Javier Buzón: «Antes íbamos a Arco y se vendía todo»
El pintor sevillano presenta la exposición «La piel del bosque», en la galería La Caja China
Los cuadros de gran formato parecen sumergirnos en un bosque casi encantado. Verdes, ocres, blancos y amarillos conformando la luz, componen este universo que bajo el título «La piel del bosque», presenta estos días el pintor Javier Buzón (Sevilla, 1958).
La exposición reúne los últimos dos años de trabajo, y es la primera individual del pintor desde la que hiciera en Alcalá de Guadaira en homenaje a Miguel Pérez Aguilera , hace dos años.
«En esta muestra he elegido las cualidades que tiene cada imagen, porque en la piel de la imagen está la substancia de la obra, según el tratamiento de los cuadros, porque estamos hablando de pintura». El artista realiza cuadros con muchas capas , «son procesos largos. Mi exposicion es un homenaje a la pintura, porque el pintor se la juega en las distancias cortas».
Compañero de generación de los 80 de artistas com o Curro González, Ricardo Cadenas o Patricio González, coincide con sus colegas en que la emoción es necesaria en el arte, «el espectador, en una primera visión, entra en mis cuadros porque hay una referencia a la naturaleza. Pero la pintura necesita tiempo, y es lamentable que nadie lo tenga. Yo no pongo ningún cartel para explicar mis cuadros. Ese es un problema que no tengo. Mi pintura habla por sí sola y si no lo hace, es que no he conseguido el propósito».
Javier Buzón nació y pasó sus primeros años de infancia en el Muro de los Navarros , entre los barrios de la Puerta de la Carne y la Puerta Osario, y bebió también del paisaje en sus infancias de Carmona. Tras su paso por la Escuela de Artes y Oficios, ingresó en Bellas Artes donde concluyó sus estudios en una clase donde se forjó el grupo de la generación de los 80.
Las banderolas de la Giralda
A lo largo de la charla surgen recuerdos junto a Paco Molina , «como aquel año de 1982 cuando se encargaron`para la visita del Papa unas banderolas enormes, y Paco Molina nos reclutó a algunos para hacerlas. Yo recuerdo pintar la Inmaculada de Murillo y Ricardo Cadenas hizo la Sor Angela de la Cruz. Nosotros no sabíamos la dimensión que tenía aquello. Sacamos la Inmaculada de una tarjeta postal». Dice que Paco Molina fue un revulsivo para la ciudad, «allí donde estuviera. Yo junto a él aprendí muchísimo. Luego con la dirección de Paco pintamos la nueva sede de la Cámara de Comercio, y cobrábamos menos que los obreros. Para contentarnos nos pusieron nuestros nombres en una columna dorada en el patio. Con otra edad nos hubiera parecido importante, entonces, no», bromea.
Impartió clases en Cádiz primero y luego sigue siendo profesor en Sevilla. «La parte docente de mi vida me ha enriquecido, porque el contacto con los jóvenes es vital y muy potente.».
Javier Buzón cree que ahora hay una buena generación de pintores, «no ya tan jóvenes», que tienen diez o quince años menos que la generación de los 80, y sorprendentemente, con la incorporación de otros códigos en estos últimos tiempos, «han mantenido el interés por la pintura. Y además en Sevilla ocurre que varias generaciones de pintores, nos llevamos muy bien. A nosotros nos costó más trabajo contactar con la generación anterior. Era la época de Juana de Aizpuru, ellos estaban abriendo caminos y nosotros les teníamos mucho respeto, y eran los patriarcas. Vivimos una transición política y cultural, muy interesante. Ibamos a Arco y creíamos que se vendía todo , pero lo que empezó en España con tanta carrerilla, se ha quedado en ralentí. Aún no nos podemos codear culturalmente con Francia o Alemania, nos falta mucho», asegura.