Manuela Nogales..., porque veinte años no es nada

La coreógrafa estrena en el Teatro Central «Silencio y ruido», una obra para cuatro bailarines y cinco voces

Marta Carrasco

Dice Manuela Nogales que llegar a conmemorar los 20 años de una compañía de danza, es un milagro en este país. «Silencio y ruido», la obra que estrena en el teatro Central de Sevilla, es como hacer un poquito memoria de todo lo que ha pasado». Manuela Nogales quiere resaltar las «luces y las sombras» de su trabajo.

«Empecé en el año 1994 como coreógrafa y tengo el recuerdo del Certamen Coreógrafico de Madrid y mi contacto con Rui Horta que me dijo: «tienes algo, he oído tu voz y sé que eres coreógrafa». No le dieron el premio, pero como lo merecía, se inventaron una mención especial a la «sinceridad coreográfica»..., «de alguna forma aquello marcó mi carrera».

Dice Manuela Nogales que ha sido siempre sincera, «yo sólo hago lo que puedo hacer lo mejor posible». Por su compañía han pasado intérpretes como Guillermo Weickert, Isabel Vázquez, «he sido una posibilitadora de bailarines», afirma.

Cuando llegó a Andalucía en 1992 desde su Bilbao natal, «me encontré que apenas existía la danza contemporánea. Estaba María Luisa Rivas y Pilar Pérez Calvete. Salud López empezaba a hacer cosas... ». Empezó con 16 años a estudiar danza y teatro y luego a los 18 se va a Barcelona, «no pude entrar en el Instituto del Teatre porque exigían catalán. Luego me vine a Sevilla, al Instituto del Teatro, que fue una experiencia fantástica». Recuerda Manuela Nogales a sus maestros, Carl Paris, Nelson Fernández y Joe Alegado y el comienzo de su compañía en el año 1996, «hacemos veinte años más uno», dice.

Durante su carrera como coreógrafa ha realizado alrededor de cincuenta obras, de las que treinta han sido con su propia compañía. «He coreografiado para el teatro Villamarta, para la Zarzuela, para el Centro Andaluz de Danza y he estado invitada en diferentes montajes». Dice que le tienta mucho la creación, «en la danza nunca hay un sustento. El director de teatro tiene la obra, pero a mi partir de la nada, del vacío, es una de las maravillas de la creación en danza. Siempre partes de la nada y me gusta ese lienzo en blanco».

«Silencio y ruido» es una pieza de compañía, porque para mí uno de los objetivos y es algo que muchas veces se desvirtúa, es que exista una compañía de danza que es un centro neurálgico alrededor de un coreógrafo y éste tiene que tener bailarines. Otra cosa es que te apetezca hacer un sólo, pero eso de tener compañía se está perdiendo por pura precariedad. Las compañías son estructuras entorno a un coreógrafo y estamos desapareciendo porque no nos llaman. Yo he luchado mucho por esta idea». En algunas ocasiones ha querido tirar la toalla, «pero una de las gratitudes que tengo que dar a la danza es que me descubriera que nací para el escenario».

No le parece justa la situación del mundo cultural en la actualidad. «Han pasado 30 años de profesión y es injusta la precariedad laboral en la cultura. La Sgae ha emitido un informe diciendo que el 80 por ciento de los trabajadores de la Cultura están en paro..., es una barbaridad y ¿nadie, ningún político se pregunta nada? Es tremendo, y no es normal que haya planes de danza y de Cultura que se quedan en la nada en los despachos y que jamás llegan a los profesionales».

Para esta obra, «Silencio y ruido», Manuela Nogales ha contado con el bailaor Fernando Romero como intérprete, habitual colaborador en lo musical, además de con Lucía Vázquez y Ráquel López y cinco voces bajo la dirección de Juan Manuel Bustos, que interpretarán música de Monteverdi. El estreno absoluto el día 11 de noviembre en el Teatro Central en única función.

Manuela Nogales..., porque veinte años no es nada

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