Liv Ullmann: «Llegué a aburrirme como actriz, pero dirigir ha sido una bendición»
Musa fetiche de Bergman, con quien rodó 11 películas, dirige «La señorita Julia», que compite en la Seminci de Valladolid, donde hoy se presenta
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Después de una larguísima vida en la pantalla, llena de papeles que los cinéfilos conservan en la retina, Liv Ullmann no titubea cuando asegura que sus días de actriz han terminado. Los ha enterrado y no se arrepiente: «Antes de empezar a dirigir había llegado a cansarme de ver mi propia cara. Y pensé que quizá eso cambiaría si me situaba al otro lado de la cámara. Desde el principio, dirigir ha sido para mí una bendición. Ahora puedo sentarme frente a actores increíbles y puedo verles crear. Antes me daba hasta vergüenza ser actriz ». Se hace un silencio, en el que esta mujer de 75 años reflexiona sobre las causas de lo que acaba de decir. «No sé por qué. Pero ahora, cuando veo a los actores trabajar desde el otro lado de la cámara, me siento orgullosa de ellos. Cuando veo a Jessica Chastain en “La señorita Julia” sé que nunca habría podido hacerlo tan bien como lo hace ella».
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La ciudad de Toronto, donde tuvo lugar esta entrevista, no le resulta desconocida a Ullmann. Su padre, un ingeniero de aviación noruego, estaba destinado en Tokio cuando ella nació, y dos años después se trasladó con toda la familia a Canadá. Tras una etapa en Nueva York, Liv Ullmann se instaló definitivamente en Noruega, donde comenzó su vida como actriz . «¡Era lo único que sabía hacer! Y he amado la actuación. Durante muchos años ha sido increíble, ¡y mire lo vieja que soy! No me gusta hablar por teléfono, soy una persona solitaria, ¡pero actuar me encantaba! Sin embargo, llegó un momento en el que empecé a cansarme de mí misma, de verme haciendo siempre las mismas cosas, me reprochaba no hacer las películas de forma diferente. Me aburrí de mí misma. No sé por qué».
Un clásico de Strindberg
Ullmann se encontraba en Canadá para promocionar «La señorita Julia», una adaptación del clásico teatral de August Strindberg que supone su regreso a la dirección y que esta semana concursa en la sección oficial de la Seminci de Valladolid . El papel protagonista es para Jessica Chastain, a la que la directora fichó tras ver su trabajo como espectadora de cine . «En todas las películas que he hecho me he situado junto a la cámara. Y lo he hecho así en las escenas con Colin Farrell y Samantha Morton», los actores que completan el reparto . «Pero con Jessica... Uno de los primeros días me dijo que no me pusiera allí, porque se iba a pasar la escena pensando en lo que yo estaría pensando sobre ella. Así que le hice caso y me senté junto al monitor. Yo sé que nada de lo que me favorezca a mí me favorece realmente si no favorece a mis actores ».
Lo que no sabía la cineasta –porque Chastain se lo confesó después, durante la promoción–era que aquella actitud despótica se debía a que la pelirroja decidió encarnar el personaje incluso cuando la cámara no estaba rodando. «Hay una cosa que nunca le digo a un actor», confiesa Liv Ullmann. «Aquello de “mira, esto es lo que tu personaje está pensando ahora mismo, no lo olvides». He trabajado con directores muy malos, que me decían “tú entras por la puerta, tu corazón late violentamente, y entonces cuentas hasta tres antes de empezar a hablar, pero muy rápido, porque estás llena de emociones”. Cuando los directores le dicen eso a un actor... ¡ese actor está muerto antes incluso de empezar la escena! Porque lo único que tiene en su cabeza son las palabras del director. Yo he aprendido mucho más de esos malos directores que de los buenos».
Ingmar y Liv
Del grupo de los segundos es obligado destacar a Ingmar Bergman [«Gritos y susurros», «Persona», «Sonata de otoño»...]. El director sueco, con el que mantuvo un romance entre sus dos matrimonios –fruto del cual nació su hija Linn– es su principal referencia cinematográfica. El manantial del que también bebe esta Miss Julie, ambientada en Irlanda pero con una luz fría, típicamente bergmaniana. «Bergman no trabajaba solo. Yo estaba allí», reivindica Ullmann. «Hice once películas con él, mis interpretaciones también son Bergman. ¡Pero también eran mías!», se contradice riendo. «Incluso puede que algunas cosas que él hizo fueran parte de mí. Así es como funciona. Por supuesto que me influyó muchísimo. Nos encantaba trabajar juntos, porque nuestra manera de ver las películas era la misma».
Liv Ullmann vive enamorada del cine . Consume películas de forma compulsiva, y esa obsesión ha viajado con ella a los festivales más prestigiosos del mundo. «¿Se imagina? Te dicen que vas a estar en un jurado y que tienes que ver no sé cuántas películas ... ¡Ha sido la mejor experiencia de mi vida! He sido presidenta del jurado en Cannes y en Berlín, y mis compañeros me odiaban, porque yo quería tener reuniones todos los días. Para hablar hasta de la iluminación de las películas . Debo estar un poco loca, pero es que me encanta el cine . Y aprendo viendo cine , aprendo como ser humano, aprendo a entender mejor a la gente, incluso a mí misma».
La charla, no importa por dónde discurra, regresa una y otra vez a Jessica Chastain en «La señorita Julia». «Es un papel muy difícil. Y muchas actrices, incluyéndome a mí, lo interpretan más bien como una Nora de Ibsen, intentando gustar al público. Ella nunca recorrió ese camino».