Enrique Quevedo: «Mi pintura no puede tener un error»
El pintor gaditano presenta en la galería La Caja China la exposición titulada «Entre líneas»
La galería La Caja China presenta una fascinante exposición difícil de transportar en estas líneas, a pesar de que el título de la muestra sea, precisamente ése, «Entre líneas».
El pintor Enrique Quevedo (Chiclana de la Frontera, Cádiz. 1967), presenta 20 obras que están realizadas en tramas milimétricas elaboradas con enorme precisión. Hechas sobre papel con tinta china, de cada pieza emergen dibujos de triángulos, circunferencias y un sinfín de formas geométricas con tintas rojas y negras sobre un soporte de papel blanco o grisáceo. Las obras de mayor tamaño son un sistemático y laborioso mar de líneas con un espectacular resultado de movimiento y plasticidad.
« Mis obras no pueden tener un error . Si me equivoco tengo que eliminarlas», dice con pasmosa tranquilidad Enrique Quevedo, a quien se le adivina una paciencia bíblica para poder elaborar tales composiciones.
Desde que estaba en el colegio, le gustaba dibujar. Incluso con aquel tiralíneas, «que emborronaba todo y tenías que volver a empezar. Aquello era un sufrimiento porque manchaba mucho, pero desde entonces tenía obsesión por la línea». Su padre era un pintor aficionado y su tío escribía con letra gótica y a Quevedo le gustaba andar entre tintas, tiralíneas y demás.
Se inició en la Universidad estudiando Matemáticas , «estuve un par de años, pero aquello no era mi sitio y quería dedicarme a pintar y me fuí a Bellas Artes». Por su generación, pertenece a los 90 junto a otros artistas como Inmaculada Salinas, Pilar Albarracín, Adriana Torres, entre otros.
Ser fiel a si mismo no ha sido fácil, «soy consciente de que mi pintura no es para el gran público, pero es lo que me gusta hacer. He tenido la fortaleza de no ceder y mis tiempos los he podido marcar yo». No le interesa ser un pintor mediático , «ni lo he buscado».
La exposición, confiesa el artista, «es fruto de mucha obra que ha habido que tirar». Primero parte de una idea general y luego comienza a pensar cómo puede solucionarlo, y qué colores intervienen, cómo se cruzan las líneas, si perpendicularmente..., «si no lo hago así, la obra me aburre», y sólo usa el rojo y negro sobre blanco.
Comenzó con algo más figurativo, y luego pasó por la arquitectura, «pero siempre ahí estaba la línea», y finalmente se convirtió en geometría pura.
Un cuadro de Quevedo puede llevar más de doscientas líneas, milimétricamente medidas, y si hay un error en la línea o el círuclo, que hace siempre a mano, «me molesta. Puede que al público no, pero a mi, sí. Es un trabajo muy complejo pero siempre quiero que de la sensación de algo sencillo».
Mientras, entre cuadro y cuadro, se convertía en un artista «de culto» entre pintores por su consecuente honestidad, «Pepe Barragán dice que soy un pintor para pintores ». Y como había que sobrevivir y la pintura, tras un breve paso por la docencia, no le era «suficiente», decidió convertirse en ilustrador. Una cosa llevó a la otra, y empezó a trabajar ilustrando cuentos infantiles, «aunque mantuve mi línea y mi geometría, pero de otra manera», y también en esta faceta se permite usar más el color.
Encargos en Francia, Inglaterra, China, Estados Unidos..., le han hecho tener un gran renombre como ilustrador, y en reconocimiento ha recibido nada menos que la Medalla de Oro al mejor ilustrador de cuentos en el certamen Moonbeam Children’s Book Awards 2012 en Estados Unidos. Este premio ha hecho que a nivel internacional sea un personaje conocido en el mundo de la ilustración, «no es tan distinta mi pintura a la ilustración. De una cosa viene la otra», dice sin dudarlo.