Blas Romero 'El Platanito', el breve espejismo de la fama
juguetes rotos
Triunfó a mediados de los años 60 en el mundo de los toros, pero tuvo que sobrevivir vendiendo lotería en Madrid
Blas Romero «El Platanito»: «Me llamaban «El Cordobés de los pobres»; la gente no me admitía en serio»
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Decía Blaise Pascal que la desgracia descubre luces que la prosperidad no llega a percibir. Blas Romero 'El Platanito' ha conocido a lo largo de su vida el éxito y el fracaso, la fama y el olvido, la riqueza y la pobreza. Tal ... vez en sus momentos más difíciles haya podido constatar la verdad que encierran las palabras del sabio francés, pero lo cierto es que su gloria fue mucho más corta que su infortunio.
El Platanito, nacido en Castuera (Badajoz) en 1945, triunfó en el mundo de los toros a mediados de los años 60, prologando su carrera hasta 1975, el año de su retirada. Compartió tardes de gloria con El Cordobés y Sebastián Palomo Linares, los dos iconos de la tauromaquia de la época. Su estilo era heterodoxo, caracterizado por lo que él llamaba «el saltamontes», una versión del famoso «salto de la rana» de Manuel Benítez. Los ortodoxos le negaban su condición de matador, pero él llenaba las plazas con su peculiar forma de plantarse ante el astado.
Otros juguetes rotos
Blas Romero hoy tiene 78 años y se ha ganado la vida durante casi cuatro décadas vendiendo lotería en la calle. Al abandonar su oficio, tuvo que pasar por la amarga experiencia de la ruina económica, tanto porque no supo administrar su patrimonio como porque fue estafado por sus representantes, como él aseguró. «Tuve momentos muy malos, sufrí depresiones y albergué la idea de suicidarme», declaró años después. Una de las personas que más le ayudó fue Juanito, el delantero del Real Madrid, que le convenció para que vendiera lotería. Romero acudía semanalmente a la Ciudad Deportiva del club blanco para ofrecer boletos a la plantilla. Es así como pudo sobrevivir y mantener a su esposa y sus cuatro hijos.
La historia de El Platanito mereció una película titulada 'Jugando a morir', rodada en 1966 y dirigida por José Hernández Gan cuando se había convertido en el prototipo de un chico de baja extracción social que viene a Madrid para triunfar en los ruedos. En aquellos momentos, su temeridad y lo que algunos llamaban despectivamente sus payasadas atraían un público que le permitía ser uno de los toreros mejor remunerados del momento, sólo por detrás de El Cordobés.
No supo administrar su patrimonio y fue estafado por sus representantes
La vida de Blas Romero comenzó con mal pie desde su nacimiento en el seno de una familia muy pobre. Tenía nueve hermanos y tres de ellos murieron prematuramente. Su madre le abandonó en un hospicio y tuvo que cumplir nueve años para conocer a su progenitora, con la que nunca tuvo la menor relación afectiva. Según su testimonio, El Platanito fue maltratado en el correccional de Olivenza, regentado por frailes mercedarios, en el que vivió hasta su adolescencia. «Me pegaban y humillaban. No me enseñaron nada. Era como estar en un campo de concentración», aseguró. Sin el menor interés de su madre y el internamiento de su padre en un manicomio, el futuro torero tuvo que ganarse la vida con trabajos marginales hasta que decidió emigrar a Madrid.
«Cogí un tren una noche y me metí en una perrera tras echar a los perros. Tenía 17 años y quería ser torero. No tenía nada, ni siquiera carné de identidad». Llegó a la capital y se enteró de que Luis Miguel Dominguín y su hermano Domingo organizaban unas becerradas para descubrir nuevos valores. Los dos vieron posibilidades en aquel chico de Castuera. Le alojaron en un hotel de la plaza de Santa Ana y le ofrecieron mil pesetas por faena durante dos temporadas. Y le dieron su nombre de batalla porque su padre había trabajado en un almacén de plátanos.
Sin el menor interés de su madre y el internamiento de su padre en un manicomio, el futuro torero tuvo que ganarse la vida con trabajos marginales hasta que decidió emigrar a Madrid
Tomó la alternativa en Carabanchel en 1970 de manos de Joaquín Bernardó cuando ya era una figura del mundo taurino. Fue su canto del cisne porque, dos años después, abandonó el ruedo como matador y organizó un espectáculo titulado 'El Platanito y su troupe', que recorrió con bastante éxito toda la geografía española. En aquella época, el género tenía mucha aceptación, siguiendo la estela de 'El bombero torero' que combinaba lo cómico, lo grotesco y la tauromaquia.
Al decaer el interés por esta especie de circo, El Platanito intentó volver a torear, pero ya era demasiado tarde. Tras fracasar en el intento, era frecuente verlo deambular por el desolladero de Las Ventas, añorando tiempos pasados. Dice la leyenda que El Cordobés le predijo que uno de los dos acabaría vendiendo lotería. Fue El Platanito, un hombre con una vida truncada desde su nacimiento y que luchó siempre contra la adversidad.
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