Coronavirus

Los flamencos se reinventan en las redes

Artistas como Antonio Canales, Manuel Betanzos y Alicia Márquez, así como la Fundación Cristina Heeren, imparten clases telemáticas

Profesores de la Fundación Cristina Heeren durante una de las sesiones ABC

Marta Carrasco

Llegó la pandemia y el calendario se fue a negro. Todos los festivales, bolos de verano, giras por el extranjero... desaparecieron de un día para otro. Los flamencos vieron que la hucha anual, que es la temporada de verano , donde se juntan actuaciones y cursillos, no tenía ni fecha de recuperación.

Pero en esta profesión, donde la supervivencia es obligatoria y se convierte en casi algo habitual, poco se ha tardado en reaccionar. ¿Cómo? A través de las redes sociales, que son hoy el bálsamo de muchas economías de los artistas flamencos.

Antonio Canales fue uno de los primeros en posicionarse. Varias tardes por semana se sitúa delante de su ordenador a las cinco en punto para iniciar sus clases de baile. Tras la pantalla le esperan veinte alumnos, la mayoría norteamericanos, con los que ha iniciado esta experiencia telemática. «Me llamaron un día de Nuevo México diciéndome que por qué no intentábamos dar clases por internet. De repente pensé: ¿por qué no? En estos tiempos es necesario reinventarse porque no tenemos nada».

Lo que empezó con quince alumnos va en estos momentos por veinte, dos veces a la semana, y hasta con famosos, como Soleá Morente. «Yo no sabía cómo funcionaba esto, pero los americanos están muy acostumbrados. Me abrí una cuenta en Paypal y al día siguiente de la clase tenía el dinero en mi banco». Ya ha recibido más peticiones tanto de Alemania como de Francia e Italia. «Hemos tenido que dejar fuera a los alumnos japoneses, de momento, por cuestiones horarias, pero creo que haremos otras clases para ellos».

Dice que ha tenido que aprender a moverse delante de la cámara, «porque aquí no hay espejos» y a controlar el pequeño retorno por el tema del compás. «Estoy enseñando una hora de técnica y otra de tangos de Triana , y también haremos jaleos extremeño s. Antes les explicaré qué es ese palo y quiénes lo han cantado, para que sepan también algo de teoría». Su amigo Joaquín Mulero le ha fabricado un suelo para bailar. «Aquí no puedes dar un chillido y poner firme a la gente, tienes que tener otros trucos, pero he descubierto que en estos tiempos, dar clase por internet es nuestra única salida económica», asegura.

No faltan las anécdotas, como cuando dicen palabras en inglés y los alumnos españoles le avisan que no entienden. «Es una experiencia que me está enriqueciendo mucho», dice el bailaor sevillano , que ya ha aceptado que la Bienal de Flamenco se realizará por el mismo sistema: el streaming. «El secreto es hacer clases de calidad y ofrecer mucha energía, porque los alumnos lo notan, y cómo».

Clases múltiples

La Fundación Cristina Heeren volverá a las clases presenciales el próximo 14 de septiembre, pero el pasado 13 de marzo dieron la última clase presencial en sus instalaciones de la calle Pureza. Tras el cierre de la escuela por el estado de alarma decretado por el coronavirus, el más del centenar de alumnos del curso actual se quedó sin clases. En un fin de semana hubo que organizar un plan de acción para pasar estas clases a online. «Fue una locura, pero lo hemos conseguido», comentaba una de las responsables de la Fundación.

El 70% de los 104 estudiantes matriculados decidieron continuar el curso, por lo que reciben diariamente las diferentes materiales en horario de nueve a dos y media. Hay alumnos de diferentes puntos de España, pero también de Alemania, México, Francia, China, Colombia, Israel, Japón y Países Bajos .

Se continúan llevando a cabo asignaturas teóricas y prácticas. En las primeras, Pepa Sánchez, que imparte «Teoría e Historia del Flamenco»; Isabel Castaño , que da clase de «Español para Extranjeros»; y Kaveh Nasehi , que imparte clase de «Lenguaje Musical».

Otros profesores se han adaptado para ofrecer sus asignaturas prácticas a través de la pantalla: José de la Tomasa, Esperanza Fernández, María José Pérez, Manuel Romero y Liliana Aracil, en cante; Pedro Sierra, Niño de Pura, Pedro Barragán, Pedro Sánchez y Carmelo Picón, en guitarra; y Luisa Palicio, Beatriz Rivero y Coral Moreno , en baile. «Lo más complicado es el baile, claro, pero hay que seguir e intentarlo por los alumnos».

El maestro Manuel Betanzos, de no haber pandemia, estaría ahora por Australia o Singapur y comenzaría su temporada de cursillos más intensa. Alumno destacado de Manolo Marín y bailaor, su escuela en Triana se ha trasladado a las redes sociales. «Un grupo de personas de Asia estaba detrás de mí hace tiempo para que diera clases online y, mira por dónde, ahora es lo que hay que hacer».

Antonio Canales, poco antes de una clase ABC

Cuando terminó sus cursos en el pasado Festival de Jerez , se metió en un estudio y grabó una serie de vídeos con cantaor y guitarrista. «Aún podíamos juntarnos», dice, y ha abierto un canal en Youtube que han visitado ya alumnos de Hong Kong, Estados Unidos, Australia, Singapur y Taiwan.

«Está claro que no es lo ideal, porque donde esté la presencia física ... pero la verdad es que los alumnos agradecen que sigas pensando en ellos y que al menos les prestes atención. Además, yo creo que estar activo, tanto ellos como yo, en estas circunstancias, viene muy bien».

El retardo y el compás

La bailaora Alicia Márquez tuvo que cerrar apresuradamente su escuela en el barrio de San Lorenzo, donde comparte clases con el también bailaor, Ramón Martínez . «El 13 tuvimos que cerrar. Las alumnas extranjeras volvieron rápidamente a su país y se quedaron con las clases de marzo. Así que todo empezó por intentar recuperar las clases de ese mes que ya habían pagado». Y de una recuperación ha venido una plataforma desde donde dan clase a su fiel alumnado.

«Las hago desde casa y la sensación es un poco rara, la verdad, sobre todo por el retardo. Tienes que estar muy atenta en controlar el compás , esos tres segundos en un zapateado o en un remate son fundamentales». Cada día le van pidiendo más, así que ya tienen unos veinte alumnos. «El único problema es el del horario, sobre todo con Japón».

Ramón Martínez da clases de bulerías , nivel medio y alto; y Márquez, tientos tangos y bulerías por soleá. «Lo que no estoy dando es bata de cola, porque es muy complicado».

En la Academia de Matilde Coral las clases también se dieron por terminadas el día 13 de marzo, así que, al ser una escuela con reconocimiento oficial, se intenta que el alumnado utilice material específico que la academia les envía por email. «Intentamos que vean clases de Vagánova, de barra o incluso de castañuelas. Lo de la bata de cola es muy complicado». La escuela además se encarga de dar clases a grupos en el distrito de Triana, además de en localidades como Écija, Utrera, Morón y Gines, donde también están en contacto con el alumnado.

Bailaores como La Choni han montado proyectos flamencos por internet. Otros, bailaores como Alfonso Losa, Sara Martín o Belén Maya, están impartiendo clases online. Y va en aumento. La familia de los Farruco, Farruquito y Farru están muy ocupados con clases por Internet, con un alumnado internacional que aumenta día a día. «En este oficio somos todos autónomos y de algo hay que comer», dicen algunos intérpretes que han visto cómo se ha ido «a negro» todos sus planes de festivales y actuaciones desde abril a octubre, de momento.

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