Un cantante sufre una aparatosa caída en el Festival de Bayreuth y acaba en el hospital

Tomasz Konieczny hizo gala de tal profesionalidad que muchos espectadores asumieron que se trataba de parte de la escenificación, pero apenas terminó el segundo acto fue trasladado para recibir tratamiento médico

Tomasz Konieczny sufrió una aparatosa caída en Bayreuth ABC

Rosalía Sánchez

Corresponsal en Berlín

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La segunda entrega del nuevo 'Anillo' de Bayreuth, del austriaco Valentin Schwarz, ha empezado con mal pie. Durante el estreno, un aparatoso tropezón del cantante Tomasz Konieczny y la consiguiente ruptura de uno de los muebles de la escena dieron con él en el suelo. Konieczny, que interpretaba a Wotan, hizo gala de tal profesionalidad que muchos espectadores asumieron que se trataba de parte de la escenificación, pero apenas terminó el segundo acto fue trasladado al hospital y sustituido sobre el escenario por Michael Kupfer-Radecky.

El portavoz de prensa del Festival de Bayreuth, Hubertus Herrmann, informó al respetable brevemente ante telón antes del comienzo del tercer acto sobre el imprevisto cambio de reparto. Kupfer-Radecky, por su parte, reaccionó con soltura, a pesar del corto plazo con que había sido avisado para la posible sustitución. El cantante John Lundgren, designado como segundo Wotan para esta edición del festival, canceló en junio su participación y apenas dejó tiempo a la dirección para encontrar sustituto.

«Por motivos personales» no fue posible que Lundgren «estuviera disponible en Bayreuth para los ensayos intensivos necesarios para la nueva producción», dijo el festival en ese momento. Egils Silins reemplazó a Lundgren en 'El oro del Rin', mientras que Konieczny se ocupó de la Valkiria y Sigfirdo. A pesar del accidente de Wotan y del improvisado sudoku de sustituciones, el crítico vienés Axel Brüggemann considera que «todo salió bien vocalmente y en escena, fue el punto culminante más poético de la producción del Anillo hasta el momento».

Los bailes de personal son una constante en esta edición de Bayreuth. El director Pietari Inkinen también tuvo que tirar la toalla poco antes del estreno por al dar positivo en covid. Cornelius Meister se puso al frente con muy escaso margen de tiempo. Los más veteranos aficionados recuerdan sin embargo, que no es precisamente la primera vez que Wotan es víctima de un accidente y anotan que, en 2015, cedió la silla bajo de la entonces canciller Angela Merkel, que se encontraba entre el público y perdió el conocimiento durante varios minutos, dando lugar así a una intensa, aunque muy breve, crisis de Estado. Merkel, por cierto, asiste por primera vez en 16 años junto a su marido Joachim Sauer y sin hacerlo en calidad de canciller de Alemania.

«Mi corazón está profundamente conmovido por esta noche», declaró después del 'Tristán e Isolda' de Roland Schwab, que ha hecho una interpretación utópica y extremadamente romántica de la gran ópera de amor de Richard Wagner. Después de algunos airados abandonos de la sala, el resto de la audiencia se mostró entusiasmada, incluidos Merkel, el presidente regional de Baviera Markus Söder y el presentador Thomas Gottschalk.

Todos los wagnerianos, y muy especialmente los de la Colina Verde, adoran los acertijos que les permiten exhibir su condición de sabelotodos de Wagner. Y en la producción de Valentin Schwarz, disfrutan de un buen ramillete de estos acertijos encadenados. El espectador tiene la sensación constante de estar sobre la pista de incesantes preguntas. ¿Freia, la hija de Wotan, se pega un tiro porque le hubiera gustado ser secuestrada y amada por los gigantes en lugar de seguir repartiendo manzanas de oro en el mundo de los dioses y el incesto? ¿Por qué Sieglinde está embarazada incluso antes de conocer a Siegmund y de quién?. Al final, Wotan le baja las bragas a su propia hija, pero ¿por qué? ¿Y por qué las valquirias graban Insta-Reels en una clínica de belleza después de sus cirugías plásticas de aumento de pecho? Durante los descansos, todas estas cuestiones se debaten animadamente, junto a las preguntas sobre el estado de salud de Wotan, cuyos detalles no ha hecho públicos el festival. El gran aplauso de la noche, por cierto, fue para Klaus Florian Vogt, por la vocalización de su texto, que permitía entender cada palabra pronunciada por Sigmund, y Kupfer-Radecky recibió también prolongados aplausos por su rendimiento, que no dejó nada pendiente a pesar del susto.

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