Curro González: «Si el arte pierde la emoción, ha perdido su sentido»

El artista sevillano presenta su última exposición titulada «El regreso del hijo pródigo» en la galería Rafael Ortiz

Curro González ante una de sus obras en la galería Rafael Ortiz RAÚL DOBLADO

Marta Carrasco

En los años 80 un grupo de amigos surgidos de la Facultad de Bellas Artes constituyeron, casi espontáneamente, un grupo de artistas que generó uno de los últimos potentes colectivos pictóricos de esta ciudad. Uno de aquellos jóvenes era Curro González (Sevilla, 1960), que estos días presenta en la galería Rafael Ortiz una exposición con un título que es casi una declaración: «El regreso del hijo pródigo», aunque el artista asegura que se inspiró en una canción.

«He llegado al punto de estar saturado de dar explicaciones sobre lo que hago, igual que de leer sobre lo que hacen los demás. Todos los artistas parece que reflexionan sobre el mundo, todo demasiado elaborado y a mi me parece muy artificial. En realidad la pintura tiene una componente sensual que yo intento recuperar».

Presenta el pintor dieciséis obras de mediano y gran formato en el que los objetos parecen espontáneamente en cuadros llenos de color, incluso algún autoretrato no exento de inspiración en el humor y el comic.

Dice Curro González que, «ahora detrás del arte contemporáneo hay un aparato de explicaciones que lo ha llevado a convertirse en algo que en realidad es arte académico. Todo esa construcción, desde las escuelas de arte, ciertas publicaciones..., todo está constriñendo la parte que yo creo que ha tenido el arte siempre, el componente lúdico y sensual que tiene que ver con los sentimientos. Eso es lo que yo quiero recuperar».

Curro González quiere contar una historia personal , «no quiero explicar los cuadros. Ya lo verá el espectador y no quiero dirigirlo, que haga su propia conclusión. Si el arte pierde emoción ha perdido su sentido. Ese exceso de análisis y estudio sobre qué estrategias debe tomar sobre el arte, deja muerta la creación».

Sobre el tema del fraude del arte y del mercado, «hay una superestructura que termina por destrozarlo todo, sobre todo el espacio de libertad que el artista necesita. Cuando visitamos museos nos encontramos una publicación en forma de textos desplegados por las paredes del museo, y hay un error en el formato de esas exposiciones. Se produce algunas veces un exceso de información . Y es de un aburrimiento descorazonador, muy gris. Las exposiciones se han convertido en documentación por el exceso de información. El arte conceptual es la academia, en el sentido peyorativo», afirma el pintor.

Curro González: «Si el arte pierde la emoción, ha perdido su sentido»

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