del asesino de su prima, que para él era más que una hermana, porque se criaron juntos», comenta «El Bigotes», que le inculcó disciplina y alejó de su cabeza su idea obsesiva de venganza..

Por su gimnasio de Rochelambert han desfilado miles de chavales de ese barrio y de las Tres Mil Viviendas, a los que «el Bigotes» inculcó respeto y disciplina, algo de lo que muchos de ellos carecían. «Los jóvenes de hoy tienen muy poca disciplina porque tienen de todo. Yo he vivido la época en la que por una onza de chocolate o un pedazo de pan con aceite uno estaba todo el día sentado y tranquilo. Se tenía más respeto. Yo le he hablado a mi padre de usted hasta los 25 años», comenta a ABC.

Entre sus alumnos, «El Bigotes» tiene también a tres chicos ciegos, uno de los cuales es ciego, sordo y mudo. «Creo que éste no tiene a nadie más que a mí. A los tres les he enseñado a boxear y siempre le dan bien a las pelotitas chicas. Van con tantas ganas que a veces me han pegado a mí, sin querer, bastante fuerte. Como no ven», dice. Vienen todos los jueves a entrenar y «verles aquí —dice— es mi mejor mejor momento de la semana». Para «El Bigotes» la palabra rendición no existe. «Yo nunca me rindo y es lo que le digo a mis hijos y a ellos, que no se rindan. Y casi todos me hacen caso», proclama, orgulloso.

«Un guantazo a tiempo hace milagros»

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