ARTE EN LA RED

Siguiendo el rastro de Murillo hasta Dallas

Las santas patronas alfareras salidas del pincel del genial pintor conducen, tras muchos azares, hasta el Meadows de Dallas, el museo con mejor colección de pintura española de Estados Unidos

Las santas patronas del Meadows flanqueando a la Santa Rufina de Velázquez de Focus J M Serrano

Javier Rubio

Cuando Bartolomé Esteban Murillo pintó la pareja de santas patronas alfareras de la ciudad de Sevilla, la ciudad de Dallas no existía . Faltaban al menos 175 años para que se fundara la ciudad, ligada a la industria del petróleo tras el descubrimiento de oro negro en los campos de Texas . Cómo acabó allí la pareja de cuadros que Murillo pintó alrededor de 1665 es una buena excusa para reconstruir los movimientos del mercado del arte, globalizado mucho antes que el resto de industrias culturales. Al tiempo, ofrece una inmejorable ocasión de escudriñar los fondos del Meadows, el museo con la mejor colección de arte español de todos los tiempos en suelo estadounidense .

De Murillo tenemos una icónica representación de las santas patronas sosteniendo por su base la Giralda , que se puede ver en el Museo de Bellas Artes. Pero estos dos óleos sobre lienzo (93 x 66 centímetros) son anteriores a ese gran cuadro que permaneció en Sevilla.Nos presenta representadas de tres cuartos las niñas trianeras Justa y Rufina, martirizadas por negarse a participar en las adonías, las fiestas en honor de la diosa Salambó.

Son fácilmente reconocibles por las alcarrazas (atributo de su oficio) y las palmas (atributo de su martirio) que portan en las manos. Llama la atención la belleza y la dulzura de los rostros. No hacía ni quince años que Sevilla había vivido la más terrible epidemia de la que se tiene noticia, la peste de 1649 que supuso un punto de inflexión hacia el declive de la ciudad después de perder un 40% de su población, según los cálculos más ajustados.También Murillo se sintió interpelado por la terrible mortandad

Las santas alfareras están vestidas con ricas telas de gasas y tules con lazadas de seda para sujetar en el pecho los ropajes, sensualmente caídos a la altura de los hombros para admirar el cuello de las muchachas. El pelo también lo llevan recogido con lazos.

El museo de Dallas ofrece en su página web, que permite una navegación muy cómoda , rastrear la procedencia de los cuadros para acallar los rumores de que se había beneficiado del expolio nazi a los judíos europeos. La pareja de cuadros de Murillo entraba en esta categoría y así lo recoge la ficha adjunta a cada una de las piezas.

José Domingo Irureta Goyena

El primer rastro que el Meadows aporta de «Santa Justa» y «Santa Rufina» lleva hasta José Domingo Irureta Goyena (1830-1921), del que tenemos un retrato pintado por Madrazo en el propio Museo de Bellas Artes de Sevilla y al que los historiadores del arte conocen como anticuario. La anotación del museo texano señala también a Íñigo Ruiz de Ansoátegui . El apellido Ansoátegui lo encontramos relacionado con la Casa Rothschild como corresponsales en Bayona, Sevilla y Cádiz y responsables de la entrega de la producción total de azogue de Almadén a los banqueros parisinos . Los nexos entre ambos apellidos permiten sugerir que los cuadros viajaron, como el mercurio, de España a Francia

Un apunte en un libro de contabilidad del barón Gustavo de Rothschild (1829-1911) nos permite encontrar ambos cuadros de Murillo relacionados entre los bienes del banquero judío antes o el mismo 27 de enero de 1874 en que se efectúa un remate de 30.000 francos por dos lienzos definidos como de motivos alegóricos. A partir de ahí, los cuadros de las santas trianeras pasaron a propiedad de la baronesa Antoinette Léonino , como parte del legado de su abuelo.

La historia se acelera a partir de ese momento. La rapiña nazi, espoleada por la avidez de tesoros artísticos que mostraba Herman Goering , los confiscó a través de la Dienstelle Western, agencia de requisa para Europa occidental del Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg (ERR), que se lo arrebató a Bedel & Cie, de París, en octubre de 1942. Ambos lienzos se transfirieron al castillo de Schloss Kogl y de allí, a la mina de sal de Altaussee donde los nazis escondían el fruto de su saqueo cultural, en Austria.

El equipo de «Monuments Men» creado por los Aliados para seguirle la pista a los tesoros artísticos arrebatados por los nazis las encontró por fin. La «Santa Justa», en el estudio de conservacion de Otto Klein y Martha Strube Klein en Buxheim (Alemania) al final de la guerra. La «Santa Rufina» fue recuperada directamente de la mina donde se conservaban las obras de arte expoliadas y repatriada a Francia en el sexto tren desde el punto de recogida que los aliados habían establecido en Munich el 18 de abril de 1946 .

Finalmente, ambos cuadros les fueron restituidos a la baronesa Léonino en fechas diferentes: la «Santa Justa», el 7 de mayo de 1946, y la «Santa Rufina», en diciembre de 1947 a lo más tardar. Los óleos de Murillo aparecen en el mercado del arte en 1967, cuando los adquiere la galería Heim de París , interesada en los marcos por entender que se trataba de copias y no de originales.

De ahí pasan a la galería H. Shickman en el 980 de Madison Avenue de Nueva York y, finalmente, a la fundación Meadows de Dallas, por expreso deseo del magnate del petróleo Algur H. Meadows , quien se enamoró perdidamente de la pintura española durante su estancia en nuestro país en busca de petróleo en los años de la autarquía franquista. Así es como en 1972, esta pareja de cuadros de Murillo sobre las santas patronas de Sevilla recalaron en el museo Meadows.

En noviembre de 2016, los dos retratos formaron parte de la exposición «Velázquez. Murillo, Sevilla» , abierta al público en la Fundación Focus en Los Venerables.

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