Quédate en casa

La sensual Venus sorprendida en el baño

La National Gallery de Londres la tiene entre sus obras más preciadas, aunque ahora hay que conformarse con contemplarla desde casa

«Venus del espejo», de Diego Velázquez ABC

Javier Rubio

Con los museos de medio mundo cerrados, el único recurso para contemplar arte es visitar las páginas de internet donde «cuelgan» los más aclamados lienzos del arte universal . También los de los artistas sevillanos cuya merecida fama los ha llevado a figurar en el olimpo pictórico. De entre todos ellos, el más reseñable sigue siendo Velázquez, hijo preclaro de Sevilla aunque bien joven abandonó la ciudad para establecerse en la corte, donde labró fortuna como pintor de cámara.

Curiosamente, la ciudad que lo vio nacer no puede admirar su obra, de la que sólo se exhibe en Sevilla apenas una minúscula muestra de cinco cuadros, todos ellos menores en su producción más destacada. Para admirar en todo su espledor la trayectoria del gran pintor de los Austrias hay que visitar el Prado inexcusablemente, pero el lector también puede entretener la visita deambulando por otras páginas de museos y galerías de medio mundo en cuyas paredes cuelga la genialidad compositiva, el dominio de la pincelada y la fuerza expresiva de sus retratos que marcaron la obra velazqueña.

Y en ese recorrido virtual, Londres es parada obligada si se quiere admirar algunas de las obras maestras de Velázquez. Una de ellas es, sin duda, «El aguador de Sevilla» que puede contemplarse en Apsley House, en la colección de Arthur Wellesley. La página de English Heritage (www.english-heritage.org.uk) donde se aloja la residencia del primer duque de Wellington ofrece poca información sobre el cuadro que inspiró la novela homónima de Francisco Robles —que nunca pierde oportunidad de contemplar el cuadro en sus visitas a la capital británica—, pero a cambio, permite observar con muchísimo detalle el lienzo merced a la lupa. En la misma colección figura otra obra de juventud de Velázquez, de su etapa sevillana: «Dos hombres a la mesa».

Londres velazqueño

Pero esta visita virtual al Londres velazqueño quedaría incompleta sin acercarse a la famosa Sala 30 de la National Gallery (www.nationalgallery.org.uk). Allí aguarda la «Venus del espejo», si bien rebautizada por los británicos en sus catálogos como «The Rokeby Venus» por la casa de campo en el condado de Durham donde estuvo colgada durante la mayor parte del siglo XIX. Luego, en 1906, el único desnudo femenino de Velázquez que ha llegado hasta nuestros días no se ha movido ya más de la National Gallery.

El museo nacional británico tiene su sede en la celebérrima plaza de Trafalgar presidida por la estatua del almirante Horacio Nelson que labró honra y gloria a costa de la flota francoespañola en 1804, pero la visita virtual ofrece otros alicientes muy interesantes. El visitante dispone de material audiovisual ad hoc, textos con la historia y la procedencia del cuadro en cuestión y una lupa de aumento para inspeccionar la obra desde muy cerca que facilita la observación de los detalles como el espesor y el movimiento de la pincelada, tan característicos en el genio sevillano.

Es difícil establecer la fecha exacta de realización de esta pintura. Ni siquiera dónde la ejecutó Velázquez. Pudo ser en torno a su segundo viaje a Italia, acotado en el tiempo entre 1649 y 1651, pero no hay manera de saber si la pintura es anterior, posterior o la trajo del país transalpino, donde los pintores venecianos como Tiziano y Giorgione eran muy dados a composiciones mitológicas que les servían de excusa para realizar desnudos femeninos.

La obra aparece por primera vez reseñada en un inventario doméstico de 1651 del pintor y comerciante de arte español Domingo Guerra Coronel, en la que figura simplemente como «Una mujer desnuda». Poco después, el cuadro lo adquiere el reconocido coleccionista de arte Gaspar de Haro, séptimo Marqués del Carpio y de Heliche , en cuya colección se combinó con una imagen veneciana del siglo XVI de una ninfa desnuda en un paisaje, vista desde el frente. Colgaba en una gran sala junto a otras pinturas mitológicas y copias de obras de la colección real española, a las que Gaspar tuvo acceso privilegiado gracias a su estrecha relación con Felipe IV .

Parece haber sido el sino de esta «Venus del espejo», siempre en diálogo con otros desnudos femeninos tal como el valido de Carlos IV , Manuel de Godoy , príncipe de la Paz, la exhibía en un gabinete privado, muy subido de tono para la época, junto a las dos majas de Goya y «La escuela del amor» de Correggio , que también es posible visitar en la National Gallery londinense.

La pinacoteca nacional británica ofrece también la oportunidad de descargar una copia de la «Venus del espejo» a una resolución de 800 píxeles siempre que su uso sea académico o privado, pero sin ánimo de lucro. Eso sí, el museo sugiere un donativo por las facilidades. Y ciertamente, lo merece.

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